La velocidad con la que se producen los cambios en el uso del suelo en la región Chaqueña impulsó el análisis prospectivo de los efectos potenciales en la sostenibilidad de los agroecosistemas. Con el objetivo de generar información que permita planificar un manejo sostenible, un consorcio de investigadores de Alemania y Argentina –del que participa el INTA– se unieron en el proyecto Pasanoa.
De acuerdo con Matías Mastrangelo –investigador del Conicet en el Grupo de Estudio de Agroecosistemas y Paisajes Rurales de la Unidad Integrada Balcarce INTA-UNMdP– “el estudio permite prever las áreas de mayor riesgo de transformación a futuro y los cambios en la provisión de servicios ecosistémicos escala local y escala de paisaje, en la región Chaqueña”.
En este sentido, se refirió al desarrollo de escenarios futuros de cambios en el uso del suelo al año 2045 como una “herramienta muy útil” para discutir en forma abierta e inclusiva con todos los sectores sociales involucrados los potenciales futuros deseados para la región Chaqueña y los caminos para alcanzarlos.
Del análisis surgió que las cinco funciones ecosistémicas claves para la sustentabilidad –almacenamiento de carbono en biomasa, el almacenamiento de carbono en el suelo, el control de la erosión, la retención de excesos de precipitación por vegetación y la fertilidad del suelo– experimentaron disminuciones entre 1985 y 2013.
Entre ellas, la más afectada fue la del almacenamiento de carbono en biomasa con un 25 % menos. Se trata de una función clave para la mitigación del cambio climático. A su vez, de los tres servicios ecosistémicos clave evaluados –aptitud potencial para la producción agropecuaria, la regulación del clima y la regulación de inundaciones–, las dos últimas presentaron pérdidas mayores al 10% entre 1985 y 2013.
De acuerdo con la investigación, “las mayores pérdidas en el conjunto de funciones y servicios ecosistémicos ocurrieron en zonas de activa deforestación por expansión de la frontera agropecuaria, como el este de Salta y Tucumán, noroeste y noreste de Santiago del Estero, el centro y oeste de la provincia de Chaco y el centro-oeste de Formosa”.
“Esto significa que los ecosistemas de la región Chaqueña han ido perdiendo, en forma acelerada, su capacidad de brindar beneficios a la sociedad. Por ejemplo, mediante el control de riesgos ambientales como los cambios climáticos y las inundaciones, que son fundamentales para la estabilidad de la producción agropecuaria y el bienestar de la población local”, especificó Mastrangelo.
Por otra parte, del análisis de las relaciones de compromiso que se generan entre la producción agropecuaria y la biodiversidad surgió que “el contexto del paisaje determina la respuesta de la biodiversidad a la intensificación agropecuaria en el Chaco semiárido”.
Es decir, la cantidad y calidad del bosque remanente en el paisaje tiene la propiedad de mitigar los efectos negativos de la intensificación y los cambios en el uso de la tierra. Para el caso de la comunidad de aves se observó esta situación, aunque la relación varía dependiendo de qué especie de ave se analice en particular.
Por ejemplo, algunas especies generalistas capaces de adaptarse más fácilmente a los cambios en el uso del suelo se ven favorecidas por una alta cobertura de bosque en el paisaje a lo largo del gradiente de intensificación. Mientras que otras especies, con requerimientos muy definidos de hábitat, disminuyen su abundancia a medida que la intensificación se acentúa independientemente de la cobertura de bosque circundante.
“Estos balances para el conjunto de las aves y para algunas especies en particular deberían ser tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones si se intenta llevar adelante un manejo productivo sustentable”, señaló el investigador.
El proyecto Pasanoa (Caminos hacia la gestión sostenible de la tierra en el norte de Argentina, por sus siglas en inglés) está conformado por un consorcio de investigadores de Alemania y Argentina. Entre los involucrados se destacan la Universidad Humboldt de Berlín, el Instituto Leibniz de Desarrollo Agrícola en Economías en Transición (IAMO), el INTA y las Universidades de Tucumán, Salta y Mar del Plata.
Financiados por el Ministerio Alemán de Educación e Investigación, los especialistas evaluaron el costo ambiental de la expansión de la frontera agropecuaria y el impacto de los cambios en el uso del suelo en Salta, Formosa, Santiago del Estero y Chaco.
INTA