a confitería Bristol abrió sus puertas hace casi noventa años y, poco a poco, supo ganarse el cariño de los lugareños. Fue fundada por Alejandro Novo y su señora, quienes solían veranear en Mar de Plata; de hecho, fue en honor a una de las playas más emblemáticas de esa ciudad que llamaron a su nuevo proyecto Bristol.
La panadería funciona en Esmeralda 1259, en un espacio pequeño y poco ostentoso. Cuenta con una pequeña cocina en el fondo, el mostrador repleto de mercadería fresca, vitrinas con bombones de chocolate o fruta, variedad de carameleras a la vista con lentejas de chocolate y gomitas de elaboración propia, stollen, tartas, brioches, alfajores de mandioca, strudel, brownies, pasteles de limón y naranja, cáscaras de naranja y mentas, entre otros productos.
La pareja tuvo una única hija, Elvira, quien durante muchísimos años se hizo cargo del emprendimiento familiar junto a su marido, Alejandro Tálice. “Nuestras niñas bonitas son el bouché de dulce de leche, las trufas y las flores de chocolate”, comenta Pablo Guanco, su actual dueño, un mecánico que aprendió hace muchos años el oficio de pastelero y desde entonces jamás se alejó de la confitería. Guanco asegura que, de generación en generación, la clientela cautiva de la Bristol se ha vuelto más exigente. “Se sienten un poco dueños, orgullosos del negocio”, agrega.
Otra especialidad de la casa son los alfajores Bristol, de masa fina hecha con harina de mandioca, generoso dulce de leche repostero y un baño de glasé. Desde sus orígenes los envuelven con papel manteca. “Hay muchos clientes que son fanáticos de este alfajor. Hasta los probó Lady Di tras su visita por la Argentina”, señala.
También hay opciones de alfajores con masa sablée, dulce de leche y bañados en chocolate y nueces, la versión más clásica espolvoreados con azúcar impalpable, y hasta con glasé con sabor a frutilla. De las masitas, la estrella es la rellena con un dulce de frambuesa casero. La torta preferida de Pablo es la Rogel y si se le consulta que elija un postre, se enorgullece con su receta de “el tocino del cielo”, hecha con yema de huevos, miel y azúcar. “Es un manjar y los mayores vienen mucho a buscarlo”, cuenta.
El pan de miga de la Bristol es único. Los más solicitados son de roquefort con apio; jamón y ananá; jamón y palmitos; y queso y tomate. A la lista de imperdibles no pueden faltar los locatelli de pavita o con jamón y queso.