Manuel Jaramillo: “No es producir o conservar, es producir conservando”

Por Agroempresario.com

Durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen” / Cumbre Mundial de la Bioeconomía, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, Manuel Marcelo Jaramillo, Director General de Fundación Vida Silvestre Argentina, ofreció una exposición profunda y reveladora sobre los desafíos ambientales que enfrenta el país y el rol central del sector agroindustrial en la transición hacia un modelo de desarrollo sustentable.

Con más de 48 años de trayectoria, la organización que lidera trabaja por la armonía entre la producción y la naturaleza. Desde ese lugar, Jaramillo propuso una mirada integradora que supere la falsa dicotomía entre crecimiento económico y conservación ambiental.

“No es producir o conservar. Es producir conservando”, sostuvo Jaramillo, sintetizando una de las frases más potentes de la jornada.

La agroindustria como pilar económico, social y ambiental

El referente ambiental comenzó destacando el enorme peso que tiene la agroindustria argentina en la estructura económica nacional. “Más del 7% del PBI argentino proviene del sector agropecuario”, recordó, subrayando su rol estratégico en la generación de divisas, empleo y desarrollo regional.

Sin embargo, advirtió que ese crecimiento productivo convive con una “cara ambiental menos cuidada”, evidenciada en el avance de la deforestación, la pérdida de ecosistemas naturales y la presión sobre los recursos.

Argentina, explicó, se encuentra entre los diez países con mayor tasa de deforestación del mundo, habiendo perdido más de seis millones de hectáreas desde 1998. “Para dimensionarlo —añadió— es como si hubiéramos eliminado dos veces la superficie completa de la provincia de Misiones.”

La Ley de Bosques: un hito que exige cumplimiento

Jaramillo recordó que la Ley de Bosques Nativos, sancionada en 2007, fue un avance histórico en materia de conservación y ordenamiento territorial. “Es una norma ejemplar que surgió del trabajo participativo entre distintos sectores de la sociedad”, señaló.

Esta ley clasifica los bosques en tres categorías:

• Rojo, donde la conservación es prioritaria y no se permite el cambio de uso del suelo.
• Amarillo, habilitado para manejo sustentable bajo estrictas regulaciones.
• Verde, donde se puede autorizar la transformación con planificación ambiental previa.

Pese a ello, desde su implementación, se han deforestado 4,5 millones de hectáreas, de las cuales 3,8 millones corresponden a la región chaqueña, el área más afectada por el avance agrícola y ganadero.

“Lo más grave es que el 72% de esos desmontes fueron ilegales, ocurridos en zonas rojas o amarillas donde nunca debieron realizarse”, denunció.

Impacto del decreto europeo sobre deforestación

El director de Vida Silvestre dedicó parte de su exposición a analizar el Reglamento Europeo sobre Deforestación (EUDR), que restringirá el ingreso de commodities agrícolas al mercado europeo si no se certifica su origen libre de deforestación.

Según datos de la organización, entre 2021 y 2024, Argentina deforestó 845.000 hectáreas posteriores a la fecha de corte fijada por la Unión Europea (diciembre de 2020). Esa superficie representa el 14% de toda la deforestación ocurrida desde 1998.

“Si bien esas áreas equivalen sólo al 1,5% de la superficie agropecuaria total del país, implican un desafío serio para la trazabilidad de nuestras exportaciones”, explicó Jaramillo.

De ese total, solo el 28% de los desmontes podrían considerarse legales, mientras que el 72% restante corresponden a transformaciones en áreas donde el cambio de uso del suelo está prohibido.

Causas principales: expansión agrícola y ganadera

El informe de Vida Silvestre detalla que el 42% de la deforestación reciente se debió a la expansión agrícola, mientras que otro 42% correspondió a la actividad pecuaria, principalmente para la generación de pasturas.

“Promovemos la ganadería sustentable de pastizal, pero no aquella que se implanta luego de eliminar ambientes naturales como bosques o humedales”, aclaró Jaramillo.

Además, un 34% del área afectada tuvo origen en incendios forestales, y el 17% restante en sistemas pastoriles no sustentables.

Esta dinámica, advirtió, no solo afecta al ambiente sino también a la economía: “Según un estudio de Chequeado, el país destina el 4,3% del PBI a cubrir los daños generados por la deforestación y el cambio climático. Es un costo oculto que reduce los beneficios productivos”.

Pastizales naturales y comunidades rurales: una pérdida silenciosa

Entre 1998 y 2022, Argentina perdió 720.000 hectáreas de pastizales naturales, base de la ganadería tradicional. Este cambio, impulsado por la búsqueda de mayores rentabilidades, afecta directamente a los 2 millones de habitantes rurales que dependen de los ecosistemas boscosos, equivalentes al 55% de la población rural nacional.

En esas regiones, explicó, “el desarrollo agroindustrial muchas veces no llega con beneficios equitativos: se instalan grandes proyectos forestales o ganaderos, pero las comunidades locales continúan marginadas”.

Además, el 65,6% de las comunidades indígenas del país habitan en territorios incluidos dentro del ordenamiento territorial de bosques nativos, mayoritariamente en áreas de conservación. “Esto muestra —dijo— que la deforestación no solo destruye naturaleza, también vulnera derechos humanos y culturales.”

Bioeconomía: una visión integradora para el futuro

Jaramillo vinculó su análisis con el eje temático central del congreso: la bioeconomía como modelo integrador.
“La bioeconomía permite pensar el desarrollo productivo desde una mirada sistémica, que incluya lo económico, lo ambiental y lo social. Es el camino para una Argentina más equitativa y sustentable”, subrayó.

Durante su intervención, celebró que espacios como la Cumbre Mundial de la Bioeconomía fomenten el diálogo entre sectores públicos, privados y académicos. “Estos foros son esenciales para construir consensos y diseñar políticas que combinen competitividad con conservación”, afirmó.

Un llamado a la acción colectiva

En la parte final de su discurso, Jaramillo invitó a superar la falsa disyuntiva entre producción y ambiente:

“Si el desarrollo no es sustentable, no es desarrollo. Es solo una transferencia de recursos donde el ambiente y las personas siempre pierden.”

Y agregó:

“Todos somos parte del problema porque nuestro modelo de consumo no es sustentable, pero también podemos ser parte de la solución. El desafío es producir conservando y hacerlo con equidad social.”

Producir conservando, el nuevo consenso

La exposición de Manuel Jaramillo en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen” dejó una impronta clara: la sostenibilidad ya no es una opción, sino una condición indispensable para el futuro de la agroindustria argentina.

Su mensaje sintetiza el espíritu de la Cumbre Mundial de la Bioeconomía: el desarrollo del país depende de una producción inteligente, respetuosa con los ecosistemas y socialmente inclusiva.

La alianza entre conocimiento, tecnología y conservación marcará el rumbo del nuevo paradigma productivo, en el que la Argentina tiene la oportunidad de posicionarse como líder regional en bioeconomía sostenible.