Ludovico Grillo: “La educación agrotécnica tiene hoy la gran oportunidad de ser el eje del desarrollo de nuestras comunidades”

Por Agroempresario.com

Ludovico Grillo - Director Ejecutivo del INET Instituto Nacional de Educación Técnica participó del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, Grillo, brindó una exposición de alto impacto. Allí destacó que la educación agrotécnica argentina atraviesa un punto de inflexión histórico: pasar de la disyuntiva de formar jóvenes para que abandonen sus comunidades, a transformarse en motores de desarrollo local, innovación y arraigo.

A lo largo de su ponencia, Grillo abordó los desafíos actuales de la educación rural y técnica, el impacto de las nuevas tecnologías en la vida de los estudiantes, la necesidad de formar habilidades más allá de los contenidos tradicionales y la importancia de vincular la educación con la producción y el entramado empresarial del agro argentino.

Del temor al desarraigo al arraigo productivo

Tradicionalmente, explicó Grillo, la educación agraria vivía con un dilema: muchos docentes sentían que formaban a sus estudiantes para que se marcharan de sus pueblos. El acceso a un nivel de conocimiento más avanzado implicaba, en muchos casos, emigrar a grandes ciudades o universidades, dejando atrás la producción local y la vida comunitaria.

“Eso le partía el corazón a muchos de los docentes de las escuelas técnicas”, señaló. La imagen de ponerle un “ladrillo en la cabeza” al alumno para que no creciera más era la representación simbólica de una tensión real: ¿formar hasta el máximo a los jóvenes y arriesgarse a que se fueran, o frenar su desarrollo para garantizar el arraigo?

Hoy, remarcó, esa ecuación cambió radicalmente.

La revolución tecnológica que llegó al campo argentino

Según Grillo, los avances en tecnologías aplicadas al agro y en TICs (tecnologías de la información y la comunicación) han transformado la lógica de la educación y el trabajo rural.

“Hoy alguien puede estar en el lugar más remoto del campo argentino aplicando tecnología de última generación y participando de la ola de innovación global”, destacó.

Drones, cámaras, sistemas de monitoreo remoto, big data, inteligencia artificial y conectividad permiten que estudiantes, técnicos y productores participen activamente de la revolución tecnológica sin necesidad de abandonar sus comunidades.

“Ya no se trata de ver desde lejos lo que pasa en las grandes capitales. Hoy desde un aula rural podés contribuir a generar la ola de innovación tecnológica que transforma el agro”, puntualizó.

La escuela rural como centro de desarrollo comunitario

Este cambio implica que cada escuela rural o agrotécnica se convierta en un centro de desarrollo local. La educación ya no debe poner techos, sino apostar al máximo potencial de los estudiantes.

El desafío, reconoció Grillo, es enorme: la educación agrotécnica estuvo durante años encerrada en sí misma, con currículas rígidas y desconectadas de la realidad productiva. “Ahora debemos abrirnos: a las empresas, a los productores, a las nuevas tecnologías, a la innovación permanente”, afirmó.

De la enseñanza de contenidos al desarrollo de habilidades

Uno de los ejes más fuertes de la exposición de Grillo fue la necesidad de transformar la educación de contenidos en educación de habilidades.

Durante décadas, explicó, la enseñanza se basó en transmitir conocimientos acumulados: fechas, fórmulas, técnicas repetitivas. La idea implícita era que el estudiante se recibía y ya contaba con todo lo que necesitaría para toda la vida.

“El mundo cambió. Hoy al año o dos años de recibirse, un técnico debe aprender nuevas máquinas, nuevos softwares, nuevas tecnologías”, advirtió.

Por eso, insistió en que la educación debe formar estudiantes con capacidad de aprender a lo largo de toda la vida, con habilidades de:

• Procesar y aplicar conocimientos disponibles en internet.
• Trabajar en equipo y comunicarse eficazmente.
• Adaptarse a disrupciones como inteligencia artificial o big data.
• Innovar y resolver problemas en entornos productivos cambiantes.

El nuevo rol del docente en la educación técnica

En este contexto, el rol de los docentes también cambia. De ser transmisores de contenidos pasan a ser facilitadores de habilidades.

“El desafío es enorme, porque todos tendemos a repetir los modelos con los que fuimos educados”, señaló Grillo. La educación técnica y rural necesita docentes que acompañen a los estudiantes a aprender a aprender, a desarrollar pensamiento crítico, resiliencia y capacidad de innovación.

MIRA LA CONFERENCIA COMPLETA

Diversidad productiva, riqueza educativa

La diversidad productiva argentina es, para Grillo, un desafío adicional pero también una oportunidad.

Cada región trabaja con distintos cultivos, ganados o economías regionales, lo que hace inviable un único plan de estudios nacional rígido.

“La clave está en trabajar con proyectos locales, aprovechar las producciones de cada zona y desarrollar las habilidades transversales que permitirán a los estudiantes adaptarse a cualquier contexto productivo”, aseguró.

Así, un técnico formado en una provincia puede migrar a otra y rápidamente capacitarse en la nueva producción, gracias a que aprendió a investigar, consultar a expertos y aplicar habilidades.

El futuro de la educación agrotécnica en Argentina

Grillo fue enfático: la educación agrotécnica argentina tiene hoy una gran oportunidad histórica.

Ya no debe debatirse si formar a fondo o no a los jóvenes. El contexto tecnológico y productivo obliga a apostar al máximo, porque las escuelas rurales pueden ser el eje del desarrollo comunitario y del arraigo territorial.

“Hoy tenemos que animarnos a cambiar. La educación agrotécnica debe ser el centro del desarrollo de nuestras comunidades”, concluyó.

El testimonio de Ludovico Grillo en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía” se convierte en un llamado a la acción. La conclusión es clara: el futuro del agro argentino depende tanto de la innovación tecnológica como de la capacidad de formar jóvenes con habilidades, arraigo y compromiso con el desarrollo local.