El desarrollo del sector celulósico papelero, un motor de la bioeconomía argentina

a última fábrica de celulosa con materia prima de madera que se puso en marcha en la Argentina fue la de Alto Paraná S.A. –hoy conocida como Arauco Argentina–, que abrió sus puertas en 1983. Desde entonces, no hubo ningún emprendimiento industrial de magnitud en la industria papelera.

Sin embargo, el Estado paga subsidios para la plantación forestal y aquella madera, especialmente la de pino de diámetros menores a 18 cm, no tiene demanda comercial. Por este motivo, el gran desafío que se le presenta al país es desarrollar una industria que articule con otras, en forma armónica, la cadena de valor del sector. Esto generará una mayor competitividad e incrementará la rentabilidad de la industria.

Para marzo de 2016, un grupo de empresarios contrataron a una consultora finlandesa llamada Poyry, con el fin de realizar un estudio de prefactibilidad respecto a la instalación de una fábrica de celulosa sin blanquear y papel para embalaje, de los denominados Kraftliner. La materia prima sería el pino, de los que hay unas 350.000 hectáreas en la cuenca de abastecimiento.

Este proyecto, presentado al Gobierno Nacional y al Gobierno de Corrientes, despertó el interés inmediato de dos grandes grupos de empresarios internacionales del rubro de embalajes, con los cuales se ha estado avanzando en las negociaciones.

Estas relaciones comerciales tienen varios frentes. Uno de ellos tiene que ver con la Evaluación de Impacto Ambiental, Económico y Social. Si bien la aprobación de la licencia de un proyecto de este tipo corresponde a la agencia ambiental de la provincia (en este caso, el Instituto Correntino del Agua y del Ambiente), al intervenir en la financiación organismos multilaterales de crédito (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros), además de las normativas de la provincia deben cumplirse las normativas de estas organizaciones, que en algunos aspectos, especialmente en lo social, son más estrictas que las de la propia provincia.

En cuanto al empleo, la planta generaría 400 puestos en forma directa y 1.040 puestos indirectos. En silvicultura y logística, se calculan unos 1.200 puestos directos y 4.680 indirectos. De esta forma, se generarían alrededor de 7.320 puestos de trabajo.

Las fábricas de celulosa kraft son de tecnologías maduras, y el proceso es autosuficiente en energía eléctrica y térmica. Sin embargo, son una plataforma para el desarrollo de las biorefinerías en su tipo más complejo. Por este motivo, la participación nacional en este tipo de fábricas es importante para desarrollar alta tecnología en el área de la bioeconomía.

La generación de gas de síntesis para la producción de combustible y compuestos hidrocarbonados a través del proceso Fischer-Tropsch es el desafío de las nuevas tecnologías vinculadas a las fábricas de celulosa.

En síntesis, el proyecto de la fábrica de celulosa apunta al desarrollo regional, a poner en valor la más importante cuenca forestal del país, a generar desarrollo local de alta calidad y a ser una plataforma tecnológica para la innovación en el sector bajo un sistema sustentable de producción.