atos recientes de la FAO indican que la producción mundial de carne se pronostica alrededor de 335 millones de toneladas (en equivalente de peso en canal) en 2019, un 1% menos que en 2018.
Esto marca un quiebre de la tendencia de crecimiento estable registrada en las últimos dos décadas e indica una caída más pronunciada de lo previsto en mayo, principalmente debido a un impacto más profundo de lo esperado de la peste porcina africana (PPA) en China y su propagación a varios países del este asiático.
La producción de carne de China pronostica una caída del 8%, compensando los aumentos esperados en producción en varios países productores importantes, a saber, Estados Unidos, Brasil, la Unión Europea y Argentina.
La producción de carne de aves de corral a nivel mundial por su parte se estima alcanzará los 130,5 millones de toneladas (equivalentes en peso de canal), un 4,7% más que en 2018.
Los precios internacionales de carne, medidos por el Índice de precios de la carne de la FAO, han seguido registrando aumentos moderados mes a mes desde comienzos de 2019, con la carne de cerdo congelado, registrando el mayor aumento debido al aumento de la demanda de importaciones de China.
Por su parte las aves de corral, ovinos y carne bovina han sido fortalecidos, también apoyados de alguna manera por la mayor demanda asiática (existe alguna sustitución entre los distintos tipos de carne, lo que hace que en general se muevan en direcciones similares, a no ser de eventos o tendencias inesperadas, como podría ser una preocupación en temas de inocuidad en algún origen en particular).
En este escenario, la producción avícola mundial, pareciera estar ante un escenario medianamente favorable, especialmente los países que son grandes productores, que se beneficiarán de la escasez relativa de carne en China.
No puede pasar desapercibido el hecho de que como una tregua en la disputa comercial que sostienen ese país con EE.UU., China acaba de levantar la prohibición de importación de productos avícolas de EE.UU., que estaba vigente desde el brote de influenza aviar altamente patogénica que se registró en el año 2015.
Ante esto, algunos miembros de la industria americana de proteína aviar, aventuran exportaciones por 1.000 millones de dólares al gigante asiático, solo si recuperan los niveles al año 2013, pero estiman en 1.000 millones adicionales el aumento atribuible a la falta de proteína animal derivada de los efectos de la PPA.
Pero, ¿es la escasez circunstancial de carne a nivel mundial, el único nuevo escenario a considerar en la producción local de proteína aviar? Probablemente la respuesta es no.
En un mundo globalizado como el que vivimos hoy, no podemos dejar de prestar atención a algunas tendencias y fuerzas que de una u otra forma tensionan la producción de proteína animal y en particular la producción de carne de aves.
Son innumerables los litros de tinta y m2 de papel que se han destinado a relevar lo vital que es un sistema de bioseguridad en nuestros sistemas productivos. De hecho, al inicio de este artículo, ya vemos el impacto que puede tener una enfermedad como PPA a nivel global.
Creo que todos tenemos recuerdos del gran brote de IAAP en EEUU el año 2015 (H5N2 y H5N8), con más de 50 millones de aves afectadas.
Si bien el 18 de noviembre de 2015, EE.UU., envió un reporte final a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y declaró cerrado el episodio, las pérdidas económicas fueron inmensas y el cierre de mercados se prolongó hasta este año 2019 (caso China).
Se invirtieron más de 850 millones de dólares (USD) en medidas de respuesta y pagos de indemnizaciones. Otros 100 millones (USD) fueron invertidos en iniciativas de preparación para el futuro. Este brote ha sido hasta ahora el incidente más costoso en materia de sanidad animal jamás registrado en los Estados Unidos.
Más cerca, no podemos olvidar el caso de IA de baja patogenicidad en Chile del año 2017 (H7N6), donde si bien no hubo aves muertas por causa directa de la enfermedad, se eliminaron más de 750.000 aves, con las consiguientes pérdidas económicas, cierre de mercados y preocupación de los consumidores locales.
Esto, a pesar de que no hay evidencia científica o casos reportados de gripe aviar en humanos, causados por el manejo o consumo de carne contaminada, según lo aclarado por el departamento de salud de los EE. UU., y la autoridad europea de seguridad alimentaria (EFSA).
Hoy no podemos pensar en un sistema productivo sustentable si no contamos con una estrategia y planificación para el cuidado de nuestro activo más importante, la salud de nuestras aves.
Esta estrategia de bioseguridad requiere de planes de bioseguridad documentados y aplicados. Instalaciones y recursos acordes con el desafío que enfrentamos (o enfrentaremos), capacitaciones al personal debidamente registradas y evaluadas con periodicidad determinada.
Auditorías internas a las medidas de bioseguridad declaradas y evaluación de esas medidas por parte de la autoridad sanitaria competente.
Esto debe ser realizado de forma proactiva y acordada con las empresas, de manera de fomentar el trabajo conjunto público privado, lo que está en juego es mucho más que solo la producción de un sitio o una empresa en particular.
En “tiempos de paz”, o estado de normalidad es imprescindible contar con vigilancia pasiva, consistente en supervisión médico-veterinaria, revisión diaria de aves, análisis de las aves muertas, monitoreo permanente y constante de los parámetros productivos (comparación con estándares propios y benchmark con la industria), en caso de dudas, denunciar sospechas a la autoridad sanitaria.
La autoridad sanitaria por su parte debe implementar sistemas de vigilancia activa, que consideren programas oficiales de vigilancia de enfermedades avícolas relevantes para el país y la región, incluyendo muestreos de enfermedades exóticas que no queremos recibir.
Es también altamente recomendable trabajar en la preparación ante un eventual caso de brotes catastróficos, conociendo la realidad productiva y traspatios en torno a nuestras granjas, considerando planes de contingencia previamente elaborados entre la autoridad sanitaria y las empresas, organización propuesta en caso de necesidad y la determinación de los métodos de sacrificio (operacionalmente es clave tenerlo decidido y probado).
Pensando en la exportación, no solo de aves, sino de otros productos que pudiese ser portadores mecánicos de patógenos de importancia en el contexto mundial (otras carnes o paltas, por ejemplo), es muy recomendable pensar en zonificación productiva, gestión de la comunicación y apoyo en las negociaciones internacionales.
Pasos más allá, incluyen la compartimentación productiva reconocida por la OIE.
Los productores avícolas saben que solo existe una sana producción cuando se mantiene una actitud responsable hacia los animales, velando por su bienestar de manera constante.
Todas estas acciones es posible realizarlas amparadas bajo las 5 libertades de los animales propuestas por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE)2. Probablemente, muchos hemos visto como vídeos obtenidos maliciosamente, o simplemente creados para la ocasión, han golpeado a la producción avícola en EE.UU., y Europa. No podemos creer que estamos inmunes a esto.
Hoy con los teléfonos inteligentes, cámaras minúsculas y la rotación de personal en algunas áreas de la cadena productiva, es más probable que alguien grabe algo que no está bien, a que haga algo para remediarlo.
Creo que la forma de enfrentarlo es teniendo una clara política de BA, capacitando a todo, repito, todo el personal, no solo de granjas sino también de plantas y administrativos, ya que ellos serán los primeros embajadores que tendremos para contarle a la comunidad como es la realidad de nuestro sistema productivo y como además de cuidar con celo y cariño a nuestras aves, dependemos de que estén sanas y sin estrés para tener un resultado productivo y económico adecuado.
Los productores avícolas, forman parte destacada a nivel mundial de la cadena de valor de la alimentación humana.
Nuestra labor es producir alimentos inocuos y saludables, para así llegar a la mesa de todos los consumidores con productos ricos, sanos y de la más alta calidad, por ende, el desarrollo, implementación y mantención en el tiempo de sistemas de aseguramiento de la calidad e inocuidad de los productos.
Cada vez más extensamente, para garantizar la seguridad sanitaria y la calidad de los productos, las empresas de la industria agroalimentaria utilizan y actualizan sus sistemas de seguridad alimentaria, a partir de un plan HACCP con el fin de proteger los productos contra errores imprevistos del proceso y si bien este sistema ha demostrado su eficacia no es suficiente para “errores” intencionales o garantizar que un producto nunca hubiera sufrido de ninguna actividad criminal.
Desde el año 2011, los especialistas han trabajado en sistemas que permitan reducir riesgo de actos maliciosos. Los sistemas denominados Food Fraud y Food Defense3 actualmente integrados en las normas IFS y BRC, se han convertido rápidamente en elementos importantes de un sistema de gestión de la calidad.
La preocupación creciente a nivel mundial sobre la resistencia bacteriana a antibióticos ha sido caldo de cultivo para las más diversas teorías y búsqueda de chivos expiatorios.
En la práctica, todos nuestros esfuerzos deben estar orientados a solo utilizar antibióticos frente a situaciones médicas específicas, bajo el estricto control y recomendación de un veterinario, con el objetivo de preservar la salud y bienestar de nuestros animales.
Mucha de la normativa internacional toma esta premisa en cuenta y la posibilidad del país de ser parte del mercado global, pasa por dar cumplimiento a este requerimiento y una clara conciencia de la responsabilidad que le cabe a cada actor de la cadena productiva de que las normas se cumplan, teniendo siempre en consideración el destinatario final de la producción.
Con el objetivo de entregar alimentos de la más alta calidad, saludables y económicamente accesibles a la población, la producción avícola hoy ha incorporado razas comerciales con alto valor genético, las que son alimentadas con dietas que permiten un uso eficiente de los nutrientes en su crecimiento.
Esto, combinado con los adecuados manejos ambientales, normas estrictas de bioseguridad y constante análisis de lo realizado, permite pensar en producciones cada vez más sanas, con menor y racional uso de medicamentos y antibióticos.
Bajo la dirección de investigación del Dr. Randall Singer, DMV, PhD, de Mindwalk Consulting Group, LLC, US Poultry reportó datos sobre el uso de antimicrobianos4 desde 2013 hasta 2017 durante toda la vida de pollos y pavos de engorda de EE. UU., con reducciones desde un 93% en la cantidad de pollos recibiendo antimicrobianos en las incubadoras en 2013 a solo un 17% en 2017.
El uso de gentamicina en las incubadoras disminuyó aproximadamente un 75%, el uso de antimicrobianos médicamente importantes en el alimento de pollos de engorde disminuyó 95% para tetraciclinas y 60% para virginamicina.
Por su parte, el uso de antimicrobianos solubles al agua medicamente importantes se redujo entre un 21% para penicilinas, 47% para tetraciclinas y un 72% para sulfonamidas.
Claro está que la ciencia aportó lo suyo, ya que hubo un cambio documentado al uso de medicamentos antimicrobianos que no se consideran médicamente importantes para los humanos (por ejemplo, avilamicina y bacitracina BMD).
El camino actual que va ganando adeptos y está en sintonía con las tendencias de consumo y alimentación consiente, se basa en que la ciencia sigue avanzando en la provisión de alternativas a los medicamentos y tratamientos tradicionales.
Hoy el uso de nutracéuticos, probióticos y aditivos de origen natural, van ganando espacio en los sistemas productivos intensivos y en aquellos que buscan diferenciar su producto como antibiotic free, natural, green, etc. Pero los productores y quienes estamos relacionados a la cadena productiva debemos ser responsables y cautos con lo que utilizamos o recomendamos.
ensayos en nuestras condiciones productivas particulares. Nuestras instalaciones, nuestras aves, nuestros equipos y nuestro personal.
Cada sistema productivo tiene particularidades. Los datos de mejora “del catálogo” a veces son para situaciones particulares y sobre todo debemos considerar que es más fácil obtener resultados positivos, si la base de comparación inicial es muy baja.
Cada vez más, la sociedad y la creación entera nos exige seamos conscientes de los impactos que generamos, propios de la actividad que realizamos, lo que nos impulsa a combinar nuestra producción con una gestión ambiental responsable.
Actualmente están disponibles tecnologías amigables con el medioambiente, metodologías para la innovación y la posibilidad de suscribir rigurosas normas que apuntan a disminuir externalidades, aspecto fundamental para producir de manera amigable y apuntar a un crecimiento sustentable de la actividad avícola.
Un tema en sí mismo, es el manejo que hagamos de las camas (gallinaza) de las naves. La limpieza y desinfección completa entre ciclos de producción es necesaria siempre que un agente infeccioso relevante ha estado presente en el ciclo anterior. (Esta es una consideración sanitaria y de bioseguridad con implicancias medioambientales). La limpieza y desinfección completa entre ciclos de producción puede no ser considerada necesaria en la producción de aves normalmente sanas.
Si bien hay estudios que han demostrado que la reutilización de la cama promueve la buena salud y el rendimiento de las aves, es necesario asegurar un manejo adecuado de esta para proporcionar condiciones tan buenas o mejores que el uso de cama fresca cada vuelta. Las camas reacondicionadas y reutilizadas se calientan en las naves a medida que se compostan (lo que requiere tiempo entre crianzas disponible) convirtiendo el nitrógeno amoniacal en cuerpos bacterianos (fijando el nitrógeno).
Por otra parte, el calor producido ayuda al secado de la cama y proporciona una pasteurización del material, lo que ayuda a controlar patógenos. Sin embargo, para poder pensar en estos reciclajes, la humedad de la cama debe manejarse durante el crecimiento de las aves para evitar problemas en las patas y daños en la pechuga cuando la cama está demasiado húmeda y como contraparte, problemas respiratorios cuando la cama está demasiado seca y polvorienta.
Un programa integrado se sustentabilidad, en su foco ambiental, debe considerar entonces métricas y metas para la reducción de emisiones directas de CO2, manejo y disposición adecuada de los residuos peligrosos generados en las operaciones, reducción de los residuos asimilables a domésticos, toneladas o porcentajes de residuos reciclados, un uso racional y eficiente de agua para garantizar la calidad de vida de los animales y minimizar su uso en otras tareas, gestionando y optimizando los procesos que la utilizan, metas de consumo de energía, así como la incorporación de fuentes energéticas renovables en distintas etapas de la cadena productiva.
Procesos de bio-estabilización, generación de energía de base alternativa, compostaje, biodigestión y otros, son una aproximación eficiente y natural a la economía circular y reincorporación al ciclo natural del carbono.
Actualmente hay grandes avances en ese campo, donde se pueden establecer relaciones mutuamente convenientes con otras áreas de la agricultura o la generación energética. Dietas saludables, veganismo y fuentes alternativas de proteína Las encuestas y estudio de tendencias del consumidor, muestran que la salud, el bienestar animal y el medioambiente sostenible son los factores clave del auge de las dietas vegetales, al punto que algunos han identificado que la mayoría de los consumidores latinoamericanos desea agregar más proteína vegetal a sus dietas.
No es noticia que gente de todo el mundo y de distintas generaciones busque hábitos de alimentación supuestamente más saludables por los impactos de este hábito en su propio bienestar y en el planeta, el detalle está en que en el trasfondo parece que, para muchos consumidores actuales, consumir proteína animal iría entonces contra su salud y el medioambiente.
Si bien los consumidores flexitarianos, personas que están reduciendo su consumo de carne —sin abandonar por completo las proteínas animales— y agregando más vegetales y granos a su dieta, representan una gran oportunidad de mercado, necesitamos demostrarles con datos consistentes y máxima transparencia, que la proteína animal y la aviar en primer lugar no solo es sana, sino que es producida de forma sustentable y amigable con el entorno ambiental y social.
Los tiempos de la producción animal tras un muro inexpugnable ya han pasado, al menos virtualmente. La tecnología permite tours en vivo por las instalaciones y experiencias interactivas que antes hubiesen supuesto un riesgo a la bioseguridad de las instalaciones, pero hoy, con un teléfono inteligente, es mucha la información y tranquilidad que podemos entregar a nuestros consumidores y clientes.
Por lo demás, ¿Qué secretos puede haber hoy en la producción aviar? La genética está disponible para todos, lo mismo los distintos equipos para las naves y granjas, los alimentos, son mayoritariamente los mismos (con variaciones propias de las zonas geográficas), pero en general, el problema técnico de producir las aves está mayoritariamente resuelto, o al menos las soluciones están disponibles para el que esté dispuesto a invertir en ellas.
La diferenciación entonces está en como manejamos la información que somos capaces de generar dentro de nuestro sistema productivo y como ella nos ayuda a mejorar cada día más lo que hacemos.
Esa diferencia entonces está basada en la capacidad de los colaboradores de entender muy bien lo que hacen y estar dispuestos a permanecer en un estado de permanente aprendizaje. Esto es válido para los temas tecnológicos, medioambientales y la mercadotecnia.
Para algunos estas tendencias, solo cobran sentido cuando nuestro mercado es eminentemente exportador, pero en mi opinión, aquí hay un error de lectura.
Las tendencias globales, no reconocen fronteras, por lo que es absolutamente esperable que los consumidores nacionales, al igual que los de cualquier país asiático o europeo puedan estar esperando lo mismo de los productos y servicios que consumen.
Parece ser más un tema generacional, que un tema de identidades nacionales o territoriales.
Un estudio realizado recientemente en EE.UU. por la consultora global de comunicaciones Ketchum, determinó que los jóvenes de la Gen Z (nacidos entre 1996 y 2010), están más propensos a consumir proteína y alimentos “creados tecnológicamente”, un 75% de los encuestados dicen aceptarían de buena gana alimentos producidos mediante tecnologías, mientras que solo un 51% lo haría en caso de la Gen X y un 58% de los boomers.
El impacto potencial, es que justamente es la Gen Z, la que está empezando a entrar en la etapa de independencia económica, por lo que sus decisiones de compra y consumo empiezan a ser más relevantes en el comercio global y también local.
Otra respuesta común es que el mercado de las aves en el país aún mantiene un porcentaje mayoritario de las aves que se transan vivas.
Esa es una realidad hoy, pero a la luz de los cambios y tendencias de consumo mundial y también latinoamericano, la creciente incorporación de retailers, la nueva composición de las familias y las tendencias socioculturales, necesariamente el mercado avanzará hacia una comercialización de aves procesadas con mayores y crecientes garantías de inocuidad para los consumidores, a precios justos y con amplia disponibilidad.
Por otra parte, desde el punto de vista del productor, si no voy a exportar, puedo pensar que no tengo porque complicarme con programas tendientes a satisfacer requerimientos de otros mercados, pero el problema también aquí, es que desde otros países con un activo mercado de exportaciones, pueden tener la intención, o la necesidad según como se muevan los precios internacionales, nuevas medidas proteccionistas o el requerimiento de “armar el ave”, de exportar productos a nuestro mercado interno, con lo que habiendo disponibilidad de esos productos, el contagio de lo nuevo, o la moda, puede ser más rápido que la implementación de nuevas normas o sistemas de producción acordes al tiempo comercial.
En mi experiencia, la forma de enfrentar estos desafíos requiere un alto grado de apertura a la incorporación de nuevos conocimientos, tecnologías y sistemas de producción que nos permitan mantener la esencia de nuestro negocio y al mismo tiempo poder ir reaccionando de manera proactiva a los nuevos requerimientos del mercado o eventualmente la normativa, antes de que sea tarde u otros tomen la delantera en esto.
Actualmente, con el desarrollo de las tecnologías informáticas, los sensores, y la internet de las cosas (IoT) existe una alta variedad de recursos tecnológicos, para la automatización y control de los planteles productivos.
Hago hincapié en esto último: control, pues el sentido de automatizar los sistemas de alimentación, iluminación ventilación y calefacción por nombrar los más conocidos,
no están justificados porque la máquina sea capaz de hacer las cosas mejor que las personas, sino porque la máquina (si el diseño es el correcto y está bien programada y operada) hará exactamente lo que le digamos, siempre 24 horas al día, 365 días al año y eso es algo que no siempre podemos garantizar, aún en el más comprometido de nuestros colaboradores, ya que tiene necesidad y derecho de descansar, puede enfermarse o simplemente puede encontrar una mejor oportunidad de trabajo en la granja del al lado o en la nueva tienda de retail más cercana.
¿Significa esto que entonces no será necesario contar con personal comprometido y capacitado para la producción del futuro?
Por supuesto que los requeriremos y cada vez más capacitados, de maneras distintas eso sí, con otros focos, pero necesitaremos sobre todo personas capaces de tomar decisiones en base a datos objetivos de producción.
La estandarización de los procedimientos productivos y su normalización, permitirán a los granjeros de mañana (ojalá a los de hoy), tomar decisiones más rápidas.
Y así aportar efectivamente a la productividad de los planteles y a un exitoso resultado del negocio más allá de lo meramente productivo. Afortunadamente las empresas productoras pueden avanzar significativamente en la productividad de sus operaciones, ya que constantemente existen oportunidades para simplificar los procesos de negocios y así lograr niveles superiores de productividad y rendimiento.
Esto está sustentado en que existe un conocimiento práctico al interior de las organizaciones que podemos aprovechar y potenciar.
En los distintos niveles de las organizaciones hay experiencia ganada, “saber organizacional” y ganas de seguir avanzando, lo relevante aquí es poder articular ese ímpetu de buena forma, la experiencia muestra que avances en el corto (quick wins) y mediano plazo, sentarán las bases para resultados enormemente superiores a los iniciales.
Un objetivo genérico, para la producción animal, pero no menos relevante, es que, dado que somos tomadores de precio de productos muy commoditizados en el contexto global, es ser proveedores competitivos de proteína animal, incluso en situaciones en que las materias primas tengan un costo elevado y los precios de venta no nos favorezcan.
En base a este requerimiento, las empresas con visión de futuro, se plantean proyectos capaces de generar incrementos sustanciales en sus niveles actuales de productividad y así proyectarse en tiempos de grandes oportunidades, pero también de grandes desafíos.
Cadena Avícola