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Inés Eugenia García: “Este nuevo paradigma de la bioeconomía comienza con la salud del suelo y las interacciones microbianas”

La docente de Agronomía de la UBA destaca el rol de los microorganismos y la bioeconomía para impulsar una agricultura sustentable y competitiva en Argentina

Inés Eugenia García: “Este nuevo paradigma de la bioeconomía comienza con la salud del suelo y las interacciones microbianas”
lunes 29 de diciembre de 2025

Por Agroempresario.com

Inés Eugenia García, profesora de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, abrió su exposición en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, con un mensaje claro: la bioeconomía y la sostenibilidad comienzan en el suelo, a través de la comprensión de las interacciones entre microorganismos y plantas.

Con una trayectoria dedicada al estudio de las interacciones microbianas y su influencia en la productividad de cultivos, García destacó que comprender estos procesos es fundamental para avanzar hacia sistemas agrícolas sustentables y eficientes, alineados con el paradigma de la bioeconomía.

La bioeconomía: integración de agricultura sustentable e industrialización inteligente

“Estamos hablando de bioeconomía, que combina agricultura sustentable e industrialización inteligente. Para pensar en sostenibilidad, primero debemos analizar la salud del suelo, y un aspecto crítico es el mantenimiento de la materia orgánica”, explicó García.

El suelo actúa como un ecosistema complejo donde las raíces de las plantas interactúan con microorganismos benéficos y patógenos. “Cuando las raíces crecen, liberan compuestos que atraen microorganismos activos, generando asociaciones que favorecen la nutrición y defensa de las plantas”, detalló.

Microorganismos: aliados y desafíos

García clasificó los microorganismos en tres grupos:

  • Microorganismos benéficos: Promueven el crecimiento de las plantas y son el foco principal para manipular sistemas sostenibles.
     
  • Microorganismos patógenos: Pueden afectar la salud de los cultivos y controlarse mediante agroquímicos o microorganismos antagonistas.
     
  • Microorganismos minoritarios: Asociados a enfermedades en animales y humanos, pero menos prevalentes en los suelos agrícolas.
     

“Para lograr sostenibilidad, debemos centrarnos en los microorganismos benéficos, que interactúan mayoritariamente con las plantas y permiten mejorar los sistemas productivos reduciendo insumos químicos”, enfatizó la experta.

Suelo y raíces: el ambiente más dinámico del planeta

García destacó que el ambiente cercano a las raíces, conocido como rizosfera, es uno de los ecosistemas más dinámicos del planeta por su alta actividad microbiana. “En la rizosfera ocurren procesos fundamentales para la nutrición y defensa de las plantas, lo que nos permite diseñar estrategias basadas en conocimiento profundo de estas interacciones”, señaló.

Entre los beneficios de estas asociaciones destacan:

  • Incremento de la capacidad de exploración del suelo.
     
  • Intercambio de señales que permiten a la planta reconocer patógenos.
     
  • Fijación biológica de nutrientes esenciales, como el nitrógeno atmosférico.
     

Del paradigma químico al paradigma de la bioeconomía

“Actualmente estamos transitando entre dos paradigmas. El antiguo se basaba en la producción intensiva con insumos químicos, mientras que el nuevo paradigma de la bioeconomía busca alternativas que reduzcan el impacto ambiental y aumenten la sostenibilidad”, explicó García.

Este cambio implica aprovechar el potencial de microorganismos benéficos y otros organismos del suelo para mejorar la productividad sin comprometer la salud del ecosistema.

Asociaciones planta-microorganismo: hongos y bacterias

García explicó que las micorrizas, asociaciones entre hongos y raíces, son fundamentales para la absorción de nutrientes y la comunicación de la planta con su entorno. “Estos hongos aumentan la capacidad de exploración del suelo y permiten a la planta recibir señales sobre riesgos patógenos”, detalló.

Por otro lado, ciertas bacterias fijadoras de nitrógeno son capaces de transformar el nitrógeno atmosférico en formas disponibles para las plantas, reduciendo la necesidad de fertilizantes químicos. “Estas asociaciones son clave para diseñar sistemas agrícolas sostenibles y eficientes”, agregó.

MIRA LA CONFERENCIA COMPLETA

Control de enfermedades a través de microorganismos

Además de favorecer el crecimiento, los microorganismos benéficos pueden utilizarse para controlar patógenos del suelo y de las plantas. García destacó que su laboratorio trabaja desde hace años en tres áreas principales:

  • Micorrizas para mejorar la nutrición y defensa.
     
  • Microorganismos promotores de crecimiento en cereales y otros cultivos.
     
  • Colecciones de microorganismos nativos capaces de controlar enfermedades específicas.
     

La academia y la industria: colaboración estratégica

García resaltó la importancia de la interacción entre la academia y el sector agroindustrial. “La industria inteligente basada en microorganismos depende del conocimiento generado por la investigación científica. Esta colaboración es fundamental para que los productores puedan acceder a estas herramientas”, afirmó.

Estas asociaciones permiten a la bioeconomía consolidarse como un modelo productivo que reduce impactos ambientales, aumenta la eficiencia y fortalece la sustentabilidad.

Herramientas basadas en conocimiento

El uso de microorganismos benéficos no es casual, sino basado en conocimiento profundo de las interacciones planta-microorganismo. García señaló que la manipulación de estos sistemas requiere información detallada sobre cómo se desarrollan estas asociaciones y cómo se aplican en distintos sistemas agrícolas.

“El potencial de estas herramientas es enorme, pero depende de nuestra disposición a abandonar el antiguo paradigma y adoptar plenamente la bioeconomía”, concluyó.

Beneficios de la bioeconomía en la producción agrícola

Entre los principales beneficios que García destacó están:

  • Reducción del uso de agroquímicos.
     
  • Incremento en la productividad y calidad de los cultivos.
     
  • Fortalecimiento de la resiliencia agrícola.
     
  • Sostenibilidad a largo plazo, asegurando suelos saludables y biodiversidad microbiana.
     

Aplicaciones prácticas y resultados

En la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, García y su equipo aplican estas estrategias en laboratorios y ensayos de campo, logrando resultados concretos:

  • Optimización del uso de fertilizantes y nutrientes.
     
  • Mayor desarrollo radicular y absorción de nutrientes esenciales.
     
  • Control natural de enfermedades mediante microorganismos antagonistas.
     

Estos resultados no solo demuestran la efectividad de la bioeconomía, sino que también permiten transferir conocimiento al sector productivo.

La sostenibilidad comienza en el suelo

García enfatizó que la sostenibilidad agrícola depende de la salud del suelo y de cómo se gestionan los microorganismos benéficos. “El futuro de la producción agropecuaria depende de comprender que cada raíz y cada microbio juegan un papel fundamental. La bioeconomía comienza con el suelo y sus interacciones”, afirmó.

Educación, investigación y difusión

La profesora destacó que la formación profesional y la investigación científica son pilares para avanzar en bioeconomía. “Nuestro trabajo académico genera herramientas que la industria puede aplicar, y que los productores pueden utilizar para mejorar la sostenibilidad y eficiencia de sus cultivos”, explicó.

La difusión de estos conocimientos en eventos como el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía” es clave para que los actores del sector comprendan y adopten el paradigma de la bioeconomía.

Un futuro con bioeconomía: elección de paradigma

García cerró su exposición planteando que el sector agropecuario argentino tiene la posibilidad de decidir entre permanecer en el paradigma químico tradicional o avanzar plenamente hacia la bioeconomía.

“El éxito depende de nuestra capacidad para utilizar herramientas basadas en microorganismos benéficos, conocimiento científico y colaboración entre academia, industria y productores. Este nuevo paradigma comienza ahora”, concluyó.

 



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