n estudio realizado en la localidad de Pergamino confirma la efectividad de las hormonas de crecimiento en los cultivos de maíz. El tratamiento fisiológico-nutricional registró incrementos por hectárea de entre 1.000 y 1.300 kilogramos adicionales. El análisis integrador de los experimentos estuvo encabezado por especialistas del INTA.
Entre las campañas 2011/12 y 2018/19 se realizaron trece experimentos de campo en maíz con dos tratamientos específicos basados en hormonas de crecimiento vegetal: sobre semilla o canopeo (Stimulate), y un tratamiento foliar con macro y micronutrientes (Mastermins Plus).
Según las primeras conclusiones, los tratamientos con ambas drogas determinaron incrementos significativos a través de cambios en la biomasa inicial, el contenido foliar de clorofila y el nitrógeno. “La respuesta se mantuvo uniforme a través de diferentes campañas, ambientes y fechas de siembra, y sería atribuido al balance hormonal”, indican desde el INTA.
El éxito de los tratamientos estaría basado en la combinación y balance fisiológico-hormonal, más relevante en ambientes y suelos con restricciones, con un efecto puramente nutricional y de probable mayor efecto en sistemas de alta producción y demanda.
Las hormonas son sustancias segregadas por las plantas, en muy baja concentración y con una función fisiológica concreta. Se agrupan en función del tipo de receptor celular que presentan o de su función, y pueden agregarse por vía externa mediante tratamientos de semilla, el canopeo del cultivo o de fertilizantes.
Las principales hormonas vegetales de crecimiento son:
- Auxinas. Se trata de hormonas que actúan a muy bajas concentraciones. Su función biológica es la regulación de crecimiento y desarrollo de las plantas.
- Citoquininas. Son hormonas derivadas de la adenina (base nitrogenada del ADN) que se relacionan con los procesos de división celular (mitosis) y con el retraso del envejecimiento (senescencia) de las plantas.
- Giberelinas. Sus principales funciones son: la interrupción del período de latencia de las semillas, haciéndolas germinar; la inducción del desarrollo de yemas y frutos; la regulación del crecimiento longitudinal del tallo; y la elongación de los órganos axiales.