l terrario es un pequeño invernadero que agrupa diferentes tipos de plantas. No obstante, los cactus y las suculentas son los favoritos de esta nueva tendencia. Además, ante la falta de tiempo, son las más elegidas por la poca atención que demandan para su cuidado.
Es tanta la popularidad que han alcanzado que la venta de terrarios, principalmente de suculentas y cactus a través de internet, es un negocio que va en aumento. Cada vez son más las páginas web y los perfiles de redes sociales creados para ofrecer este tipo de productos. “Ante la falta de espacios verdes, la gente quiere tener muchas plantas en su casa y lo positivo del terrario es que no necesitas grandes lugares”, comenta Florencia Torres, de Atelier Botánico, que desde hace poco más de un año vende terrarios, mini jardines y macetas, entre otros artículos de decoración botánica.
Es una fusión de la decoración con la naturaleza, pero sin tomar la planta como algo ornamental, sino como un ser vivo. “Más allá de que está muy de moda, ahora las personas ven el verde en sus interiores como una necesidad”, explica Belén Huespe, de Métrica. Con su hermana Sofía comenzaron vendiendo terrarios y plantas, pero por la alta demanda fueron ampliando el espectro a más variedad y opciones.
Usualmente, los terrarios combinan los cactus de diferentes tipos con suculentas. Las suculentas se dividen en dos grupos: por un lado, están los cactus o cactáceas y, por otro, las crasas. Dentro de cada una hay un montón de subfamilias. Las crasas son las que pueden tener hojas gruesas, gorditas, peludas o grasosas, mientras que los cactus tienen protuberancias, donde nacen las espinas que reemplazan a las hojas. Algunas especies pueden estar recubiertas por una lanilla.
En los terrarios se utilizan tres, cinco o siete plantas. Siempre los números impares son más armoniosos. Los precios varían según el tamaño y el tipo de vasija: los más pequeños cuestan $400, la medida estándar $600 y los más grandes $1.200.
Los recipientes en los que se arma este mini jardín hacen a la estética del producto. Hay algunos de mayor diseño, con formas asimétricas que pueden ser de vidrio o de otros tipos de materiales como cerámica o madera. El preferido es el envase tipo pecera o frasco. Sin embargo, estos últimos, “requieren un cuidado especial, porque con los rayos del sol el vidrio puede actuar como lupa y quemar la planta. Además, como el material no se puede perforar, el riego debe ser más esporádico, al no tener drenaje”, explica Torres.
Suculentus es una palabra proveniente del latín que significa “muy jugoso”. Esta planta es un reservorio natural de agua: absorben la humedad del ambiente y demanda poco mantenimiento, al necesitar menos riego. En verano hay que regarlas solo una vez por semana, mientras que en otoño y primavera cada 15 días. En invierno, si la planta está alojada en el interior y hay calefacción, como se seca, hay que regarla cada 25 o 30 días. En cambio, si está en el exterior, directamente de julio a septiembre no se debe regar. En caso de que la planta esté afuera, con un día de lluvia se lo considera un día de riego.
“Muchos comienzan comprando uno, pero cuando se dan cuenta de que no es tan complicado como creen, empiezan a armar su colección. Les termina fascinando y se hace como un vicio. Al final ponen plantas en todos lados”, expresa Luciana Torio, diseñadora de jardines que creó Plantery, una marca que vende minigardens de crasas o de cactus.
A pesar que la suculenta se caracteriza por necesitar poco mantenimiento, como todo ser vivo, para permanecer con vida requiere un determinado tratamiento. Por las incertidumbres que se generaban en torno al cuidado, se crearon los workshops de suculentas, en los que se enseña cómo tratarlas. “Son plantas que cuando le agarrás la mano podés tener tu casa llena, tanto adentro como afuera, dependiendo de la especie, pero hay para ambos espacios”, explica Torio, quien tiene más de 200 plantas de este tipo en su casa. La reproducción de la suculenta es lenta pero fácil: al dejarla aislada en un lugar protegido del sol y de la lluvia, la planta se reproduce sola.
“Lo que más disfrutan los clientes es la parte creativa del taller, donde cada uno hace con sus propias manos alguno de los productos”, cuenta Torres, que durante el año pasado llegó a dar más de cuatro cursos por mes.