ultivan para ellos y, durante la emergencia sanitaria, también han comenzado a comercializar los excedentes a las ciudades. Una historia sobre cómo la pequeña agricultura puede ayudar a garantizar la seguridad alimentaria en tiempos de crisis.
Hasta 2010, Lucía Inga Tapia y su madre, Idelberta Tapia Salazar, de 70 años, sembraban papa blanca que luego vendían a intermediarios; como muchos otros pequeños agricultores del centro poblado de Pacapuchuro, en Huánuco. Sin embargo, con la incorporación de algunos proyectos de agroecología, comenzaron a cultivar palta orgánica; una alternativa que les reportó mejores ingresos económicos. “El campo nos brinda todo para vivir, solo debemos aprender a gestionarlo”, dice Lucía Inga con la sabiduría de lo aprendido en los últimos años.
Ambas mujeres viven en una colina ubicada a más de 1.800 metros sobre el nivel del mar, en una casa de adobe sobre la que flamea una bandera peruana. Hace una década Lucía se organizó con otros pequeños agricultores e impulsó la creación de una feria agropecuaria en Huánuco, para comercializar sus productos y obtener mayores márgenes de ganancias.
Aunque la emergencia sanitaria ha golpeado a muchas familias agricultoras, los esfuerzos por seguir produciendo se han mantenido
En medio de la pandemia por la Covid-19, la agricultura local y familiar que impulsa ha adquirido un papel relevante para evitar el desabastecimiento de alimentos. Aunque la emergencia sanitaria ha golpeado a muchas familias agricultoras, los esfuerzos por seguir produciendo se han mantenido. “Nuestra alimentación está basada en los productos que cultivamos y, para evitar la Covid-19, nadie sale de la comunidad. Aquí tenemos todo para sobrevivir”, cuenta.
En Huánuco, otras 520 familias ya trabajan con un sistema similar: siembran alimentos orgánicos, libres de fertilizantes, con el propósito de alimentar a la población y, a la par, reducir los índices de anemia y desnutrición, que se han mantenido elevados durante mucho tiempo.
SACRIFICIO. Lucía Inga y su madre decidieron hace diez años sembrar productos orgánicos, que en esta pandemia han alimentado a muchas familias.
En estas semanas Huánuco es uno de los nuevos focos de la pandemia: reporta más de 18 mil casos y 434 fallecidos, los hospitales han comenzado a colapsar, falta oxígeno, medicinas y camas UCI. Los alimentos, en cambio, no han escaseado, gracias al esfuerzo de pequeñas familias agricultoras que no han dejado de trabajar la tierra.
El último Censo Nacional Agropecuario del 2012 indica que el 4% del territorio de la región Huánuco es usado para la agricultura. Allí, en la zona de la meseta andina, se cultiva principalmente papa, olluco y oca; en los valles intermedios, maíz, trigo, cebada, habas y frutales; y, en la zona oriental amazónica, café y cacao. En la región, 179 mil personas se dedican a la agricultura, de acuerdo con la Dirección de Extensión Agraria de Huánuco, una cifra que representa el 25% de la población total. La mayoría de estos productores agropecuarios tienen menos de cinco hectáreas y realizan agricultura familiar.
La agricultura es una de las actividades esenciales en la economía de esta región, donde las brechas de pobreza son bastante altas: casi el 30% de la población es pobre, y un 6.4% es pobre extrema. Además, el 43.7% de los niños y niñas menores de 5 años tienen anemia y el 15,9% sufre desnutrición crónica, advierte la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar del 2019 del Instituto Nacional de Estadística e Informáticas (INEI).
En ese contexto, hace tres años 520 familias abandonaron la agricultura convencional y comenzaron, con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil, a cultivar alimentos orgánicos. “A las familias no se les brinda dinero en efectivo, sino que se les apoya con pastos mejorados, galpones, semillas, sistemas de riego artesanal, cuyes y asistencia técnica para que aprendan a trabajar por ellos mismos”, explicó a OjoPúblico Wilmar León Plasencia, director del programa de la organización Instituto de Desarrollo y Medio Ambiente (IDMA), en Huánuco.
Huánuco es una de las regiones donde existe una alta incidencia de anemia en niños menores de 3 años: el 43,7%. Desde 2014 a 2019 esta condición se redujo sólo en 0,6%, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar , publicada ese último año.
“Los mayores índices de anemia se presentan en las provincias de Pachitea y Huánuco, que, a pesar de ser zonas agrícolas, presentan esta enfermedad por la mala alimentación de su población”, reconoce el coordinador de la Estrategia Sanitaria de Alimentos y Nutrición Saludable de la Dirección Regional de Huánuco, Jhimmy Arrieta Albites.
Amelia Díaz Tarazona, integrante de la Asociación de Nutricionistas de Huánuco, explica que, para superar la anemia, se recomienda consumir productos altos en hierro como sangrecita, hígado de cuy o pollo y menestras, y, de preferencia, productos orgánicos certificados. “Estos productos ayudan a mejorar la alimentación porque aportan más nutrientes que un alimento de producción convencional, que utiliza fertilizantes sintéticos y pesticidas”, precisa.
Los alimentos que usan pesticidas con el tiempo “nos vuelven propensos a tener cáncer y anemia porque no recibimos la cantidad adecuada de nutrientes”, dice Díaz.
BENEFICIOS. Las familias de Huánuco que se dedican a la agroecología reportan mejores ingresos económicos y contribuyen a la seguridad alimentaria del país.
En el centro poblado de Pacapucro viven 130 familias, de las cuales seis se dedican a la agricultura familiar y cada una de ellas cuenta con el certificado del Sistema de Garantía Participativo (SGP), que asegura la calidad orgánica de los productos. En toda la región Huánuco son 121 los productores que cuentan con esa distinción, otorgada por el Consejo Regional del Sistema de Garantía Participativo de Huánuco.
Pero, ¿cuál es la finalidad de contar con esta certificación? Lucía Inga, quien es verificadora interna del SGP dentro de su centro poblado, lo explica: “El certificado nos garantiza ante los comensales y brinda un valor agregado a nuestros productos que, luego, se refleja monetariamente”.
Inga recorre todos los días distintos campos de la región para brindar asistencia a los agricultores que durante la cuarentena iniciaron la producción orgánica de alimentos. Su esposo elabora canastas con los productos orgánicos que cultivaron y las envía a las familias de Huánuco que realizaron pedidos.
El certificado nos garantiza ante los comensales y brinda un valor agregado a nuestros productos que, luego, se refleja monetariamente”
El gobierno peruano aprobó, en febrero de este año, el Decreto Supremo Nº 002-2020 del Ministerio de Agricultura que establece procedimientos y requisitos para la autorización de las entidades de certificación y fiscalización de la producción orgánica. La entidad que autoriza a los certificadores es el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) a nivel nacional.
Si bien esta iniciativa fue aprobada recientemente y está en proceso de implementación, en Huánuco al igual que en las regiones Apurímac, Lima, Ucayali, Huancavelica, Ayacucho, Junín, Loreto, Áncash, Cusco y Cajamarca el certificado ya es entregado por un consejo especial conformado por entidades no gubernamentales y públicas, que le garantizan al consumidor que está comprando productos orgánicos.
El 24 de julio de este año el Gobierno Regional de Huánuco declaró en emergencia el sector agropecuario y la seguridad alimentaria nutricional de esta región. Asimismo, dispuso al órgano ejecutivo regional destinar S/30 millones para implementar programas presupuestales para la reactivación agrícola. “El 80% de los agricultores son pequeños, y han sido los más afectados durante la pandemia en nuestra región. Con el proyecto agricultura familiar sostenible se busca diversificar la producción”, señala el director regional de Agricultura, Roy Cruz Domínguez.
Las familias que se dedican a la agricultura orgánica en Huánuco siembran, por lo menos, una hectárea con diversos cultivos, desde frutas hasta hortalizas. En el distrito de Panao, Pachitea (conocida como la capital de la papa) se conformó, hace trece años, la Asociación de Productores Agroecológicos; que, en la actualidad, cuenta con 130 integrantes. Ellos siembran tubérculos, frutas, menestras y verduras en las comunidades de Mantacocha, Pavina, Casa Blanca, Pichaguay, Cochato, Ancomarca, Pajcha, Huarichaca, Chincaycocha, Pirishuanca, Picapampa y Lingo Mayo.
Durante la pandemia han continuado cultivando productos orgánicos, que venden todos los lunes en la Feria Agroecológica de la ciudad de Panao. Migrar de una agricultura tradicional a una agroecológica les ha traído muchos beneficios: un kilo de papa amarilla orgánica, por ejemplo, ahora lo venden a S/1, mientras la misma cantidad de papa convencional cuesta S/0.40
“Nuestros productos son 100% orgánicos, y el precio incrementa por el valor nutricional que tiene”, dice Donato Aquino Ventura, presidente de dicha asociación. Por su parte, Mardonio Rivera Jorge, expresidente de la asociación y actual regidor de la Municipalidad Provincial de Pachitea, detalla a OjoPúblico que, en los 13 años de trabajo, 75 productores consiguieron el certificado de producción orgánica. “Como productores agroecológicos entendemos que primero es nuestra alimentación. Por eso, el 70% de nuestros productos lo destinamos a nuestro consumo y el 30% restante para la venta al público,”, cuenta desde Huánuco, una región modelo en el impulso de la agricultura orgánica.
Ojo Público