Alejandra Noelia Altamirano, Decana de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Concepción del Uruguay, participó del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero. Durante su intervención, Altamirano resaltó la importancia de la educación agronómica con perspectiva territorial como motor del desarrollo federal, enfatizando que los profesionales formados con esta visión pueden transformar sus territorios, impulsar economías regionales y consolidar prácticas sostenibles e innovadoras.
Altamirano inició su presentación destacando la relevancia del arraigo territorial, afirmando que formar ingenieros agrónomos con esta perspectiva no significa limitar sus horizontes, sino aprender a valorar, transformar y dialogar con el entorno, integrando la formación académica con la práctica profesional y la interacción con productores y comunidades locales.
La Decana explicó que la premisa de su charla era convertir a cada ingeniero agrónomo en un motor de desarrollo territorial, fomentando la transformación local a partir de la formación universitaria, combinando conocimientos técnicos con una mirada integral, sostenible e interdisciplinaria.
“Formamos profesionales que no solo conocen la tierra, sino que aprenden a dialogar con ella, con las personas y con la cultura del lugar. Ese arraigo no limita, sino que potencia la capacidad de transformar”, afirmó Altamirano.
Destacó que la participación en proyectos binacionales con Alemania y en redes del Mercosur, permite a los estudiantes intercambiar experiencias, aprender de distintas prácticas y aplicar esos conocimientos en sus territorios, fortaleciendo la competitividad y la innovación local.
Altamirano subrayó que la educación agronómica no debe ser una isla. La formación de los profesionales requiere tender puentes con otras disciplinas, incluyendo medicina veterinaria, zootecnia e ingenierías, así como integrar inteligencia artificial y herramientas de innovación tecnológica.
En este contexto, mencionó ejemplos concretos como la Ley de Fitosanitarios y la Ley de Tratamiento de Envases Fitosanitarios, desarrolladas en consenso con múltiples instituciones y consideradas referentes a nivel nacional. Estas iniciativas demuestran que la colaboración interdisciplinaria permite fortalecer la formación profesional y mejorar la práctica en el territorio.
La Decana resaltó que los ingenieros agrónomos deben aprender a mirar más allá del cultivo, incorporando conceptos de economía circular, bioinsumos, sustentabilidad y comercio local, así como respeto por la cultura y la identidad de los productores agropecuarios.
“Es fundamental que nuestros profesionales valoren la historia y cultura de cada región, porque esa identidad es la base para un desarrollo territorial sólido y sostenible”, explicó Altamirano, destacando el ejemplo de Entre Ríos, donde la identidad cultural y la formación universitaria se combinan para generar profesionales con visión local y perspectiva global.
Altamirano enfatizó que la exposición de los estudiantes a experiencias internacionales fortalece sus competencias y capacidad de innovación. Los programas binacionales y los intercambios permiten a los jóvenes comparar metodologías, aprender nuevas técnicas y regresar a su territorio aplicando soluciones innovadoras.
“La educación agronómica con perspectiva territorial implica también abrir la mirada de los estudiantes al mundo, para que puedan fortalecer las economías regionales desde un enfoque global y competitivo”, afirmó.
Otro eje central de la charla fue la incorporación de herramientas tecnológicas en la formación agronómica. Altamirano destacó cómo la inteligencia artificial y la innovación tecnológica se integran en los programas de estudio, permitiendo a los futuros profesionales optimizar procesos productivos, mejorar la gestión de recursos y aplicar soluciones sostenibles.
“El desafío es formar ingenieros capaces de unir conocimiento técnico, habilidades prácticas y herramientas digitales para transformar la realidad territorial de manera sustentable y eficiente”, agregó.
Altamirano sostuvo que la formación agronómica con enfoque territorial no es una moda, sino una necesidad para el desarrollo federal. Según su visión, el desarrollo de cada región depende de profesionales arraigados que comprendan y valoren su territorio, capaces de generar impacto económico, social y ambiental.
“Cultivar el desarrollo federal no se decreta, se construye día a día, con educación, diálogo y acciones concretas en el territorio”, destacó la Decana.
Altamirano explicó que los estudiantes participan en prácticas de campo, proyectos de extensión y actividades con productores locales, lo que les permite aprender fuera del aula, dialogar con actores del campo y generar nuevas iniciativas.
Esta metodología fortalece la capacidad de los estudiantes para aplicar conocimientos en contextos reales, generando profesionales integrales, críticos y comprometidos con el desarrollo sostenible de su territorio.
La Decana coordinó una red de 20 universidades en el Mercosur, promoviendo formación profesional de ingenieros agrónomos con enfoque territorial, sostenible e innovador. Esta red permite intercambiar experiencias, metodologías y buenas prácticas, fortaleciendo la formación académica y profesional.
Altamirano destacó que estos programas buscan desarrollar ingenieros capaces de insertarse en el mercado global, sin perder su conexión con las raíces culturales y territoriales.
La Decana remarcó que la educación agronómica debe tender puentes con otras disciplinas y sectores, promoviendo la innovación, la sostenibilidad y el desarrollo económico regional.
“La formación de ingenieros agrónomos es una herramienta estratégica para generar impacto en el territorio, combinando conocimiento técnico, cultura, innovación y visión global”, concluyó Altamirano.