Guadalupe Bravo, economista del Centro de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca (BCBB), ofreció una exposición detallada sobre el papel estratégico del puerto de Bahía Blanca y su influencia en la producción agropecuaria de la región. La presentación se realizó en el marco del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y llevado a cabo el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero.
Durante su intervención, Bravo destacó la importancia de analizar la producción agropecuaria en los 45 partidos y departamentos que forman parte del área de influencia de la BCBB, que comprende parte de la provincia de Buenos Aires y La Pampa, así como la actividad portuaria vinculada al comercio internacional de granos y productos agroindustriales.
La economista explicó que la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca no solo realiza análisis sobre la producción agrícola de la región, sino también sobre el hinterland ( tierras detras) del puerto local, que representa un factor clave para la logística de exportación. Según Bravo, el puerto de Bahía Blanca se ha consolidado como un puerto de aguas profundas, con un calado de 42 a 45 pies, lo que permite completar buques graneleros que transportan productos desde otras terminales de la ribera.
“El puerto de Bahía Blanca es estratégico, no solo por su ubicación geográfica, sino también por su capacidad de adaptarse a los cambios de la producción y a las necesidades del comercio internacional”, señaló Bravo, destacando que su análisis abarca tanto el volumen de exportación como la composición de los embarques.
Un punto central de la exposición fue el efecto que tuvo la bajante del río Paraná en 2020 sobre la dinámica portuaria y agroindustrial. Antes de este fenómeno, el puerto movilizaba entre 7 y 8 millones de toneladas anuales, pero a partir de la bajante, el volumen se incrementó de manera sostenida, alcanzando un récord de casi 13 millones de toneladas en 2021.
Este crecimiento no solo reflejó un aumento en la participación del puerto en las exportaciones, sino también un cambio en la composición de los embarques. Previo a la bajante, el complejo sojero representaba el 46% de los embarques, seguido por los cultivos de fina como trigo, cebada y maíz. En 2024, el panorama había cambiado: el maíz representaba el 56% de las exportaciones, seguido por trigo, cebada y el complejo sojero, consolidándose como el cultivo estrella del puerto.
Bravo explicó que el incremento del maíz se reflejó tanto en el volumen transportado por los buques como en la producción regional, con campañas que evidenciaron un crecimiento constante en área sembrada y toneladas producidas. En la campaña 2021-2022, el maíz consolidó su rol en el sur del área de influencia, con más de 5 millones de toneladas producidas en 1,5 millones de hectáreas, a pesar de la presencia de la plaga de la chicharra que afectó otras regiones del país.
“El maíz se posiciona como el cultivo central para la exportación desde Bahía Blanca, y esto se refleja en el promedio de carga de los buques, que pasó de 21.500 toneladas antes de la bajante a picos de casi 30.000 toneladas durante el proceso de adaptación del puerto”, explicó la economista.
Guadalupe Bravo destacó que, si bien no se ha superado el récord de 2021, el puerto mantiene un volumen superior al de años previos a la bajante, evidenciando su capacidad de adaptación a las nuevas demandas internacionales y cambios en la producción. La especialista señaló que esta adaptación es fundamental no solo para el comercio interno, sino también para responder a cambios geopolíticos, variaciones en la demanda global y nuevas normativas internacionales.
“El desafío ahora es mantener la actividad portuaria en línea con las necesidades de producción regional y las exigencias del mercado internacional, consolidando a Bahía Blanca como un hub estratégico de exportación”, subrayó Bravo.
La economista destacó que la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca realiza un seguimiento constante de la producción regional, identificando tendencias y desafíos. Según su análisis:
Estos datos permiten a productores y exportadores planificar estrategias de producción y logística, asegurando competitividad y eficiencia en la cadena de valor agroindustrial.
Bravo enfatizó que la posición geográfica y la infraestructura del puerto permiten:
“El puerto no solo responde a la producción local, sino que se posiciona como un actor estratégico frente a la dinámica del comercio internacional y los desafíos geopolíticos actuales”, señaló la economista.