Posible escenario económico para 2026: Spotorno anticipa un año “bueno, pero no extraordinario” para la Argentina

Economía argentina en 2026: transición con menor inflación, dólar administrado y necesidad de divisas sin apoyo del FMI

Posible escenario económico para 2026: Spotorno anticipa un año “bueno, pero no extraordinario” para la Argentina
miércoles 10 de diciembre de 2025

La economía argentina podría enfrentar en 2026 un año de moderada recuperación con menor inflación y un tipo de cambio estable, según anticipó el economista Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres & Asociados, durante una conferencia dictada ante la Cámara Argentina de Productores Avícolas (Capia) en la sede porteña de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. El análisis, difundido también por Bichos de Campo, cobra relevancia porque ofrece un marco sobre lo que podrían esperar empresas, exportadores e inversores en un momento de consolidación económica tras años de desequilibrios.

De acuerdo con la proyección presentada, el tipo de cambio oficial hacia finales de 2026 se ubicaría cerca de $1768 por dólar, sin saltos bruscos. Spotorno indicó que no prevé “un ajuste significativo del tipo de cambio para el año que viene”, y remarcó que las bandas cambiarias hoy vigentes habrían perdido sentido en la coyuntura actual. El especialista considera que la Argentina transitará un esquema de regulación cambiaria administrada, pero bajo un régimen distinto al vigente.

Posible escenario económico para 2026: Spotorno anticipa un año “bueno, pero no extraordinario” para la Argentina

Una cifra clave señalada por el economista es la estimación de inflación: el índice minorista cerraría este año en torno al 29,7% y podría descender a 13,3% en 2026, lo que marcaría una desaceleración sostenida si el programa económico logra sostenerse. También advirtió, sin embargo, que las meta-devaluaciones no garantizan competitividad por sí mismas, y que más allá del nivel de tipo de cambio, lo determinante será la capacidad de generar exportaciones, atraer inversión y recuperar actividad.

Aunque el tipo de cambio real no se encuentra en valores extremos ni demasiado bajos ni en picos históricos, Spotorno insistió en que las discusiones sobre el nivel ideal suelen desviarse de lo esencial. “La experiencia histórica muestra que los gobiernos no pueden determinar el tipo de cambio real por más que intenten hacerlo”, explicó, en referencia a ciclos anteriores donde la intervención oficial buscó administrar precios relativos sin éxito duradero.

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Reservas, consumo y señales a los mercados

El economista señaló que los reclamos sobre el nivel de reservas internacionales del Banco Central deben analizarse con perspectiva. Aclaró que las reservas no sólo funcionan como respaldo cambiario, sino como garantía de pago frente a títulos emitidos en dólares. De allí proviene la presión de los bonistas externos para que la autoridad monetaria continúe recomponiendo posiciones.

Spotorno también detalló que, antes de las últimas elecciones legislativas, el sistema financiero sufrió una fuerte salida de divisas. Ese movimiento, explicó, fue paliado por desembolsos del Fondo Monetario Internacional y por anticipos de liquidación del sector agroexportador. A su vez, resaltó que la caída reciente del consumo responde al desvío de pesos hacia compra de dólares como cobertura electoral y que parte de esos fondos podrían volver al circuito económico si el escenario político permanece estable.

En cuanto a la generación de divisas para 2026, advirtió que el FMI no será un factor determinante como en etapas de emergencia previa, por lo que el flujo externo dependerá del comercio, el financiamiento privado, la inversión extranjera directa —favorecida por el régimen de incentivos a grandes proyectos— y la eventual vuelta del Estado argentino a los mercados globales de deuda. Si la mitad de los anuncios de inversión se concreta, sostuvo, la economía podría recibir una inyección de dólares significativa.

La condición central para ese retorno sería disminuir el riesgo país hasta niveles sostenibles. “Si Argentina logra bajar el riesgo soberano por debajo de los 500 puntos, es factible que pueda regresar al mercado externo para refinanciar deuda”, señaló. El análisis también señala un reacomodamiento sectorial: algunos segmentos podrían expandirse con un esquema más competitivo, mientras otros perderían viabilidad al retirarse mecanismos de protección que durante décadas sostuvieron estructuras ineficientes.

Posible escenario económico para 2026: Spotorno anticipa un año “bueno, pero no extraordinario” para la Argentina

Dólar global, tasas de la FED e impacto externo

El contexto internacional aparece como una variable de peso en la ecuación. La política de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) podría favorecer a los países emergentes si continúa reduciendo la tasa de referencia. Una baja global incentivaría a los fondos de inversión a buscar mejores rendimientos fuera de los mercados centrales, habilitando flujos hacia América Latina y, eventualmente, hacia Argentina. Sin embargo, Spotorno advirtió que el efecto será sensible al timing: si la reducción es lenta o gradual, el impacto podría tardar en trasladarse a la economía real.

El economista también aludió al debate internacional sobre una posible corrección financiera relacionada con empresas de inteligencia artificial. Si bien algunos analistas alertan sobre una burbuja tecnológica, otros no ven riesgos sistémicos de corto plazo. Para Argentina, un escenario externo estable y con financiamiento accesible sería una oportunidad para obtener capital, fortalecer reservas y mejorar expectativas locales.

Un 2026 de puente entre dos modelos

La síntesis de Spotorno plantea un 2026 de transición. No sería un año excepcional, pero sí un período clave para consolidar una nueva estructura económica basada en exportaciones, disciplina fiscal y atracción de inversiones. El economista describió el escenario como un puente entre un modelo agotado y uno emergente, donde conviven sectores que podrían crecer y otros obligados a reconvertirse.

El desafío estará en sostener la estabilidad, generar confianza y ordenar variables macroeconómicas sin frenar la actividad. De la capacidad del país para administrar expectativas dependerá que el crecimiento sea sostenible y capaz de absorber inversión y empleo. Aunque todavía persisten interrogantes —como la competitividad cambiaria, el nivel de consumo interno y el acceso al crédito externo—, el equilibrio entre gradualismo y consistencia será determinante para el camino hacia 2026.

En resumen, la economía argentina podría ingresar en una fase de recuperación moderada con metas de inflación decrecientes, tipo de cambio administrado y una necesidad urgente de consolidar un flujo genuino de divisas. Sin apoyo extraordinario del FMI, el protagonismo recaerá sobre el sector privado, el agro, la inversión productiva y el crédito internacional. Si la estabilidad política y macroeconómica se mantiene, 2026 podría marcar el inicio de un ciclo diferente.



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