ntes de la tragedia del Titanic solía decirse que el barco era indestructible. Los ingenieros que lo diseñaron no lograron prever que seis de sus compartimentos terminarían siendo perforados. Más de un siglo después, los barcos siguen siendo vulnerables a las colisiones, pero una nueva investigación de la Universidad de Rochester (EE.UU.) ofrece una alternativa que podría evitar tragedias de este tipo.
Un equipo de científicos ha desarrollado un metal que no puede hundirse incluso después de haber sido perforado. “Independientemente de la profundidad del daño o la perforación, el metal puede mantenerse a flote”, explica Chunlei Guo, director de la investigación.
Además, gracias a este novedoso proyecto que ha recibido financiación del ejército de Estados Unidos y de la Fundación Bill y Melinda Gates, se estima que este nuevo material podría utilizarse para construir ciudades flotantes.
Los barcos flotan al desplazar el agua. Para no hundirse, deben pesar menos que el volumen de agua que desplazan. Cuando los compartimentos del Titanic se inundaron, el barco se hizo más pesado que el agua desplazada y así comenzó a quedar sumergido.
Para evitar que su estructura metálica sufriese el mismo destino, los investigadores tuvieron que idear un método para desplazar constantemente el agua. Los científicos crearon pequeñas ranuras en la superficie de un disco de aluminio. Éstas acumularon aire, formando una barrera protectora que hizo que las gotas de agua se deslizaran de la superficie.
Sin embargo, los investigadores descubrieron que las ranuras se empapaban si permanecían en contacto con el agua durante varias horas. Para ello, encontraron una solución: colocar 2 discos adicionales en cada extremo de la estructura, con las ranuras mirando hacia dentro. Además, dejaron un espacio en el centro lo suficientemente pequeño como para evitar que entrase agua. De este modo, se crea una burbuja de aire que mantiene el metal a flote.
Después, los científicos añadieron un peso extra durante dos meses para comprobar que no se hundía y funcionó.
Superada esta prueba, perforaron los discos antes de colocar el material bajo el agua nuevamente. No importaba el número de agujeros o la profundidad de los mismos: una vez más se mantuvo a flote.
En su estudio, Guo defiende la utilización de este metal para construir botes salvavidas, chalecos que no puedan hundirse e incluso barcos que resistan cualquier daño. Asimismo, afirma que el peso de la nave no tiene importancia, siempre que la superficie sea lo suficientemente grande como para contrarrestarlo.
“A medida que el área se hace más grande, también lo hace la capacidad de carga”, señala. Esto significa que el material puede usarse para la construcción de grandes estructuras, como las ciudades flotantes. “Creo que es una gran idea”, argumenta Guo, a la vez que añade que su composición es “mucho más robusta y duradera” que la de otros materiales que se asocian a la construcción de ciudades flotantes, como la fibra de vidrio o la piedra caliza.
Hasta el momento, el mayor obstáculo para el uso de este material es que la producción y fabricación del mismo es muy lenta, sobre todo si se utiliza para grandes estructuras. Según Guo, es un problema que deben resolver los fabricantes, ya que su investigación se limita al campo de la ciencia.