Orizon: innovación patagónica que agrega valor desde el origen

Por Agroempresario.com

Durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, la historia de Orizon cautivó a los asistentes. Con la voz de Naique y Nelson Mazquiaran, la empresa familiar de Río Mayo (Chubut) se convirtió en ejemplo tangible de cómo el valor agregado y la sostenibilidad pueden nacer desde la raíz misma de los recursos naturales.

“Orizon es una empresa familiar que genera valor agregado a un recurso natural como el agua patagónica”, afirmó Naique Mazquiaran, directora de la compañía. Junto a su hermana Camila y su padre, fundador de la empresa, representan una nueva generación que combina tradición, innovación y compromiso con el territorio.

La historia comenzó en una estancia familiar en Río Mayo, donde el amor por la tierra motivó a buscar alternativas más sustentables a la tradicional ganadería ovina. “Durante años, la Patagonia se pensó solo como tierra de ovejas. Nosotros quisimos demostrar que se puede diversificar, crear empleo y preservar el entorno”, contó Nelson Mazquiaran, recordando el inicio del camino.

De la ganadería al agua: una evolución con propósito

La familia, pionera en prácticas sustentables, fue una de las primeras en obtener certificación de tierras orgánicas en Chubut en 2003. Su búsqueda constante de nuevos horizontes los llevó a descubrir, dentro del establecimiento Don José, un acuífero de características únicas.

Después de años de análisis, estudios de laboratorio y ensayos, confirmaron que se trataba de un agua mineral natural de pureza excepcional, ligera y con brillo propio.

Así nació Orizon, cuya planta embotelladora se instaló directamente en el manantial. “Todas las aguas minerales se embotellan en origen, por eso la planta está junto al manantial, en una zona de tierras orgánicas. No intervenimos el agua: así como brota, así llega a la botella”, explicó Naique.

El nombre de la marca combina dos conceptos: orgánico y horizonte. “Orgánico, por nuestra forma de producir, respetando la naturaleza; y horizonte, porque la Patagonia está hecha de horizontes infinitos”, dijo la empresaria.
Esa identidad se refleja en cada botella, pensada no solo como producto, sino como embajadora de la pureza y el espíritu patagónico.

La planta fue construida completamente en el medio del campo, llevando tendido eléctrico, infraestructura y tecnología a un entorno natural. Cada ladrillo y cada clavo, cuenta Naique, fueron transportados por la familia. Desde las ventanas del establecimiento pueden verse guanacos, ovejas y el paisaje patagónico extendiéndose hacia el horizonte. La producción, 100% sustentable, no genera residuos peligrosos ni bombea agua del subsuelo: el flujo del manantial alimenta naturalmente el proceso.

Innovación, bioeconomía y arraigo

El caso Orizon fue destacado en el Congreso como ejemplo de bioeconomía regional, donde la innovación productiva se une al arraigo territorial. Para Nelson Mazquiaran, la clave está en transformar los recursos naturales en proyectos con identidad local y visión global:

“No se trata de vender agua, sino de llevar un mensaje: tenemos productos únicos para conquistar un mundo globalizado sin perder nuestras raíces”.

La Patagonia, con sus condiciones extremas y ecosistemas prístinos, representa un laboratorio natural para el desarrollo de modelos sostenibles. Orizon no solo genera valor económico, sino también valor simbólico y social, al recuperar la cultura del trabajo en una región donde la ganadería tradicional pierde protagonismo.

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En 2011, la familia lanzó su primera botella al mercado, enfrentando los desafíos logísticos y comerciales de operar desde una zona remota. “Aprendimos de todo: diseño, packaging, distribución, certificaciones”, señaló Naique.

Su constancia los llevó a concretar la primera exportación de agua mineral patagónica a Chile, a través de Punta Arenas, consolidando a Orizon como un caso de éxito en la exportación de productos con valor agregado en origen.

Desde entonces, la empresa creció en volumen, tecnología y reconocimiento, siempre manteniendo la filosofía de producir con trazabilidad, calidad y respeto ambiental.
La planta, instalada en un pueblo de apenas 4.000 habitantes, genera empleo directo los 365 días del año, capacitando a jóvenes en procesos industriales, control de calidad y tecnología. “Muchos de nuestros trabajadores aprendieron con nosotros. Eran chicos de campo, hoy son operarios calificados”, relató la directora.

Patagonia, sostenibilidad y orgullo argentino

Nelson Mazquiaran, con su característico tono apasionado, resumió el sentido profundo del proyecto: “Somos una familia enamorada de la Patagonia. Tenemos un país maravilloso y recursos naturales que debemos cuidar. Orizon no solo embotella agua, embotella vida”.

El emprendedor destacó además el valor estratégico de su ubicación, dentro del Corredor Bioceánico, a 230 kilómetros del Pacífico y con salida al Atlántico. Esta posición les permite proyectarse hacia los mercados de Asia, Europa y América, con un producto premium y sustentable.

Su visión se apoya en una premisa clara: el futuro de Argentina depende de agregar valor en origen y de fortalecer la bioeconomía desde los territorios.

En los estudios realizados sobre el manantial, la familia descubrió un fenómeno natural único: la presencia de un alga llamada “Asta Xantina”, identificada como uno de los antioxidantes más potentes de la naturaleza.

Ese hallazgo refuerza el valor nutricional y biológico del agua, que se mantiene viva al no almacenarse ni ser expuesta a la luz solar hasta el momento de su embotellado.

La empresa incorporó tecnología de última generación en todos los procesos, desde la filtración natural hasta el envasado automatizado, sin alterar la composición original del agua. Cada paso responde a un principio de eficiencia energética y respeto ambiental, en línea con los estándares internacionales de la industria.

De la producción primaria al modelo de bioeconomía

El relato de Orizon sintetiza el espíritu del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, que reunió a referentes del sector público y privado, científicos, productores y empresarios comprometidos con el desarrollo sustentable.

La historia de los Mazquiaran refleja cómo una PyME familiar puede transformar su entorno, diversificar la matriz productiva y generar oportunidades en zonas rurales.

“Con Orizon logramos reconvertir los campos. La ganadería sola ya no alcanzaba, había que mirar alrededor y pensar qué más podíamos hacer. Lo logramos con trabajo, innovación y pasión por la Patagonia”, resumió Naique.

La experiencia de Orizon representa una nueva ruralidad, donde la tecnología, la sostenibilidad y el arraigo cultural se integran para crear valor. Su ejemplo demuestra que el futuro del agro argentino no se limita a producir materia prima, sino a convertir los recursos locales en productos de calidad global.

En un contexto mundial que exige trazabilidad, sustentabilidad y responsabilidad social, iniciativas como la de la familia Mazquiaran ofrecen una hoja de ruta. Desde el corazón de la Patagonia, Orizon enseña que agregar valor en origen también significa preservar la identidad y generar esperanza.

El mensaje final de los emprendedores resume esa filosofía: “Así como se construye una familia, se construye un país. Con amor propio, visión y compromiso con la tierra”.