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Laura Domínguez: "Una indicación geográfica no se crea, sino que se reconoce"

"Constituyen el sistema legal utilizado para reconocer y proteger una calidad", destacó la referente de "Indicaciones Geográficas y Denominaciones de Origen"

Laura Domínguez:

Las indicaciones geográficas y denominaciones de origen son nombres que corresponden a una región que acompañan a los productos que tienen una calidad vinculada a su origen geográfico, con una calidad especial que está asociada al territorio”, definió Laura Domínguez,  Referente "Indicaciones Geográficas y Denominaciones de Origen" del Ministerio de Agroindustria de la Nación, en el Congreso Argentina Supermercado del Mundo.

Las indicaciones geográficas están relacionadas con saberes y, con el sello que lo certifique, le brinda la garantía del origen del producto. Domínguez aclaró que “una indicación geográfica no se crea, sino que se reconoce”.

Este sistema, como describió la referente, comenzó en Europa cuando determinados productores engañaban a los consumidores con orígenes falsos. “Las denominaciones de origen e indicaciones geográficas constituyen el sistema legal utilizado para reconocer y proteger una calidad que tiene que ver con un origen asociado a un determinado territorio”, describió Domínguez.

En la Argentina, el marco legal está dado por la ley 25.380, que fue modificada por su similar 25.966 y reglamentada por el decreto 556 del año 2009; la autoridad de aplicación es la Secretaría de Agregado de Valor. En el caso de vinos y bebidas espirituosas, la ley es la 25.163 y la autoridad de aplicación es el Instituto Nacional de Vitivinicultura.   

Como señaló la referente, los factores que distinguen a los productos pueden ser naturales o humanos. “Cuando hablamos de factores naturales, estamos hablando del ambiente en general, del clima, suelo, flora, fauna y el vínculo histórico humano”, entendido como la trayectoria del producto en el tiempo (si fueron los pueblos originarios o inmigrantes que trajeron sus costumbres y las adaptaron al nuevo territorio). En tanto, los factores humanos responden a las “prácticas o saberes específicos que se van transmitiendo de generación en generación y que le dan una diferenciación al producto en conjunto con el ambiente de la zona”, señaló Domínguez y afirmó: “En nuestro país tenemos una gran diversidad cultural y de climas. Hay mucho potencial para estos productos”.

El principal beneficio de los sellos de indicaciones geográficas y denominaciones de origen es el asegurar “la procedencia del producto para evitar engaños y falsificaciones”, apuntó la referente. Asimismo, “asegura el cumplimiento de un protocolo controlado, protege procedimientos específicos de la zona (saberes locales, cultura local y especies autóctonas)”. Además de fomentar el turismo, “promueve la organización de los sectores productivos y constituye la formalización de la cadena productiva, porque los productores se asocian”, señaló.

Respecto de la comercialización, Domínguez añadió que “se genera un empoderamiento porque se van eliminando intermediarios que hacen que el costo del producto sea mayor y la ganancia del productor menor”. En tanto, el uso de los logos de denominación de origen e indicación geográfica es una herramienta de marketing porque dan credibilidad.

Entre los ejemplos brindados por la referente, se destacan los siguientes:

-Chivito criollo del norte neuquino.  Esta fue la primera denominación de origen otorgada. La cabra criolla de Neuquén se constituye como una raza particular debido a sus características diferenciales. Son criadas por descendientes de mapuches que las hacen pastar en campos de invernada durante el invierno y, en verano, las llevan a las montañas para que se puedan regenerar los pastos de los campos. Este sistema, bajo el cual los productores se mudan a las montañas durante cuatro meses para alimentar a las cabras, se denomina trashumancia.

-Salame de Tandil y Salame de Colonia Caroya.  Son recetas que se fueron transmitiendo en de generación en generación. Se diferencian en que uno tiene mayor porcentaje de carne de cerdo y, el otro, más de carne vacuna. “Este producto es madurado en sótanos y está colonizado por un determinado hongo que le da un flavour diferente”, describió Domínguez.

-Cordero patagónico. El animal es alimentado a pasto y, por eso, recorre largas distancias, lo cual resulta en una carne más magra que la de un cordero bonaerense, por ejemplo.

-Melón de media agua de San Juan.  Los suelos de esta región son antiguos fondos de laguna y por eso las frutas son más verdes y tienen un mayor contenido en azúcares.

-Yerba mate argentina. Las zonas de producción son Misiones y Corrientes. Se distingue por los suelos particulares, rojos y con determinados atributos.

-Alcauciles de La Plata. Los inmigrantes italianos se asentaron en el cinturón hortícola por la similitud con su lugar de origen.

“La esencia de la diferenciación y valorización de un producto mediante una indicación geográfica o denominación de origen es proteger y comunicar la presencia de una calidad específica asociada a un territorio”, concluyó Domínguez. 



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