Uno de los interrogantes más comunes antes de realizar el embolsado es hasta qué nivel de humedad se puede embolsar.
Para tomar la decisión correcta en cada caso es imprescindible conocer el proceso.
El grano, una vez dentro de la bolsa, consume el oxígeno y lo transforma en dióxido de carbono.
Una vez finalizado este proceso el grano detiene su metabolismo por la falta de oxígeno.
Por eso, al revés de lo que ocurre en los silos convencionales, jamás tendremos un calentamiento del grano dentro de la bolsa.
El embolsado puede utilizarse de dos maneras bien diferenciadas. Almacenaje a largo plazo o como herramienta logística durante la cosecha.
Lo que sucede básicamente es que en ausencia de oxígeno y altas humedades hay un grupo de bacterias que toman los azúcares existentes y los transforman en ácido.
Este es un proceso beneficioso para conservar forrajes y granos con alta humedad para consumo animal, pero deteriora la calidad comercial del grano.
Esta fermentación está regulada por tres variables: temperatura, humedad y cantidad de azucares o almidones disponibles. Los niveles de cada una de estas variables determinará el período de almacenaje seguro del grano. Respecto de la temperatura de la masa de grano hay que aclarar que no tiene nada que ver con la del día del embolsado. El grano tiene muy buenas cualidades térmicas por lo que el cambio en la temperatura es lento. El mismo tenderá a tener la temperatura media promedio entre las máximas y mínimas diarias de la estación.
Cuanto más alta es la temperatura más fácilmente comenzará el proceso de fermentación, y a la inversa, bajas temperaturas lo detienen.
Por ejemplo, en Kazajstán y Canadá almacenan trigo y cebada con más de 20% de humedad durante el invierno con temperaturas de 5 grados o menores, siempre extrayendo el grano de la bolsa antes de que suban en la primavera.
Eso mismo no es posible en la Argentina por la época de cosecha del trigo y por las temperaturas en ese periodo. En este caso debemos contener el proceso con menores humedades de grano ya que las altas temperaturas facilitan la fermentación.
En cuanto a la humedad, hay que considerar que es la del grano al momento de embolsar. Cuanto mayor humedad tenga, comenzará más fácilmente el proceso de fermentación. Debemos recordar que la recomendación para lograr una buena fermentación de forrajes o de grano húmedo es de mínimo de 25%, con un ideal de un 30%. Generalmente las humedades de cosecha son mucho menores por debajo del 18 %. Cuanto más lejos de este 18 % más tiempo podremos tener el grano dentro de la bolsa, sin que haya cambios en la calidad comercial.
Otro aspecto clave son los azúcares o almidón del grano. Es bien sabido que es mucho más fácil lograr una buena fermentación del silo de maíz que la de del silo de alfalfa. Esto es producto de la disponibilidad de azúcares en uno y otro. A mayor cantidad de azúcares más fácilmente fermentará el grano.
El trigo y el maíz contienen grandes cantidades de los mismos por lo cual con humedades mayores a las del recibo se pueden conservar menos tiempo que la soja a un mismo nivel de humedad.
En ambos casos se debe verificar la hermeticidad de la bolsa durante todo el periodo de almacenaje. Esto puede hacerse mediante la verificación visual periódica o mediante la medición de dióxido de carbono lo cual nos da una predicción muy precisa del estado del grano y su riesgo de deterioro a futuro. Para ello hay empresas en el mercado que proveen equipos y servicios a tal fin.
En resumen, el almacenaje de grano seco se puede realizar sin problemas a largo plazo. En el caso de utilizar el sistema como una solución logística se deberá tener en cuenta las variables antes descriptas para definir el tiempo de almacenaje seguro para cada tipo de grano.
ABC Rural