or lo pronto, los cerveceros artesanales de Misiones comenzaron a investigar la posibilidad de experimentar al menos el cultivo de dos ingredientes imprescindibles para la refrescante bebida alcohólica: el lúpulo y la cebada.
El lúpulo, una planta de cuyas flores se obtienen extractos para dar amargor y aroma a las cervezas, es el cultivo con mayores chances de conseguirse en la tierra misionera. Pero también hay interés en estudiar el crecimiento de la cebada cervecera, que además de la bebida podría tener más usos como alimento para humanos y como forraje para animales.
“Un proyecto que lo estamos viendo desde el año pasado es la posibilidad de cultivar lúpulo en Misiones. La ventaja que tiene es que es una planta que se puede utilizar directamente, con su flor, en la elaboración de la cerveza. Es un ingrediente que no hace falta industrializar”, comentó Daniela Gutti, presidenta del clúster de fabricantes de cerveza.
Y detalló que en la propuesta se vincularon a escuelas agrotécnicas “para ver si en sus terrenos era posible el cultivo de lúpulo. Es una planta que crece como enredadera y no necesita mucho espacio, su producción es más vertical. También consultamos a uno de los fabricantes de lúpulo del país para que nos asesore sobre qué tipo de plantas puede crecer en nuestra zona. Sabemos que hay experiencias en Brasil y les ha ido muy bien”.
También el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) se mostró interesado en estudiar la posibilidad de incorporar los cultivos.
Se explicó, en tanto, que la cantidad usada en la producción de cerveza varía según el estilo de bebida. “Para unos 300 litros se puede usar medio kilo de lúpulo. Pero hay otros estilos de cerveza que requieren mayor cantidad”, se explicó.
Mientras, sobre la posibilidad de sumar también la cebada malteada (el principal ingrediente) para elaborar cervezas, Álvaro Recalde uno de los dueños de la cerveza artesanal Khimera comentó que “sería interesante hacer la prueba. Estimamos de base que entre los que hacemos cerveza en la provincia ocupamos más de 5.000 kilos de cebada malteada por mes (en verano mucho más). Es un ingrediente en el que incide mucho el flete desde la zona productora, que está en Buenos Aires, Santa Fe o más al sur en la Patagonia”, explicó.
El emprendedor cervecero recordó que el principal inconveniente con la cebada es su tratamiento industrial, que sólo se realiza en la zona productora. “Acá no tenemos forma de maltear la cebada o al menos todavía no tendríamos la infraestructura o inversión para hacer algo así. Así que igualmente dependemos de las grandes industrias”.
Mientras tanto, comentó que entre los fabricantes buscan maximizar el aprovechamiento y manejo de la cebada. “Los desechos de la malta, una vez usada, se los estamos dando a granjas conocidas para que lo utilicen como suplemento alimenticio. Tiene un gran componente de proteínas que se puede aprovechar”.
En tal sentido, Gutti acotó: “En mi caso, en Oberá trabajamos con una granja y ellos les dan el bagazo de la cebada a las vacas. Hay gente que busca esto porque les da muchas proteínas, para nosotros es un desecho que es algo difícil de manejar porque pesa mucho y se deshace bastante rápido”.
El director del Inta en Misiones, Octavio Ingaramo, explicó que hay interés en estudiar nuevos cultivos para variados usos. Y recordó que hay contactos con fabricantes de cerveza local para conocer posibilidades con la producción de lúpulo y cebada. “Hacer cebada cervecera es una posibilidad que puede estudiarse. Sobre todo, tiene la ventaja que se puede usar como una cobertura de invierno en combinación con otros cultivos. Hay que ver en la provincia la cantidad de horas de frío que necesita y qué calidad de granos se logran para realizar cerveza u otro alimento”. Y remarcó que en la posibilidad “hay que probar un montón de cosas, pero es una interesante idea. En el Inta estamos pensando probar un lote de agricultura continua, que tendría la gran ventaja con los cultivos de invierno de no necesitar herbicidas. Es decir, necesitaría una aplicación al comienzo y después arrancaría el cultivo. De esta forma se tiene el suelo produciendo siempre, obviamente con fertilización y haciendo los controles de plagas”. Ingaramo coincidió en que, en el caso del cultivo del lúpulo, los requisitos son más viables. “El lúpulo es más sencillo y hay que encontrar la variedad para producir. Es mucho más corto el ciclo productivo y las cantidades que se pueden lograr son alcanzables”. Destacó que, en asociación con otros cereales y usos de subproductos, se logra una cosecha más aprovechable. “El desperdicio de la cebada tiene un alto valor proteico, se puede usar para hacer un balanceado y dar a los animales. Con la producción de cerdos además se pueden lograr abonos que volverían a nutrir el suelo y además generar biogás. Es el concepto de economía circular que se trata de estimular para aprovechar y cooperar entre todos”. En el caso de la cebada, además de la cerveza, el cereal es muy apreciado por su valor nutritivo. Es especialmente de rica en hidratos de carbono de asimilación lenta y resulta remineralizante por su contenido en potasio, magnesio, calcio, hierro y fósforo. Pero su mayor tesoro son sus oligoelementos, entre los que destaca el antioxidante selenio, el zinc, el manganeso y el cobre.
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