l cultivo de arveja fue introducido en 2010 en la rotación agrícola de las empresas del CREA Gálvez (región Santa Fe Centro) con el propósito de diversificar la matriz agronómica y comercial del negocio. Los resultados, luego de una década de acumulación de datos, son satisfactorios.
“La intensificación agrícola con una leguminosa en el período invernal permite capturar el agua disponible en el suelo durante el otoño, además de fijar nitrógeno y promover un control más adecuado de malezas”, explica Diego Hugo Pérez, asesor del CREA Gálvez.
Las rotaciones implementadas son las siguientes: a) trigo/soja de segunda-arveja/maíz diciembre-soja de primera; b) arveja/soja-trigo/soja de segunda-maíz temprano; c) arveja/soja-trigo/soja de segunda-vicia/maíz tardío-soja de primera; d) centeno/soja-arveja/soja-trigo/soja de segunda-maíz temprano; e) trigo/maíz de segunda-arveja/soja (esta última es la menos usual).
“El consumo de agua de la arveja no complica la productividad del cultivo sucesor, mientras que la fijación biológica de nitrógeno (FBN) nos permite realizar cultivos de maíz de alto rendimiento sin nitrógeno agregado”, remarca Diego.
“Los efectos de la FBN lo vemos incluso más allá del primer año porque los mejores lotes de trigos del CREA provienen de una secuencia arveja/soja-trigo/soja de segunda, donde la residualidad del aporte de nitrógeno de la arveja (en forma de nitrógeno anaeróbico) aporta un plus de rinde al cereal”, añade.
La FBN también favorece los rendimientos de la soja posterior, dado que la soja con antecesor arveja registra en la serie histórica del CREA un rinde promedio de 42,4 qq/ha, muy superior al del antecesor maíz de primera (37,0 qq/ha) y maíz tardío (35,3 qq/ha).
En la campaña 19/20 el promedio de rendimiento de arveja del CREA Gálvez fue de 24,3 qq/ha, pero en 2018/19 registró apenas 6,1 qq/ha y en 2017/18 se ubicó en 13,5 qq/ha.
“Las dos principales limitantes que tiene el cultivo es la escasa disponibilidad de genética de alta productividad y una cadena comercial compleja”, apunta el asesor CREA.
Frente a problemas comerciales –bajos precios en cosecha o problemas de calidad en función de los requerimientos de la demanda– la arveja comenzó a ser introducida, como fuente de aporte proteico, en la composición de las dietas de vacas lecheras, recría de vaquillonas y rodeos de carne.
“Aún obteniendo cero margen bruto, el cultivo de arveja resulta favorable porque permite mejorar las condiciones estructurales del suelo, lograr un control de malezas problemáticas más eficiente y generar un ahorro sustancial en la fertilización de los cultivos posteriores”, concluye Diego.
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