La necesidad de fortalecer la productividad agrícola en el Noroeste Argentino (NOA) impulsó a que técnicos del INTA Valle de Lerma, en Salta, profundicen los estudios sobre fertilidad del suelo y calidad del agua durante 2025, en un contexto marcado por el aumento del 19% en las importaciones de fertilizantes reportado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Según informó TN, esta combinación de factores convirtió el diagnóstico edáfico en una herramienta clave para sostener el rendimiento de cultivos estratégicos en una región caracterizada por suelos sensibles y alta variabilidad climática.
La creciente presión sobre los recursos productivos aceleró la demanda de información confiable para orientar prácticas de manejo más eficientes. Desde el Laboratorio de Suelos, Agua y Fertilizantes (Labsaf) del INTA, la responsable técnica, Carolina Pérez Brandán, destacó que los análisis permiten identificar la disponibilidad real de nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio, información decisiva para evitar tanto deficiencias como excesos. “El análisis de fertilidad permite conocer la disponibilidad de nutrientes esenciales”, explicó la investigadora a TN.

Además del diagnóstico químico, los estudios incluyen parámetros como textura del suelo, pH, conductividad eléctrica, carbono orgánico, materia orgánica y cationes intercambiables, que brindan una visión integral del estado del recurso y facilitan la planificación de estrategias agronómicas más precisas. Este enfoque se vuelve especialmente relevante en el NOA, donde los suelos suelen presentar problemas de baja fertilidad, procesos de degradación y riesgos de salinización.
A la complejidad edáfica se suma la necesidad de garantizar la calidad del agua destinada al riego. El Labsaf también monitorea parámetros como sodio, calcio, magnesio, carbonatos, bicarbonatos y la Relación de Adsorción de Sodio (RAS), indicadores fundamentales para prevenir procesos de sodificación y pérdidas de estructura del suelo, dos de los problemas más frecuentes en la región. Estas evaluaciones permiten anticipar riesgos y ajustar los sistemas de riego, una práctica decisiva para sostener la productividad sin comprometer la salud del suelo.
Este análisis técnico no solo abastece a productores, sino también a estudiantes, instituciones educativas y organismos locales. Desde el INTA explicaron que el laboratorio desarrolla capacitaciones, asesorías y prácticas profesionales, promoviendo un manejo más integrado de suelo y agua. Además, integra redes de control de calidad como la Red de Laboratorios de Suelo y Agua del INTA (RILSAV) y el Programa Nacional de Interlaboratorios de Suelos Agropecuarios (PROINSA), que aseguran consistencia y precisión en los resultados.

En paralelo, la demanda de insumos agrícolas atraviesa una expansión significativa. El informe elaborado por Guido D’Angelo, Emilce Terré y Julio Calzada para la Bolsa de Comercio de Rosario indica que entre enero y octubre de 2025 las importaciones de fertilizantes crecieron 19% respecto del mismo período del año anterior, alcanzando 3,4 millones de toneladas. Según detalló la BCR, este movimiento permitiría que 2025 se ubique entre los años de mayor consumo de fertilizantes en la historia argentina.
El crecimiento de la campaña 2025/26 de trigo, con proyecciones históricas, y la rápida implantación del maíz, que ya superó la mitad de su área prevista, explican gran parte de la demanda. El cereal amarillo podría expandirse alrededor del 17% y alcanzar las 9,7 millones de hectáreas, consolidando su papel como principal consumidor de nutrientes. En conjunto, trigo y maíz concentran el 70% del uso de fertilizantes en el país, según datos de Fertilizar Asociación Civil y la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (CIAFA).
Los precios internacionales también influyeron en el escenario. Entre enero y octubre, las importaciones sumaron US$ 1.926 millones, un 38% más que en 2024. Aunque los valores tuvieron un pico en julio y agosto y luego retrocedieron, el promedio anual mostró subas del 17% para la urea y 22% para el fosfato monoamónico (MAP).
La urea y el MAP representan el 56% del volumen y el 61% del valor importado, totalizando 2,07 millones de toneladas, el segundo volumen más alto para ese período desde que hay registros. Esto marca un escenario en el que la eficiencia de uso se vuelve cada vez más determinante.

El informe de la Bolsa subraya que 67% del consumo nacional se abastece mediante importaciones, mientras que la producción local solo cubre un tercio. Dentro del segmento nacional, la empresa Profertil ocupa un rol central, ya que produce cerca de la mitad de la urea que consume Argentina desde su planta ubicada en Bahía Blanca, considerada la más grande de Latinoamérica.
Durante 2025, la producción interna vio limitada su capacidad por dos paradas significativas: una interrupción en marzo debido a inundaciones que cortaron el suministro de gas y una parada programada desde octubre que demandó una inversión de US$ 90 millones. Estas pausas incrementan la dependencia de las importaciones, como ocurrió en 2021, cuando una parada de 60 días elevó la participación externa al 80% del total consumido.
El crecimiento acelerado del mercado ejerce presión sobre la logística, la planificación y la disponibilidad de insumos en plena campaña agrícola. Frente a este escenario, la información generada por laboratorios como el del INTA se vuelve esencial para optimizar cada kilogramo de fertilizante aplicado, evitar gastos innecesarios y reducir el impacto ambiental.

Los técnicos del INTA coinciden en que la clave para sostener la productividad del NOA está en un uso más inteligente de los recursos. En un contexto de insumos cada vez más caros y suelos vulnerables, la eficiencia se vuelve central. La articulación entre diagnóstico edáfico, calidad del agua y disponibilidad de fertilizantes externos permite diseñar estrategias específicas para cada lote, evitando la sobreaplicación y asegurando que los nutrientes lleguen en la cantidad necesaria.

Mientras el consumo de fertilizantes continúa en ascenso y las campañas agrícolas se expanden, el diagnóstico técnico aparece como el diferencial que puede convertir el crecimiento en sustentabilidad a largo plazo.