Un desarrollo científico encabezado por la RMIT University de Australia propone una nueva forma de construir con menor impacto ambiental: utilizar borras de café como insumo para el concreto. La investigación, difundida por BioEconomía.info, demuestra que este residuo cotidiano puede transformarse en un aliado clave para reducir emisiones sin comprometer la performance estructural.
Las borras de café —el remanente húmedo que queda tras preparar la infusión— suelen terminar en la basura o, en el mejor de los casos, en compost. Sin embargo, su abundancia y alto contenido de carbono despertaron el interés de un equipo de ingenieros de RMIT, que vio en este desecho urbano una oportunidad concreta para abordar el impacto ambiental del sector de la construcción.
El proyecto es liderado por Jingxuan Zhang y Mohammad Saberian, con la supervisión del profesor Chun-Qing Li, y se enfoca en reducir la dependencia de la arena natural, uno de los recursos más explotados del planeta.
El proceso central es la pirólisis, que consiste en calentar las borras de café a unos 350 °C en ausencia de oxígeno. De este tratamiento se obtiene un biocarbón con propiedades mecánicas y químicas adecuadas para integrarse al concreto.
Al reemplazar hasta un 15 % de la arena por este biocarbón, los ensayos de laboratorio mostraron que el material no solo mantiene su resistencia, sino que la incrementa. A los 28 días, el concreto modificado alcanzó una resistencia hasta 30 % superior respecto de la mezcla convencional.
El impacto ambiental fue evaluado mediante un análisis de ciclo de vida (LCA), que midió emisiones, uso de recursos y efectos sobre el agua. Los resultados fueron contundentes: la sustitución parcial de arena permitió reducir las emisiones de CO₂ entre 15 % y 26 %, según el porcentaje de biocarbón incorporado.
Además, se registró una disminución de hasta 31 % en el uso de combustibles fósiles y mejoras significativas en los indicadores asociados a ecosistemas acuáticos, al reducir la extracción de arena natural.
El concreto es responsable de cerca del 8 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, principalmente por la producción de cemento. En este contexto, incorporar residuos urbanos como las borras de café se alinea con los principios de la economía circular, al convertir un descarte cotidiano en un insumo de alto valor técnico.
“Demostramos que el biocarbón de café puede reducir la huella de carbono del concreto en todos los escenarios evaluados, y que al mismo tiempo mejora su resistencia”, explicó Zhang, en declaraciones citadas por BioEconomía.info.
El desarrollo ya comenzó a salir del ámbito experimental. El equipo trabaja junto a gobiernos locales y empresas en proyectos piloto, como la construcción de una vereda con concreto de borras de café y su incorporación en tramos del Victorian Big Build, uno de los mayores programas de infraestructura de Australia.
La innovación también fue exhibida en la muestra Making Good: Redesigning the Everyday, organizada por la National Gallery of Victoria, donde se presentó como ejemplo de rediseño sustentable de procesos cotidianos.
Saberian adelantó que el próximo paso es escalar la tecnología, optimizar las mezclas y adaptar normas técnicas para facilitar su adopción por la industria de la construcción.
La propuesta resignifica un residuo urbano masivo y lo convierte en parte de la solución a dos problemas críticos: la huella de carbono del concreto y la sobreexplotación de la arena. Así, lo que cada mañana se descarta en hogares, oficinas y cafeterías podría transformarse en un componente real de calles, edificios y puentes.
Más que una curiosidad tecnológica, el concreto con borras de café se presenta como una señal clara de que la innovación aplicada y la bioeconomía urbana pueden cambiar la forma en que construimos el futuro.