El pochoclo es casi una religión a la hora de ir al cine o disfrutar de una película en casa. Lo que muchos no saben es que este noble alimento, cuya receta básicamente consiste en hacer explotar el maíz pisingallo, puede ser el snack más saludable.
Hallazgos arqueológicos de más de 4.000 años en el Valle de Nuevo México confirman que el maíz pisingallo, que es un specialty, siempre ha sido utilizado para producir pochoclo.
Que el pochoclo sea la única comida conformada por el 100% de granos no procesados no es un dato menor. Es un alimento rico en fibras y bajo en calorías –350 calorías cada 100 gramos– y lípidos –2,5% cada 100 gramos–.
Pero además de ser bajo en calorías, el pochoclo tiene otras propiedades destacables: disminuye el colesterol, mejora el control de la glucemia en personas diabéticas, previene el cáncer de colon, y favorece el correcto funcionamiento del sistema circulatorio gracias a su alto contenido de vitamina E.
Contrario a lo que se podría imaginar, el maíz pisingallo producido en la Argentina se exporta en un 97%, dejando solo el 3% para el consumo local. Esto deja a nuestro país como primer exportador mundial, ya que se despachan alrededor de 250.000 toneladas anuales, siendo la demanda mundial total de 450.000 toneladas. De esa forma, la Argentina abastece a 144 países, entre los que se destacan Brasil, Colombia, Emiratos Árabes, Egipto, Perú y Turquía.
La cadena de valor del maíz pisingallo está conformada por semilleros, productores, procesadores y exportadores que decidieron invertir en incrementar los híbridos para conseguir las propiedades demandadas por los clientes de todo el mundo, sin dejar de lado las buenas prácticas y los rendimientos.