De origen italiano, C es una raza de perro utilizada para proteger a los rebaños de ovejas, ya que impiden la embestida de otros animales.
Gracias a que son obedientes y dóciles, es muy fácil entrenarlos para la protección de las ovejas. Por ese motivo, son considerados una buena opción para los establecimientos patagónicos de grandes hectáreas, donde se registran enormes pérdidas por ataques de pumas, zorro colorado y gato montés.
El Pastor de Maremma es un miembro más del rebaño, ya que convive con las ovejas todo el tiempo y sólo tiene contacto humano con la persona encargada de la majada para alimentarlos.
El método de protección consiste en transitar los lugares por los que se van moviendo las ovejas, marcando cuadros con su orina para indicar que ese territorio les pertenece. Ante una amenaza, el perro se ubica entre la oveja y el predador. Si éste último se acerca, lo ataca.
Actualmente, hay productores ovinos del sur de Buenos Aires que están comenzando a utilizarlos debido al incremento de ataques de pumas. Tal es el caso de Alexis Galimberti, quien también cuenta con campos en la Patagonia.
El productor contó que un vecino tenía un Pastor de Maremma y les comentó lo eficaces que eran. “Fuimos hasta Chile, a un criadero. Cuando los vi trabajando me di cuenta a lo que se refería mi vecino. Son perros increíbles, muy obedientes y desde que los tengo, mis problemas con los pumas desaparecieron”, expresó.
En este momento, Galimberti tiene tres perros, siendo uno de ellos un cachorro en pleno entrenamiento. “Desde que nacen están con las ovejas en un mismo lugar. Tiene que ser un lugar amplio para que las ovejas no interfieran en la crianza de los cachorros”, sostuvo. Además, explicó que “la perra se puede poner más arisca y lastimar a las ovejas si molestan”, por lo que es realmente importante que estén apartadas.
Según el productor, una vez realizado el destete entre los 45 y los 60 días, se debe separar a los cachorros en corrales individuales, proporcionándoles un espacio alejado de las ovejas por si éstas lo molestan. “Tienen ese lugar para refugiarse, sin que las ovejas tengan acceso. Se les da de comer en ese lugar para que las ovejas no le roben la comida”, afirmó.
“Desde los 60 a los 120 días aproximadamente, después de ver ciertas actitudes del perro, se avanza. Todo el entrenamiento se realiza siempre con las mismas ovejas, para generar confianza en ambas partes y aceptación del perro en el rebaño”, detalló.
Galimberti señaló que una vez “cumplidos los tres meses, habiéndose cortado el vínculo con sus hermanos y afianzado la relación con los ovinos, el cachorro empieza a trabajar a campo abierto, en potreros chicos y con un número reducido de animales. Luego, el perro empieza a dormir con las ovejas”.
En caso de observar “síntomas de que se altera cuando molestan a las ovejas, se pasa a la etapa siguiente, que es pasarlo a un potrero más grande con las ovejas. Pasado el tiempo, el perro va a formar parte del rebaño y las protegerá frente a cualquier diversidad”, aseguró. Y concluyó: “Es una alternativa muy eficiente para el manejo ovino, ya que requiere poca inversión, es sustentable y promueve la biodiversidad”.