Por Agroempresario.com
Ercole Felippa, Presidente de la Cooperativa láctea Manfrey y del Centro de la Industria Lechera (CIL) participo del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, brindó una exposición donde resaltó el rol estratégico de la cadena láctea argentina como motor de desarrollo territorial, generador de empleo y fuente de orgullo nacional.
A través de un recorrido con cifras, testimonios y experiencias, Felippa planteó que detrás de cada vaso de leche no solo hay tambos e industrias, sino también familias, innovación, pueblos enteros y un enorme potencial exportador.
“Alguna vez nos detuvimos a pensar qué hay detrás de un simple vaso de leche que llega cada mañana a nuestras mesas”, preguntó Felippa al iniciar su presentación. Su respuesta fue clara: “Hay familias, hay arraigo, hay futuro. Cuando un producto lácteo llega a la mesa, no solo alimenta cuerpos: también nutre comunidades, impulsa economías y sostiene historias de vida que trascienden generaciones”.
El dirigente explicó que la industria láctea argentina se desarrolló desde hace más de un siglo, siendo un pilar fundamental del interior productivo y un ejemplo concreto de cómo se puede construir valor en origen para proyectarlo al mundo.
La cadena láctea es uno de los sectores más federales del país, con 9.400 tambos que en 2024 produjeron más de 10.590 millones de litros de leche, remitidos a 670 usinas o plantas industriales.
De esas plantas, el 91% son pymes, distribuidas principalmente en las provincias de Buenos Aires (44%), Córdoba (28%), Santa Fe (15%) y Entre Ríos (9%).
Felippa subrayó que esta amplia dispersión territorial permite agregar valor en origen, una característica diferencial respecto de otras cadenas agroindustriales más concentradas.
En términos de valor agregado bruto, la cadena láctea ocupa el quinto lugar dentro del complejo agroindustrial argentino, detrás de cereales, oleaginosas y carne bovina, y muy cerca de rubros como el maíz y el trigo.
En 2024, la actividad generó un valor agregado bruto de 13.500 millones de dólares, que se recircularon en cada región productiva, fortaleciendo el entramado local.
En provincias como Córdoba y Santa Fe, ese aporte representa el 20% del valor agregado bruto agroindustrial, lo que dimensiona la relevancia regional del sector.
El sector lácteo genera alrededor de 200.000 puestos de trabajo, distribuidos entre 43.000 en tambos, 29.000 en plantas industriales y unos 130.000 empleos indirectos en transporte, logística y servicios asociados.
Según estudios del INDEC, la cadena láctea se ubica en el 4.º lugar en multiplicador de empleo, detrás de oleaginosas, refinación de petróleo y tabaco, pero muy por encima de la industria automotriz. “Por cada empleo directo en el sector, se generan 6,1 empleos en el resto de la economía”, destacó Felippa.
Además, la industria láctea es mano de obra intensiva, con una ocupación 1,4 veces superior al promedio manufacturero y 2,1 veces más alta que el promedio general de la economía.
Felippa resaltó que los salarios de la industria láctea son un 39% superiores al promedio de la industria manufacturera y un 40% más altos que la media de la economía nacional.
Esto, sumado a la descentralización geográfica, garantiza estabilidad y arraigo, evitando la migración de los jóvenes hacia los grandes centros urbanos y manteniendo vivas a las comunidades rurales.
“Cuando uno ve el mapa de tambos y plantas industriales, se da cuenta que están superpuestos. Eso significa que el valor agregado se hace en origen, fortaleciendo el interior profundo”, explicó el dirigente.
Como ejemplo, Felippa compartió una experiencia personal en su pueblo natal, Freire (Córdoba), donde funciona la cooperativa Manfrey.
La localidad tiene apenas 8.000 habitantes, pero concentra cooperativas lecheras, de acopio de cereales y de servicios públicos. Al calcular el PBI per cápita local, el dirigente se sorprendió: el nivel es equivalente al de países europeos desarrollados.
“Esto no es un caso aislado: se repite en muchos pueblos del interior donde se agrega valor en origen. Es la prueba de que el campo y la industria juntos pueden generar prosperidad y arraigo”, afirmó.
El sector lácteo conecta diariamente el campo con la ciudad. Para recolectar los 31 millones de litros de leche diarios, los camiones recorren unos 350.000 kilómetros por día, lo que equivale a nueve vueltas completas a la circunferencia de la Tierra.
Este sistema abastece a 47 millones de consumidores internos y exporta a más de 90 países.
La lechería argentina exporta 24 veces más de lo que importa, generando una balanza comercial positiva de 1.400 millones de dólares.
Además, el precio promedio por tonelada exportada es seis veces superior al promedio de la economía, lo que refleja el alto valor agregado de sus productos.
Felippa explicó que, aunque el sector enfrenta procesos de comoditización, se está avanzando hacia productos diferenciados y de mayor valor agregado, una clave para crecer en los mercados internacionales.
En su cierre, Ercole Felippa volvió a la pregunta inicial: ¿qué hay detrás de un vaso de leche?
Su respuesta fue contundente:
“La industria láctea no es solo producción: es arraigo, empleo, infraestructura y comunidad. Es el punto de encuentro donde el esfuerzo de muchos se transforma en el bienestar de todos”, concluyó.