Por Agroempresario.com
En el marco del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, el Panel de Fundación FLOR dejó definiciones profundas y estratégicas sobre el futuro del agro, la logística, la tecnología y el rol del liderazgo responsable en la transformación productiva de la Argentina.
Desde una mirada integral, el panel —moderado por Naylyn Zannino, referente de Fundación FLOR— reunió a especialistas con trayectorias diversas pero complementarias: Mabel Méndez, experta en agronegocios, alimentos y comercio exterior; Natalia González, licenciada en Transporte y Logística y creadora de la Escuela de Choferes; y María Schargrodsky, especialista en desarrollo de agronegocios y trading internacional de alimentos, directora de Agro Business .
El diálogo giró en torno a un concepto clave para el desarrollo argentino: agregar valor, entendido no solo como transformación productiva, sino como un cambio cultural profundo que involucra tecnología, personas, sustentabilidad y una nueva lógica de cooperación.
Zannino abrió el panel presentando el trabajo de Fundación FLOR, una organización dedicada a fomentar liderazgos responsables dentro de las organizaciones. Su enfoque está puesto en acompañar procesos de transformación hacia empresas más sustentables, diversas, empáticas y con impacto positivo.
“Hablar de bioeconomía y de agregado de valor implica necesariamente hablar de liderazgo”, señaló Zannino. “No se trata sólo de incorporar tecnología, sino de cómo las personas conducen estos procesos y ponen el foco en el crecimiento colectivo”.
Desde esta perspectiva, el liderazgo deja de ser vertical y se convierte en una herramienta para acompañar el desarrollo de las personas, impulsar la innovación y sostener modelos de negocio que miren el largo plazo.
Al responder qué significa agregar valor desde la bioeconomía, Mabel Méndez fue clara: la bioeconomía no es un concepto abstracto, sino un modelo económico que redefine la manera de producir.
“La bioeconomía combina naturaleza y economía para usar de manera más eficiente los recursos disponibles, pensando en el largo plazo”, explicó. Este enfoque desafía la lógica clásica de competencia extrema y propone una estrategia basada en la cooperación entre especies, ecosistemas y personas.
En el caso del agro argentino, el desafío es enorme. Históricamente, Argentina se consolidó como exportadora de materias primas. Hoy, el contexto global exige transformar esos recursos en productos con mayor valor agregado, incorporando innovación, conocimiento y tecnología.
Dato destacado:
Argentina tiene el potencial de pasar de exportar commodities a exportar soluciones bio económicas con alto valor tecnológico.
Uno de los conceptos más relevantes del panel fue la redefinición de la palabra innovación. Para Méndez, innovar no significa necesariamente crear algo completamente nuevo, sino repensar procesos, modelos y prácticas existentes.
“Es darle una vuelta de rosca a lo que ya hacemos”, sostuvo. Desde la mejora de procesos productivos hasta la incorporación de inteligencia artificial y biotecnología, la innovación aparece como una herramienta accesible, especialmente para las pymes.
Este enfoque resulta clave para democratizar la innovación y permitir que empresas de todos los tamaños puedan participar de la transformación bioeconómica.
La revolución tecnológica en el agro fue uno de los ejes centrales del panel. María Schargrodsky destacó que, si bien la agricultura incorporó tecnología más lentamente que otros sectores, hoy el cambio es vertiginoso y transversal.
Entre los principales avances mencionados se encuentran:
Un caso emblemático fue el de la localidad de Ticino, Córdoba, que durante apagones nacionales logró mantenerse operativa gracias a la generación de energía a partir de residuos de maní. Un ejemplo concreto de cómo la bioeconomía impacta positivamente en comunidades locales.
La biotecnología aparece como una de las grandes oportunidades estratégicas para el país. Desarrollos locales con proyección global permiten pensar en nuevos mercados, nuevos productos y nuevas cadenas de valor.
La creciente industria plant based, la trazabilidad, la eficiencia productiva y la sostenibilidad son atributos cada vez más demandados por los mercados internacionales. En este contexto, Argentina puede posicionarse como proveedor de bioproductos de alta calidad, dejando atrás la dependencia exclusiva de los commodities tradicionales.
Natalia González aportó una mirada clave: sin logística eficiente, no hay agregado de valor posible. La logística dejó de ser solo transporte para convertirse en una actividad estratégica, atravesada por datos, tecnología y sustentabilidad.
“La logística aporta certeza a un mundo que antes era incierto”, explicó. La información en tiempo real permite cumplir plazos, reducir costos y mejorar la experiencia del cliente, factores decisivos para la competitividad.
Dato destacado:
La logística y el transporte son responsables de una parte significativa de la huella de carbono a nivel mundial.
Entre los principales avances tecnológicos en logística se destacan:
Estas innovaciones no solo reducen costos, sino que mejoran el impacto ambiental, alineando al sector con los principios de la bioeconomía.
Uno de los puntos más contundentes del panel fue el análisis sobre el capital humano. González explicó que mientras la tecnología avanza de manera exponencial, la formación de recursos humanos lo hace de forma lineal.
“Seguimos formando personas con lógicas de los años 80 para trabajos que hoy requieren gestión de información y tecnología de punta”, advirtió.
La Escuela de Choferes nace justamente para cubrir ese vacío, formando perfiles preparados para un transporte cada vez más automatizado, donde el rol humano no desaparece, sino que se transforma.
Lejos de eliminar puestos de trabajo, la tecnología redefine funciones. En el caso de los camiones autónomos, el conductor pasa de manejar a gestionar información, supervisar sistemas y tomar decisiones estratégicas.
“La clave es capacitar de manera continua”, sostuvo González. La formación permanente se convierte en un requisito indispensable para agregar valor desde las personas.
El panel abordó también el rol central de las pymes, que representan cerca del 80% del entramado productivo argentino. Según datos compartidos por Méndez, la mayoría de las empresas exportadoras son pymes, aunque el mayor ingreso sigue concentrado en grandes compañías.
Aquí aparece el principal desafío: diferenciar productos y agregar valor para mejorar los márgenes de exportación.
Para que las pymes puedan innovar, es imprescindible contar con:
El ejemplo de Brasil, con políticas de Estado orientadas al agro, demuestra que es posible potenciar la producción y liderar mercados globales.
Hacia el cierre, el panel proyectó escenarios altamente promisorios si Argentina logra posicionarse en bioeconomía:
Zunino concluyó destacando que la tecnología, por sí sola, no alcanza. El verdadero diferencial está en anticiparse al cambio, formar personas y construir liderazgos capaces de guiar procesos complejos.
Desde Fundación FLOR, el compromiso es acompañar esta transformación, poniendo en el centro a las personas, la sustentabilidad y la innovación como pilares de un desarrollo genuino.