Un cuarto de siglo después de iniciar una vida como productor, Juan Carlos “Teddy” Cotella consolidó un esquema agrícola sostenible sobre 8500 hectáreas entre el Chaco y Santiago del Estero, un modelo que combina terrazas, rotaciones planificadas, certificaciones ambientales y trabajo comunitario. Su enfoque —basado en el cuidado del suelo, la eficiencia hídrica y la calidad del empleo— lo convirtió en referente para empresarios y productores que buscan sostener la producción sin comprometer el ambiente.
El proyecto productivo tomó forma a principios de los 2000, tras su salida del ámbito corporativo. Cotella, ingeniero agrónomo, se había radicado en Salta en 1989 para desarrollarse en el sector privado. Tras ocho años en ese entorno y en un contexto económico complejo, decidió regresar al origen: el campo. La oportunidad apareció con financiamiento para adquirir tierras y en 2003 fundó Suriyaco SRL, bautizada con el nombre de un curso de agua tucumano. Allí comenzó una transformación basada en una premisa: producir sin deteriorar los recursos.

El crecimiento fue gradual. Suriyaco nació con 800 hectáreas de maíz, pero evolucionó hasta manejar 8500 bajo siembra directa, con planes agronómicos diseñados para aprovechar cada milímetro de lluvia. En esa región, el agua subterránea es escasa y salina, lo que obliga a gestionar el recurso con precisión. Por eso, los lotes funcionan con curvas de nivel, microterrazas y canales de escurrimiento que facilitan la infiltración y reducen el riesgo de erosión.
La decisión de intervenir el diseño de los campos se aceleró en 2018, cuando una tormenta de 90 milímetros en pocas horas desplazó semillas y dejó expuesta la fragilidad del sistema. Ese episodio derivó en la construcción de terrazas y un canal troncal, infraestructura que permitió estabilizar la producción y mejorar el uso del agua. Desde entonces, Cotella sostiene que las decisiones clave se consolidaron a partir de aprendizajes en territorio, con registros climáticos limitados y un proceso de prueba constante.
Otro punto de inflexión ocurrió ese mismo año: Suriyaco certificó sus procesos bajo el estándar de la Mesa Redonda de Soja Responsable (RTRS). Antes de adoptar ese esquema, la empresa ya aplicaba buenas prácticas, pero sin sistematizar la información. La certificación incorporó orden, trazabilidad y una nueva manera de medir impacto. Actualmente, el establecimiento cuenta con 4194 hectáreas certificadas en soja y maíz, y los números de la última campaña auditada registran 1689 toneladas de soja y 11.439 de maíz bajo este estándar. Para 2025, la proyección asciende a 6000 toneladas de soja y 12.000 de maíz, estimación que consolida un camino productivo creciente.
Su plan agronómico se basa en rotaciones diversificadas que combinan soja, maíz, trigo, garbanzo, colza, girasol y cultivos de cobertura, lo que reduce la presión de malezas y mejora la estructura del suelo. La complejidad del esquema no solo apunta al rendimiento, sino también a la resiliencia del sistema productivo.

El manejo ambiental incluye, además, 550 hectáreas de bosque nativo bajo convenio con Fundación ProYungas, integradas al programa Paisaje Productivo Protegido (PPP). La iniciativa promueve la convivencia entre agricultura y áreas de conservación, de manera que los sectores no intervenidos pasen de ser considerados improductivos a valorizarse como reservas de biodiversidad. Para especialistas, estos modelos permiten que cada productor tome consciencia del rol ecológico de su territorio y documente mejoras verificables.
El compromiso ambiental también incluye el monitoreo biológico a través de 150 colmenas instaladas desde 2022. La idea surgió como herramienta de medición del impacto de las prácticas agrícolas. Primero consultó al INTA, luego trabajó con apicultores locales y finalmente firmó un acuerdo con el Conicet. Hasta el momento, los análisis no detectaron trazas de plaguicidas en miel ni polen, un indicador favorable sobre las pulverizaciones y el manejo de insumos.
Junto con la conservación ambiental, Suriyaco sostiene un enfoque centrado en el trabajo digno y en el desarrollo humano del equipo. Cotella aplica una regla básica: no incorporar maquinaria sin cabina, con el argumento de que las condiciones laborales deben ser tan prioritarias como la eficiencia del cultivo. La empresa ejecuta mejoras habitacionales rurales, ofrece capacitaciones en RCP, seguridad operativa y educación financiera. Además, todos los establecimientos cuentan con desfibriladores y el sello de Campos Cardioprotegidos, obtenido junto a la Fundación Cardiológica Argentina.

El vínculo con la comunidad también forma parte de su proyecto. Durante años reparó caminos rurales por iniciativa propia, motivado por mantener la logística. Sin embargo, la pandemia le dio otro sentido a ese esfuerzo: por esos mismos caminos circulaban ambulancias, docentes y familias de zonas dispersas. Así entendió que la infraestructura también era aporte social. Su ámbito de referencia es Sachayoj, localidad de presencia agrícola en Santiago del Estero.
La comercialización de créditos de sostenibilidad surgidos de la certificación RTRS avanza sin dificultad, pero Cotella resalta el trasfondo del sistema. Para él, detrás de cada crédito hay inversión, capacitación y procesos que demandan tiempo. Señala que tecnologías como las pulverizadoras selectivas, que reducen el uso de agroquímicos, cuestan el doble que las tradicionales, y que esas mejoras muchas veces son invisibles para el comprador.

Sus decisiones no surgieron sin historia. Su padre, Don Juan, impulsó su carrera agronómica, y su madre —Doña Elvira, inmigrante española llegada desde La Coruña en 1950— aportó el carácter necesario para sostener un proyecto a largo plazo. Esas raíces familiares y el trayecto profesional confluyeron en una mirada que entiende la agricultura como actividad económica y como responsabilidad ambiental.
Cotella resume su propósito con una frase que guía su trabajo: mejorar la calidad de vida de las comunidades donde produce, y hacerlo desde la agricultura. Ese compromiso —dice— es su forma de dejar huella, una visión que incluso ha sido destacada en medios como La Nación por su carácter transformador.