La compañía Adecoagro presentó una oferta para adquirir el 50% de Profertil S.A. en manos de YPF, con el objetivo de convertirse en accionista dominante de la principal productora de fertilizantes nitrogenados de América del Sur. La operación, que podría ejecutarse en los próximos meses, representa un movimiento estratégico de alto impacto para el sector agroindustrial argentino, dado que permitiría la integración de un insumo clave para la producción agrícola en un mercado históricamente dependiente del abastecimiento externo.
Hasta ahora, Profertil —con base industrial en Bahía Blanca, lugar donde produce urea granulada y amoníaco— se distribuye accionariamente en partes iguales entre YPF y Nutrien, la firma canadiense especializada en nutrición de cultivos. Sin embargo, el escenario comenzó a modificarse en los últimos meses, cuando Nutrien decidió desprenderse de su participación. Adecoagro ya presentó una propuesta para quedarse con el 40% de ese paquete, mientras que el 10% restante sería absorbido por las cooperativas agrupadas en ACA (Asociación de Cooperativas Argentinas).
La nueva oferta para adquirir también la parte de YPF elevaría la participación de Adecoagro al 90% del total accionario, cerrando así una compra proyectada en torno a u$s600 millones. La maniobra, sujeta a la aprobación del directorio de la petrolera estatal, no sólo implica un avance patrimonial, sino un cambio en la lógica de control de uno de los complejos industriales más sensibles del mapa productivo nacional.
Profertil abastece una porción sustancial del consumo doméstico de urea, un insumo directamente vinculado al rendimiento del maíz, el trigo y otros cultivos extensivos. Por volumen, escala e incidencia en la estructura de costos del productor, el manejo de esta planta representa una palanca de peso dentro de la cadena agroexportadora. Cada modificación en los precios internacionales del gas o del fertilizante se traduce con rapidez en el margen del productor y, por extensión, en la competitividad del país en exportaciones agrícolas.
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Históricamente, la presencia de YPF dentro de Profertil estuvo asociada al suministro de gas natural, materia prima indispensable para la producción de fertilizantes nitrogenados. La petrolera aportó capital, capacidad logística y la garantía de abastecimiento en períodos donde la oferta energética era restringida y el desarrollo de Vaca Muerta aún no había escalado.
Con el avance del shale y el reposicionamiento estratégico de la empresa estatal en torno a la exploración y producción hidrocarburífera, la presencia en negocios derivados comenzó a perder centralidad. En ese marco, desprenderse de su participación en Profertil aparece como un desprendimiento convergente con su foco principal. El directorio de YPF deberá evaluar ahora si conviene avanzar hacia una desinversión completa, integrarse a un esquema minoritario o si existen alternativas accionarias adicionales.
La operación también se da en un contexto financiero particular: en los últimos meses, Profertil recurrió al mercado de capitales en busca de fondeo para nuevos ciclos operativos. Ese movimiento —inesperado para una empresa del tamaño que ocupa— anticipó el inicio de una etapa de transformación estructural, tanto desde la gestión como desde la arquitectura societaria.
Para Adecoagro, el salto tiene una lógica evidente: controlar la producción de fertilizantes significa intervenir directamente en un eslabón que hasta hace poco quedaba en manos de petroleras, multinacionales o el Estado. La empresa —que administra más de 210.000 hectáreas y genera 3,1 millones de toneladas anuales de productos agrícolas— pasaría de ser usuaria y compradora a ser productora del principal insumo que define la productividad de sus cultivos.
Se trata de un cambio cualitativo: quien controla el fertilizante no sólo controla parte del costo directo de producción, sino también un componente asociado a la expansión agrícola, la aplicación tecnológica y la sustentabilidad del rendimiento. En términos geopolíticos, implica que una compañía del propio sector primario tome el comando de un recurso históricamente distribuido entre actores energéticos y financieros.
La participación de ACA como socio minoritario agrega un matiz relevante. Las cooperativas representan a miles de productores y funcionan como canal comercial directo entre la fábrica y el campo. Su presencia dentro del paquete accionarial podría actuar como contrapeso interno en la toma de decisiones, lo que permite prever un esquema de gobernanza híbrido entre integración industrial y mirada territorial.
La eventual consolidación accionaria reactiva un debate recurrente en las últimas décadas: la necesidad de que Argentina alcance un grado mayor de autosuficiencia en fertilizantes. Cada vez que las importaciones encarecen el insumo, las cuentas del productor se ajustan de manera inmediata. Por eso, que un único actor concentre el 90% de la producción local genera interrogantes sobre formación de precios, marco regulatorio y niveles de competencia.
La estructura del mercado local se sostiene sobre un equilibrio sensible. Si Adecoagro avanza y controla Profertil, podría reducir exposición externa y fortalecer la previsibilidad en la provisión de urea. Pero también será necesario observar de qué modo se estructurará el precio interno, qué rol cumplirán los mecanismos regulatorios y si aparecerán nuevos jugadores en el mediano plazo.
En su comunicado oficial, Mariano Bosch, cofundador y CEO de Adecoagro, definió que "esta transacción marca un hito importante para Adecoagro, ya que amplía nuestra escala, diversifica nuestra cartera y fortalece el rendimiento a largo plazo de la empresa". Según el ejecutivo, la ubicación de Profertil y el acceso a gas competitivo refuerzan la proyección de crecimiento y la generación futura de caja.
El desenlace dependerá de la aceptación o rechazo de la oferta vinculante por parte del directorio de YPF. La decisión no sólo involucra una transacción económica, sino también una definición estructural para la matriz agroindustrial del país. Quien controle el fertilizante controlará, en gran parte, la llave productiva de los cereales argentinos. Tal como señaló IProfesional, el movimiento no solo reordena el mapa industrial del sector, sino que también reabre el debate sobre quién debe conducir los insumos críticos que determinan la competitividad agrícola en el largo plazo.