Por Agroempresario.com
Hugo Flombaum abrió su presentación en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, agradeciendo a los organizadores y destacando la calidad de los oradores convocados.
El referente explicó que, aunque no es ingeniero, lideró una de las principales empresas eléctricas de la provincia de Buenos Aires, siendo la primera vez que un presidente no ingeniero ocupaba ese cargo. “La gerente general que me acompañó era contadora, y juntos tuvimos que convencer a los ingenieros de que podíamos llevar adelante una empresa de esa magnitud”, recordó. Esta experiencia le permitió mirar la energía desde el usuario, no desde la generación, una perspectiva que considera fundamental para el desarrollo sostenible del país.
Flombaum repasó la historia de la electricidad en Argentina y el mundo, destacando que en los primeros años, cada ciudad y cada pueblo contaba con su propia usina. Posteriormente, surgieron las grandes generadoras hidroeléctricas, de fuel oil y gas, generalmente ubicadas fuera de los ejidos urbanos, lo que derivó en redes de transporte de energía que alimentan grandes centros urbanos como Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Sin embargo, estas redes no siempre garantizan la calidad y certeza del servicio, especialmente en ciudades más pequeñas.
Según Flombaum, la crisis energética no se debe a la falta de energía, sino a la dificultad de transportarla de manera eficiente. A pesar de que la Argentina ha incorporado energía renovable —aproximadamente 15-16% de la matriz—, estos parques solares y eólicos están alejados de los centros urbanos y no solucionan los problemas de calidad del servicio. “Se reemplaza una gran generadora por otra grande, lejos de la ciudad, y la certeza en la distribución sigue siendo un desafío”, enfatizó.
El especialista destacó que en otros países, como Brasil, la producción distribuida de energía ya ha avanzado considerablemente, instalando sistemas locales que permiten un abastecimiento seguro y eficiente. En contraste, Argentina mantiene un atraso significativo en esta modalidad, a pesar de la disponibilidad de tecnologías solares y eólicas para el riego y las actividades agropecuarias.
Flombaum puso énfasis en la aplicación práctica de estas tecnologías en el campo: galpones de pollos, sistemas de riego y tambos pueden incorporar energía solar para producir lo que necesitan y vender el excedente a la red, mejorando la rentabilidad y asegurando la continuidad del servicio. Sin embargo, aún no existe un marco que promueva o regule estas prácticas en todo el país.
El referente recordó experiencias concretas, como la implementación de un fondo compensador en la provincia de Buenos Aires que igualó la tarifa eléctrica de los campos y tambos con la de la ciudad. Esta medida permitió garantizar la certeza en el precio de la energía para la producción agrícola y ganadera, aunque la calidad del servicio seguía dependiendo de las redes tradicionales.
“La electricidad está íntimamente ligada a la comunidad y a la sociedad”, afirmó Flombaum, resaltando que un enfoque más local y distribuido puede replicar la lógica de las primeras usinas en cada pueblo, adaptándola a los desafíos energéticos actuales. Según el experto, la adopción de la producción distribuida de energía no solo tiene ventajas económicas, sino que también contribuye a la seguridad, sostenibilidad y resiliencia del sistema eléctrico.
El expositor cerró su intervención destacando la importancia de los congresos como el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía” para difundir ideas innovadoras y fomentar políticas que conecten a la comunidad con la energía. “Esperemos que algún día se llegue a elegir autoridades nacionales que tengan un contacto directo con la gente, al igual que hoy buscamos soluciones energéticas locales”, concluyó.