María Julieta Comin: “La articulación público-privada puede impulsar el agregado de valor en origen dentro de la economía circular”

Por Agroempresario.com

María Julieta Comin, especialista en innovación y transferencia tecnológica del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), expuso sobre cómo la articulación público-privada puede potenciar el valor en origen dentro de la economía circular, durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero. La referente presentó diversos casos en los que la cooperación entre instituciones, empresas y startups ha permitido desarrollar productos innovadores, aprovechar subproductos y generar cadenas de valor más sostenibles.

Comin explicó que el INTI tiene como misión impulsar la innovación en la industria argentina, con especial atención a las pymes, a través de transferencia tecnológica, certificación, aseguramiento de calidad y mediciones en todo el país. Destacó que el instituto cuenta con centros sectoriales y transversales, plantas piloto y más de 5.000 servicios destinados a fortalecer la capacidad tecnológica de las empresas y su competitividad en mercados locales e internacionales.

“La articulación público-privada no es solo un concepto teórico, sino una herramienta concreta para generar valor en origen y mejorar la sostenibilidad de las cadenas productivas”, afirmó Comin. Resaltó que este enfoque permite combinar recursos, conocimiento y tecnología para desarrollar soluciones aplicables a escala industrial.

Aprovechamiento del lactosuero en Rafaela

Un primer ejemplo que presentó Comin se desarrolló en Rafaela, en colaboración con la empresa Biotech, especializada en ingredientes alimenticios. Mediante un modelo asociativo, INTI instaló equipamiento de la empresa en su planta piloto y desarrolló conjuntamente productos de base láctea utilizando lactosuero, un subproducto altamente nutritivo y contaminante de la industria quesera.

Se creó un tabla de base láctea que combina un 50% de lactosuero, ingredientes comercializados por Biotech y crema adicional, generando productos aplicables en quesos, postres y otros alimentos. Este desarrollo permite valorizar un subproducto, generar nuevos negocios y promover la sostenibilidad dentro de la cadena láctea.

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Otro caso destacado tuvo lugar en Tucumán, con la empresa Trapani, dedicada a la producción cítrica. La compañía generaba grandes cantidades de cáscara de limón como subproducto, antes vendida como desecho deshidratado. A través de la colaboración con INTI, se desarrollaron fibras alimentarias derivadas de la cáscara, que actualmente se comercializan y producen un efecto de sustitución de importaciones al reemplazar la pectina importada.

Comin subrayó que estas fibras permiten reducir grasas y sal en alimentos, mejorando la calidad nutricional de los productos finales. La producción alcanza 700 toneladas anuales y continúa en expansión, con gran parte destinada a exportación y parte al mercado local.

Certificación de biocombustibles sólidos y aprovechamiento de biomasa

La especialista también presentó desarrollos en el sector agro y forestal, específicamente en el uso de biomasa para generar biocombustibles sólidos, como pellets y briquetas. En Tucumán, el INTI ha trabajado en la normalización y certificación de estos productos junto a IRAM, desarrollando la norma 17 225 ISO IRAM, clave para garantizar calidad y competitividad en exportación.

El sector ha crecido notablemente en los últimos años, pasando de cinco a más de 30 empresas en todo el país, transformando subproductos forestales y de caña de azúcar en biocombustibles sólidos. Comin destacó que estos desarrollos generan valor en origen y fomentan la economía circular, al aprovechar residuos para producir energía sostenible y comercializable.

En Catamarca, Comin presentó proyectos de aprovechamiento de subproductos de algarroba para la producción de etanol, demostrando el potencial de la bioeconomía para diversificar la industria local.

Asimismo, destacó el caso reciente de Modo Domo, una startup de Río Negro, que desarrolló paneles de construcción a base de cáñamo, un material con menor huella de carbono y ciclos productivos más cortos que la madera tradicional. Los paneles cumplen con estándares de aislación térmica y sonora, durabilidad y resistencia al fuego, resultando ideales para climas extremos como los de la Patagonia.

Impacto de la economía circular en la sostenibilidad

María Julieta Comin enfatizó que estos casos reflejan cómo la articulación público-privada combina capacidades técnicas y recursos para generar cadenas de valor más resilientes y sostenibles. La especialista destacó la importancia de integrar innovación, investigación y desarrollo tecnológico para maximizar el valor agregado en origen y fomentar prácticas que contribuyan a la bioeconomía y la economía circular en Argentina.

“La bioeconomía no sólo agrega valor económico, sino que también protege los recursos naturales, reduce desperdicios y promueve el desarrollo sostenible de nuestras regiones productivas”, afirmó Comin, remarcando que la adopción de estas tecnologías representa una oportunidad estratégica para fortalecer la competitividad nacional.

Comin concluyó que el desafío del sector industrial y agropecuario es avanzar hacia modelos que integren innovación, sostenibilidad y eficiencia. La articulación entre el sector público, empresas y startups permite transformar subproductos, optimizar procesos y generar nuevas oportunidades económicas.

La especialista enfatizó que la replicabilidad de estos desarrollos en diferentes provincias permite escalar soluciones, adaptarlas a distintos contextos y fortalecer la economía local y regional. Asimismo, destacó que estos proyectos contribuyen a la transición hacia una economía más circular, donde los residuos se convierten en insumos de valor y se promueve la competitividad sostenible de Argentina en el mercado global.

María Julieta Comin finalizó su exposición reafirmando que la combinación de recursos, conocimiento y tecnología es esencial para generar cadenas de valor más resilientes y sostenibles, y que la colaboración público-privada seguirá siendo un motor clave para la innovación y el desarrollo de la bioeconomía argentina.