Por Agroempresario.com
Fernando Herrera, presidente de la Asociación de Productores Exportadores Argentinos (APEA), fue uno de los protagonistas del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero. En su exposición, reflexionó sobre el valor agregado en la exportación de carne vacuna y los nuevos desafíos que plantean los consumidores a nivel global.
Su intervención, cargada de ejemplos y comparaciones, buscó demostrar cómo ha cambiado la relación entre productor, carnicero, consumidor y mercados internacionales en los últimos 25 años. Herrera afirmó que “el verdadero valor agregado no está solo en producir la mejor carne del mundo, sino en demostrarlo con transparencia, tecnología y certificaciones que respondan a lo que los consumidores demandan”.
Para graficar la transformación del mercado, Herrera apeló a una imagen sencilla: la compra de carne hace dos décadas. Relató cómo, en aquellos tiempos, el vínculo entre cliente y carnicero se basaba en la confianza, la conversación sobre fútbol y el “asado especial guardado” para el fin de semana. No había etiquetas, ni códigos de trazabilidad, ni demasiada información más allá del trato personal.
Hoy, ese escenario cambió de manera radical. En cualquier supermercado del mundo, el consumidor puede escanear un código QR y obtener en segundos información detallada sobre el corte: origen, raza, edad del animal, frigorífico de faena, sistema de producción (pasto o grano), certificaciones religiosas o ambientales, e incluso la historia del productor.
“Esto no es un capricho del mercado. Los consumidores lo piden y cada vez exigen más datos que acompañen el producto. Ya no alcanza con decir que la carne argentina es la mejor del mundo: hay que demostrarlo con hechos y protocolos verificables”, subrayó Herrera.
El presidente de APEA remarcó que el mercado internacional de carne se ha segmentado profundamente. Algunos consumidores buscan cortes certificados de raza Angus, asociada globalmente con calidad. Otros demandan carne Kosher o Halal, ajustada a rituales religiosos. También crece la preferencia por la carne “a pasto” u “orgánica”, asociada a tradiciones familiares y estilos de vida saludables.
“Cada una de estas demandas tiene algo en común: no basta con producir bajo esos estándares, hay que probarlo y certificarlo. El consumidor sofisticado busca trazabilidad, sustentabilidad y garantías. Esa es la llave para acceder a los mercados de mayor poder adquisitivo”, explicó Herrera.
Uno de los puntos centrales de su exposición fue el rol de las certificaciones internacionales. Herrera reconoció que, en muchos casos, los productores argentinos las ven como trabas burocráticas o costos adicionales. Sin embargo, planteó que son la herramienta indispensable para competir en un mercado exigente.
Ejemplo de ello es la normativa de la Unión Europea, que desde enero de 2026 exigirá demostrar que la carne exportada no proviene de campos deforestados después de 2021. “Si no lo cumplimos, otros países lo harán y nos quedaremos afuera. La clave es verlo no como una imposición, sino como la llave para seguir participando de los mercados más rentables”, afirmó.
El dirigente de APEA dedicó un tramo importante a la trazabilidad, definida como un verdadero valor agregado. Hoy, con tecnologías de identificación electrónica, un simple chip reemplaza las viejas caravanas de plástico y evita errores humanos en registros manuales.
“Si queremos que un consumidor en Europa o en Asia pague un precio premium por un corte argentino, no podemos depender de un número anotado en un papel borroso. Debemos garantizar con tecnología que cada paso de la producción está documentado y respaldado”, sostuvo.
Herrera comparó este cambio con la evolución de los mapas en papel hacia los GPS y aplicaciones móviles: “Hoy nadie se imagina viajar con una guía de papel. La trazabilidad electrónica es el GPS de nuestra producción, y debe adoptarse cuanto antes”.
El presidente de APEA también resaltó la importancia del marbling, la grasa intramuscular asociada al sabor, la terneza y la calidad del corte. Explicó que hoy existen apps que permiten medir en segundos este atributo, uno de los más valorados por los mercados premium.
“Un restaurante que cobra 50 dólares o euros por un bife necesita la certeza de que ese corte tiene el marbling correcto. Y nosotros, como país, tenemos la capacidad de proveer esa garantía, siempre y cuando clasifiquemos, segmentemos y etiquetemos con precisión”, señaló Herrera.
Herrera no esquivó uno de los debates más fuertes: las críticas que la carne vacuna recibe en torno al cambio climático y los gases de efecto invernadero. Reconoció que muchas acusaciones provienen de estudios parciales o extrapolados, pero advirtió que no alcanza con negar o minimizar el problema.
“La respuesta no puede ser enojarse y repetir que tenemos la mejor carne del mundo. Debemos demostrar que producimos con bienestar animal, condiciones laborales dignas y respeto ambiental. El consumidor de alto poder adquisitivo quiere carne con tranquilidad de conciencia, y debemos darle esa certeza”, enfatizó.
En las ferias internacionales, Herrera observó que los grandes exportadores –Brasil, Uruguay, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido– ya no centran su marketing en las características organolépticas de la carne. En cambio, destacan bienestar animal, sustentabilidad, trazabilidad y compromiso social.
“El consumidor ya no compra solo sabor o jugosidad: compra un relato, una historia, un compromiso con el planeta. Argentina tiene todo para competir en ese terreno, desde su tradición ganadera hasta su cultura rural. Pero debemos aggiornar nuestro mensaje”, aseguró.
En el cierre de su ponencia, Herrera remarcó que Argentina cuenta con extensiones, genética, agua, naturaleza e historia cultural para consolidarse como líder mundial en carnes de alto valor agregado.
“La oportunidad está en escuchar al consumidor, en no quedarnos en el orgullo de decir que somos los mejores, sino en demostrarlo con hechos. Cada protocolo, cada certificación, cada QR es un puente hacia un mercado que quiere seguir comprando nuestra carne. El valor agregado está en esa transparencia”, concluyó.