La acumulación de reservas internacionales será un punto central para la política económica argentina en 2026, según un reciente informe de JP Morgan difundido en medios especializados. El banco estadounidense señaló que el Gobierno deberá consolidar su posición externa para enfrentar con solidez el ciclo previo a las elecciones de 2027, sostener la desinflación y mejorar el acceso al financiamiento global, especialmente en un contexto donde persisten tensiones financieras y definiciones pendientes sobre el esquema cambiario.
El documento difundido por JP Morgan sostiene que el Ejecutivo argentino enfrenta el desafío de sostener la estabilidad actual sin incrementar previamente su nivel de divisas disponibles. Allí se marca que reforzar el nivel de reservas sería determinante para mejorar la confianza, evitar tensiones cambiarias y enviar una señal de previsibilidad a los mercados internacionales. La entidad resume su planteo con una advertencia concreta: la fuga de capitales desde el peso hacia el dólar no podrá contenerse sin una recuperación de reservas que actúe como respaldo estructural.
Según el análisis del banco, el apoyo político y financiero de Estados Unidos funcionó como un ancla clave durante el proceso de estabilización. Sin embargo, la misma asistencia evidenció un punto débil del esquema: la vulnerabilidad del país ante salidas de capital motivadas por riesgos políticos o movimientos especulativos. Desde la entidad remarcan que esa fragilidad será un factor de peso hacia adelante, por lo que aumentar el colchón de divisas se perfila como un objetivo imprescindible para blindar la transición económica.
El informe también reabre el debate respecto del régimen cambiario vigente. Allí se señala que la banda cambiaria contribuyó a moderar el traslado de la devaluación a los precios, aunque aún se analiza si ese resultado responde a la política monetaria, al orden fiscal o a una combinación de esos factores. La entidad destaca que, a pesar de un aumento del tipo de cambio cercano al 21% en el lapso de tres meses, la inflación mensual mostró variaciones moderadas, lo que para el banco indica que el proceso de estabilización superó un test relevante.
Hacia 2026, JP Morgan proyecta un escenario relativamente favorable para el crecimiento económico y la desinflación, aunque advierte que el rebote productivo podría enlentecer el descenso de los precios. La recuperación del crédito en moneda local registrada en la segunda mitad de 2025 ofrece un antecedente positivo, aunque en el tercer trimestre de 2026 se observaron señales de freno debido a mayor incertidumbre y políticas monetarias contractivas. No obstante, el crédito en dólares siguió expandiéndose gracias al aumento de depósitos en esa divisa.
El informe ubica a 2026 como un año de importancia estratégica para la gestión del Gobierno. Evalúa que, con el respaldo legislativo necesario, la administración podría avanzar en un programa de reformas que sirva de base para un crecimiento sostenido y una desaceleración inflacionaria más estable. Allí también se menciona que las expectativas de reelección del oficialismo para 2027 dependerán de la capacidad de consolidar la recuperación económica, en un escenario donde la fragmentación opositora podría influir en el equilibrio político.

En materia fiscal, JP Morgan prevé para 2026 un presupuesto equilibrado con un superávit primario en torno al 1,5% del PIB, sustentado en una mejora de la actividad y en perspectivas favorables para el sector agrícola. Ese incremento se compensaría con mayores gastos, principalmente por una recuperación real en jubilaciones y por un aumento en transferencias a provincias. Para el plano inflacionario, el pronóstico del banco estima que el índice de precios al consumidor se ubicaría cerca del 1,5% mensual en el primer semestre y del 1,1% en el segundo, con un cierre de año cercano al 17% interanual, bajo la condición de continuidad en el proceso de reformas.
El análisis incorpora además una comparación regional con Uruguay y Perú, dos países que atravesaron períodos de expansión sin alcanzar superávits de cuenta corriente, lo que refuerza la premisa de que la acumulación de reservas suele darse a partir de ingresos netos de capital y no necesariamente de excedentes comerciales. Según el informe, un mayor flujo de capitales y una mejora en el acceso al mercado internacional podrían ser las vías principales para fortalecer las reservas argentinas en el mediano plazo.
JP Morgan proyecta que en 2026 el país podría incrementar sus reservas brutas en alrededor de USD 5.000 millones, aunque reconoce que una combinación de tipo de cambio real más alto y mayor financiamiento externo podría ampliar ese margen. Para apuntalar esa tendencia, el banco considera probable que el Tesoro implemente operaciones de manejo de pasivos que reduzcan las obligaciones externas de 2027 y permitan recuperar acceso al crédito internacional en la segunda mitad del año.
La entidad subraya que un flujo creciente de inversiones y un superávit financiero estimado en USD 12.700 millones podrían consolidar este proceso, siempre que se reduzcan las restricciones cambiarias y se avance hacia un esquema más flexible de administración del dólar. Entre los mecanismos señalados como impulsores de capital figura un paquete de financiamiento neto de organismos multilaterales por USD 5.000 millones.
En la parte final, el informe plantea una hoja de ruta con tareas pendientes: generar consensos políticos, desmontar controles remanentes sobre el mercado de divisas y avanzar hacia un régimen de flotación sucia como paso decisivo para nutrir el nivel de reservas. También se contempla que la continuidad de la asistencia estadounidense puede ser determinante para canalizar inversiones en sectores estratégicos, potenciar exportaciones y asegurar un respaldo financiero ante eventuales tensiones.
El diagnóstico del banco estadounidense converge en un punto central: para sostener el proceso de estabilización, mejorar la confianza inversora y encarar con fortaleza el año electoral 2027, el país deberá consolidar un nivel de reservas que funcione como amortiguador frente a shocks externos y al riesgo político interno. En esa misma línea, análisis recientes difundidos por Infobae enfatizan que la estabilidad cambiaria, la evolución del crédito, el ingreso de capitales y la ejecución ordenada de la política fiscal serán variables determinantes para definir el ritmo de esta transición económica.