os huevos de campo, también llamados huevos criollos, esos que ponen las gallinas felices que pastorean en libertad, en una granja o en un corral amplio, son los más lindos. Si ya los probaste, lo más probable es que no quieras volver a hacerte un omelette con los huevos pálidos e insulsos que se consiguen en los supermercados.
La diferencia entre un huevo de campo, ya sea orgánico, criollo o pastoril, y uno de criadero es muy evidente. Se nota en el sabor y el color, y algunos también aseguran que tienen mejores valores nutricionales, aunque esto último no está realmente comprobado por la ciencia. Lo que está claro es que cuando partís un huevo ecológico y al lado ponés un huevo industrializado, vas a ver que la yema de uno es bien anaranjada y la del otro más tirando al amarillo. Cuando lo comés, enseguida notás la diferencia en su sabor, ya que el del primero es intenso y el otro bastante imperceptible. Así lo explicó la nutricionista Andrea Rochaix, coordinadora del grupo de Comunicación y Educación Nutricional de la Sociedad Argentina de Nutrición.
Según Rochaix, entre los motivos para elegir huevos ecológicos u orgánicos, la felicidad de las gallinas ponedoras resulta un factor decisivo. “Es muy evidente que las gallinas encerradas en jaulas, hacinadas, alimentadas con nutrientes que no son los que ellas naturalmente elegirían, no son precisamente animales tratados con respeto. Podés debatir si sufren o no, está claro que nadie les preguntó jamás qué es lo que sienten, pero si tenés empatía por los animales no vas a estar de acuerdo con estas prácticas”, remarcó.
Además, resaltó que si se compran en ferias barriales o directo a los productores, los huevos ecológicos no son mucho más caros; al contrario, “hasta podés conseguir mejores precios que los de supermercado”, sostuvo Rochaix.
Tal como lo explicó la nutricionista, en la Argentina el etiquetado según la crianza de las ponedoras lleva un código que comienza por 0, 1, 2 o 3. En las tres primeras categorías, podemos asumir que se agrupan las llamadas “gallinas felices”. De forma libre, ellas buscan su propio alimento en espacios abiertos y libres de pesticidas. Suelen consumir lombrices, grillos, cochinillas, hormigas, mosquitos, moscas y retoños de pasto. Además, sus cuidadores pueden mejorar su alimentación con germinado de lenteja y trigo.
- 0: de producción ecológica. Las gallinas se crían en gallineros de los cuales pueden salir libremente a picotear la vegetación, escarbar en el suelo y darse baños de arena. También disponen de escalones donde subir a descansar y nidos para poner sus huevos. La forma de producción está regulada por una normativa específica certificada por los Consejos Reguladores de la Agricultura Ecológica, incluyendo en sus envases el sello distintivo comunitario.
- 1: de campo. Las gallinas viven igual que las 0 pero sus huevos no obtienen la certificación de ecológicos de los consejos reguladores. También los llaman “camperos” o “pastoriles”.
- 2: de suelo. Las aves se mueven en libertad en el interior de un gallinero cubierto, lo que les permite interactuar entre sí y con el medio. También disponen de escalones donde subir a descansar, nidos y material para que escarben y picoteen.
- 3: de jaula. Las gallinas se alojan en grupos reducidos. Pueden escarbar y picotear, pero no se mueven libremente.
Los productos orgánicos producidos en nuestro país son identificados con el sello Orgánico Argentina. Este rótulo está respaldado por la Resolución 1291/2012 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Ganadería de la Nación, e identifica a los productos que garantizan su calidad orgánica mediante la certificación de sus sistemas productivos y su posterior elaboración. Los productos pueden ser rotulados como “Orgánico”, “Ecológico”, “Biológico”, “Eco” o “Bio”.
Según explican en Mapo Orgánicos Argentinos, gracias al estricto control oficial a cargo del Senasa y las empresas certificadoras nacionales, la Argentina es hoy uno de los países abastecedores de productos orgánicos más confiables del mundo.
1- Guardalo en la heladera. El huevo fresco es el que tiene no más de 28 días desde que fue puesto. Es importante guardarlo dentro de la heladera, no en la puerta.
2- No los laves. Tampoco hay que lavarlo porque tiene una película que protege la cáscara porosa e impide que entren bacterias dentro del huevo. Sí se puede lavar antes de cocinar o utilizar para cocinar”, concluyó Rochaix.