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Por Denise Sol Mazzitello | Agroempresario.com
En el marco del Ciclo de Seminarios In-House “Argentina Agrega Valor en Origen”, Agroempresario.com organizó su Primera Edición sobre “Proteínas Animales: ¿Puede haber un boom de producción y exportación?”, realizada el pasado 18 de noviembre y coordinada por Fernando Vilella, Director de Desarrollo de Agroempresario.com. Gerardo Leotta, Investigador del CONICET, Asesor de ABC y forma parte del equipo técnico de VISEC, expuso los desafíos y requisitos que hoy enfrenta la cadena cárnica para cumplir las exigencias de la normativa europea, quiénes deben cumplirla, cuándo entran en vigor los requisitos clave, dónde radican los mayores desafíos operativos y por qué la trazabilidad es la única herramienta capaz de garantizar que la carne argentina ingrese sin sanciones al mercado europeo.
Leotta destacó que el requerimiento europeo no está dirigido a los países exportadores, sino “a los importadores propios de la Unión Europea”. Esto implica un cambio sustancial: las sanciones recaerán exclusivamente sobre los importadores si se detecta algún incumplimiento en la cadena del producto adquirido.
“Entonces ahí no hay nada que se pueda hacer más que darle garantías al importador para que no tenga problemas”, planteó y afirmó que esa garantía solo se puede brindar mediante un sistema robusto de trazabilidad.
El Reglamento 1115, vigente desde junio de 2023, entrará plenamente en vigor este fin de diciembre, cuando comience a exigirse la debida diligencia: el proceso mediante el cual cada importador deberá demostrar que todos los establecimientos vinculados a un animal cumplen con criterios ambientales, laborales, fiscales y sociales.
Según Leotta, esto implica demostrar que el ganado no provino de áreas deforestadas, que respeta la Ley de Bosques y el ordenamiento territorial, que cumple con leyes fiscales y laborales, y que no afecta territorios indígenas ni derechos humanos. Por eso, recalcó: “La herramienta es la trazabilidad”.
Si bien el requerimiento no es una obligación entre Estados, Argentina cuenta con herramientas que facilitan el proceso. Leotta recordó que la Resolución 50/2023 de la ex Secretaría de Agricultura permitió dar acceso a plataformas de trazabilidad a información pública relevante para cumplir con el reglamento.
El especialista destacó el valor de los sistemas del Senasa: SIGSA, SIGCER y SIGICA, que permiten seguir los movimientos del animal desde su primera identificación hasta la faena. “Esto nos da garantías y nos permite trazar a los animales desde el momento en que fueron carabaneados por primera vez (…) hasta que llega a faena”, explicó. Si la trazabilidad no puede demostrarse, aclaró, el animal no es apto, no por deforestación, sino por falta de evidencia documental.
Además, mencionó el acceso a datos actualizados por parte del Ministerio de Trabajo y el avance en un convenio entre IPCVA y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, que permitirá incorporar información sobre territorios indígenas para la evaluación de cumplimiento.
Uno de los puntos más complejos es la diversidad geográfica de la producción bovina. En muchos casos, un animal nace en una provincia, se recría en otra y termina de engordarse en una tercera. Puede incluso atravesar seis o siete establecimientos a lo largo de su ciclo productivo. Todos ellos deben demostrar cumplimiento pleno.
Leotta relató el trabajo desarrollado con la empresa GeoSimple, encargada de identificar rangos ganaderos y analizar imágenes satelitales. Para ello, resulta clave que los establecimientos definan correctamente el polígono productivo, es decir, el perímetro exacto de la unidad productiva.
Explicó un caso testigo de una prueba piloto: un campo de 10.000 hectáreas donde sólo 200 hectáreas correspondían al feedlot. En las restantes 9.800 hectáreas hubo deforestación, por lo que el establecimiento quedó catalogado como no apto. Por este motivo, resaltó que la normativa exige analizar la parcela donde se produce el animal, de allí la necesidad de delimitarla con precisión.
“Es muy importante primero tener el polígono y después utilizar una herramienta que tenemos en carne, que se puede redibujar específicamente la unidad productiva”, afirmó Leotta.
Por otro lado, aclaró que lo solicitado por la Unión Europea no es una certificación. “Esto es una imposición de acceso al mercado, no es un atributo”, señaló. No se requiere una certificación de tercera parte; el sistema argentino recopila y sistematiza información para que el importador presente su debida diligencia. Quien desee certificar puede hacerlo, pero no es obligatorio.
El expositor remarcó los avances logrados en el último año. “En Misiones tuve la misma sensación”, comentó, para aludir a la preocupación inicial sobre la falta de autoridades designadas. Sin embargo, afirmó que hoy los países europeos ya cuentan con autoridades de aplicación formalmente establecidas.
Destacó el trabajo conjunto con la Cámara BDF de Importadores Alemanes y con la autoridad nacional de Alemania (BLE, con sede en Bonn). En una prueba piloto reciente, las autoridades confirmaron que la herramienta argentina “les da respuesta”. Incluso, según relató Leotta, el líder del BLE expresó: “Ustedes nos están resolviendo un problema”.
Leotta invitó a toda la cadena a registrarse: frigoríficos, productores, consignatarios e importadores. Subrayó que el sistema es voluntario y sin costo para el productor.
El Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC) financió el desarrollo informático, mientras que el IPCVA sostiene el análisis de imágenes y las capacitaciones. El objetivo es claro: dar garantías al importador y posicionar a la Argentina como un proveedor confiable de carne trazada y verificada.
También destacó la experiencia previa del sistema VISEC Soja, que sirvió de base para el desarrollo de la herramienta de ganados y carnes. Si bien la cadena bovina es más compleja, Argentina cuenta con una ventaja comparativa: la identificación individual de animales y la posibilidad de segregarlos a lo largo de todo el proceso.
Hacia el final de su intervención, Leotta compartió una reflexión optimista: “Creo que Argentina puede dar respuesta y que se posiciona frente a los competidores. Está ofreciendo un producto que cumple con un reglamento maquiavélico. Lo podemos cumplir, le podemos dar garantías al importador”.
Al mismo tiempo, concluyó con un mensaje hacia los productores: “El objetivo es darle confianza, darle seguridad al importador y, a nivel interno, lograr que todos los productores se registren en el sistema”.
