La mitad de la tierra habitable de nuestro planeta se destina a la agricultura

ace mil años, solo cuatro millones de kilómetros cuadrados en todo el mundo –menos del 4% de la superficie terrestre– estaba libre de hielo y se utilizaba para la agricultura. Hoy, ese porcentaje llega a más del 50%.

Durante gran parte de la historia de la humanidad, la superficie terrestre estaba compuesta por desiertos, bosques y praderas. Sin embargo, en los últimos siglos, el paisaje ha cambiado drásticamente, ya que una parte preocupante de los hábitats silvestres han sido eliminados tras haberse convertido la tierra en superficie apta para la actividad agropecuaria, lo que destruye la biodiversidad y acaba con los pulmones del mundo. Cada año se talan 190 veces el tamaño de Nueva York.

Un gráfico de Our World in Data muestra esta realidad ofreciendo un desglose de la superficie terrestre global. Hoy, puede apreciarse que el 10% del mundo está cubierto por glaciares, mientras que otro 19% es tierra estéril, formada por desiertos, salinas secas, playas, dunas de arena y rocas expuestas. Del resto, la mitad de toda la tierra habitable se usa para la agricultura. El reparto restante corresponde a: bosques (37%), arbustos y pastizales (11%), cobertura de agua dulce (1%), y el área urbana o urbanizada que incluye ciudades, pueblos, aldeas y carreteras (1%).

Además, existe una distribución desigual del uso de la tierra entre el ganado y los cultivos para consumo humano. Si combinamos los pastos utilizados para el pastoreo con la tierra utilizada para cultivar alimentos para la alimentación animal, el ganado representa el 77% de la tierra agrícola mundial.

Por lo tanto, especialistas indican que urge, cuanto antes, un cambio radical del modelo alimenticio, con mayor protagonismo de vegetales, granos enteros, frutos secos y legumbres, optando por la producción sostenible y extensiva, además de la promoción de las alternativas ecológicas, locales y de proximidad para reducir la huella de carbono.

La expansión de la agricultura es uno de los mayores impactos de la humanidad en el medio ambiente. Ha transformado los hábitats y es una de las mayores presiones para la biodiversidad: de las 28.000 especies evaluadas como amenazadas de extinción en la Lista Roja de la UICN, la agricultura figura como una amenaza para 24.000 de ellas.

Los rendimientos de los cultivos han aumentado significativamente en las últimas décadas, lo que quiere decir que hemos ahorrado mucha tierra de la producción agrícola. A nivel mundial, para producir la misma cantidad de cultivos que en 1961, solo necesitamos el 30% de las tierras de cultivo; por ese motivo, es fundamental avanzar y restaurar parte de la tierra agrícola, restituyendo su hábitat natural previo.