Ricardo Hara: “Mi misión es ser un puente confiable entre la Argentina y Japón”

Por Agroempresario.com

Durante su participación en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, el Ing. Agr. Ricardo Hara ofreció una exposición que combinó sabiduría técnica, visión estratégica y sensibilidad cultural. Con más de tres décadas de experiencia en agronegocios internacionales, el profesional argentino compartió las claves para hacer negocios con Japón “y no morir en el intento”, como tituló con humor su ponencia.

“Soy una mezcla entre samurái y Gauchito Gil”, se definió con una sonrisa. Orgulloso fruto de la educación pública argentina, Hara realizó sus estudios primarios en el barrio de San Cristóbal, cursó en el Colegio Nacional de Buenos Aires y se graduó como ingeniero agrónomo en la Facultad de Agronomía de la UBA.

Esa formación, sostiene, fue el punto de partida de una vida profesional marcada por la disciplina, la curiosidad y la vocación por tender puentes entre culturas. Trabajó casi 30 años en la empresa japonesa Ishihara, referente en el desarrollo de fitosanitarios que permitieron controlar malezas críticas y consolidar la expansión del cultivo de soja en Argentina.

“Esa tecnología fue clave para la agriculturización del campo argentino y el posicionamiento de la soja como cultivo central del país”, destacó.

El encuentro con Japón: del negocio al Ikigai

Hace una década, Ricardo Hara alterna su vida entre Argentina y Japón, dedicándose a la consultoría, gestión de negocios y viajes empresariales y culturales. Fue en ese recorrido donde descubrió su “Ikigai”, concepto japonés que define la razón de ser.

“Mi misión es convertirme en un hub confiable entre la Argentina y Japón”, aseguró ante un auditorio atento. Ese propósito guía su labor actual: impulsar la cooperación, el comercio y la comprensión mutua entre dos naciones que, aunque antípodas geográficas y culturales, poseen enormes posibilidades de complementariedad.

Para Hara, comprender la cultura japonesa es la clave del éxito en los negocios. “Japón es un país conformado por miles de islas que en conjunto ocupan 370.000 kilómetros cuadrados, casi lo mismo que la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, el 70% de su territorio es montañoso o boscoso y no puede cultivarse”, explicó.

Esa limitación geográfica convive con una población de 124 millones de habitantes, casi tres veces la de Argentina, concentrada en una superficie equivalente a Entre Ríos. A pesar de esas condiciones, Japón se convirtió en la quinta economía del mundo, un logro que Hara atribuye a su disciplina, educación y resiliencia: “En 1945 estaba devastado por la guerra, y dos décadas después era la segunda potencia mundial”.

Para entender el mercado japonés, Hara desarrolló un concepto propio: el “triple 90”:

El 90% de la población tiene estudios terciarios completos; el 90% pertenece a la clase media, con apenas un 2% de pobreza; y el 90% es étnicamente japonés, lo que genera una sociedad altamente homogénea.

“Eso explica por qué el mercado japonés es sofisticado, exigente y ordenado. Al mismo tiempo, su dependencia de las importaciones —más del 60% de sus alimentos provienen del exterior— abre grandes oportunidades para Argentina”, señaló.

Oportunidades estratégicas: bioeconomía, energía y alimentos

El ingeniero resaltó que los 125 años de relación bilateral entre ambos países constituyen un terreno fértil para la expansión del comercio. “La complementariedad entre Japón y Argentina es enorme. Ellos necesitan lo que nosotros producimos: alimentos, energía, biotecnología y conocimiento aplicado a la bioeconomía”, remarcó.

En este contexto, destacó la importancia de agregar valor en origen, lema central del Congreso, y de posicionar la marca país con una visión integral. “Tenemos que pensar a la Argentina como una experiencia holística, donde cultura, gastronomía, deporte y paisaje se integren en una misma narrativa”, subrayó.

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Según Hara, triunfar en el mercado japonés exige una combinación de paciencia, calidad, trazabilidad y confianza. Propuso cinco claves fundamentales:

1. Pensar a largo plazo. Los japoneses planifican a diez años. “En Argentina solemos pensar en la semana próxima. Para Japón, el largo plazo es una muestra de seriedad y compromiso”.
2. Priorizar la demanda sobre la oferta. “No se trata de imponer lo que tenemos, sino de adaptarnos a lo que ellos buscan”, explicó.
3. Conciliar calidad y precio. Japón exige productos premium, pero con precios competitivos. “Ese equilibrio es nuestro gran desafío”.
4. Perseverar. “Como decía Bodhidharma, fundador del budismo zen: si te caes siete veces, levántate ocho”.
5. Construir confianza. En japonés, el kanji de confianza combina las palabras “persona” y “palabra”: “Cumplir lo que se promete es el camino para relaciones duraderas”.

Hara lidera dos emprendimientos que encarnan su filosofía de cooperación entre ambos países. El primero es Bio Sofi, empresa que comercializa en Japón productos naturales gourmet y premium —como vinos, miel y yerba mate—.

“Es la primera empresa japonesa creada con capitales argentinos”, destacó con orgullo. En tres años de trayectoria, Bio Sofi se consolidó como una vidriera para el sello argentino de calidad natural y artesanal.

El segundo proyecto, MiTia Yoshi, fundado en 2024 junto a Miyo Arakane, leyenda de la industria automotriz y artífice de la instalación de Toyota en Zárate, apunta a importar y comercializar carne argentina en Japón.

La compañía ya realizó dos embarques desde el frigorífico FRIDEVI de la Patagonia, única región habilitada por el estatus sanitario libre de aftosa sin vacunación. “Esperamos que pronto se autorice el ingreso de carne desde otras zonas, lo que multiplicaría el potencial del negocio”, explicó.

Carne argentina y trazabilidad: una oportunidad estratégica

Hara sostuvo que la carne argentina tiene todas las condiciones para posicionarse en el mercado japonés. “No se trata solo de exportar, sino de garantizar trazabilidad, calidad y cumplimiento. Japón no compra productos, compra confianza”, afirmó.

De concretarse la apertura total, la Argentina podría abastecer un mercado que valora la carne como símbolo de prestigio. “La aceptación en Japón funciona como sello de calidad para todo Asia. Si un producto pasa las normas japonesas, puede ingresar sin obstáculos a Corea, Singapur o Taiwán”, señaló.

Hacia el final de su exposición, Hara apeló a una reflexión profunda sobre el modo de actuar como país. “Argentina está lejos geográficamente, pero cerca de las oportunidades. Lo que debemos impulsar es la inteligencia argentina, no la viveza criolla”, enfatizó.

Su llamado fue claro: fortalecer la educación, la cooperación y la seriedad institucional para sostener relaciones de largo plazo con socios estratégicos. “Japón necesita lo que nosotros tenemos, pero debemos ofrecerlo con calidad, coherencia y constancia”, resumió.

Una mirada inspiradora desde la bioeconomía

El mensaje de Ricardo Hara trasciende el ámbito del comercio exterior: propone un modelo de país basado en la bioeconomía, la innovación y la confianza intercultural. Su experiencia demuestra que la apertura al mundo exige tanto conocimiento técnico como sensibilidad humana.

“Agreguemos valor en origen, pero también en nuestras relaciones. Construir puentes entre culturas es el mayor valor agregado que podemos ofrecer”, concluyó entre aplausos.

Su participación en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com, fue una de las más destacadas del encuentro, dejando una enseñanza que combina sabiduría oriental, pasión argentina y visión global.