ituado al sudoeste de la provincia de Santa Cruz, a 320 kilómetros de Río Gallegos y sobre el margen sur del Lago Argentino, se ubica uno de los centros turísticos más importantes de nuestro país: El Calafate. Debido a su cercanía con el Glaciar Perito Moreno, considerado por muchos como la octava maravilla del mundo, esta ciudad patagónica ofrece infinidad de atracciones, como visitas al Parque Nacional Los Glaciares, cruceros, actividades de riesgo extremo y hasta un bar hecho completamente de hielo.
De una superficie de 107,5 kilómetros cuadrados y una población de 16.655 personas, la edificación de El Calafate se caracteriza por sus casas bajas, cálidas y rústicas, en el marco de un paisaje tan azul que puede confundirse con el cielo. Su nombre proviene de un pequeño arbusto, llamado también Calafate, típico de la Patagonia, cuyas bayas se utilizan para la fabricación de dulces. La localidad fue fundada el 7 de diciembre de 1927, aunque en 1940 se inauguró el parque.
Si de gastronomía hablamos, esta ciudad es famosa mundialmente por su cordero, que se puede experimentar en varias presentaciones. También son clásicos los platos de chaique, hechos con ñandú y avestruz, y el guanaco. En cuanto a la repostería, se realizan tartas, jaleas, dulces y licores, en base a la diversidad de frutos rojos que se cultivan.
Entre los animales que se pueden contemplar, están el guanaco, la liebre europea, el zorro gris, el zorro colorado, el piche, el hurón, el gato de pajonal, el murciélago orejón chico, el zorrino patagónico, el puma, el gato montés y el huemul.
Uno de los lugares que no se pueden dejar de visitar es el Lago Argentino, el más grande del país, que tiene una longitud de 125 kilómetros y un ancho de hasta 20 kilómetros. Navegando por aquí, se avistan los glaciares Upsala, Spegazzini y Bahía Onelli. El color de sus aguas es algo especial, ya que se debe a las partículas provenientes de la erosión de los lechos rocosos, que por su pequeño tamaño no llegan a guardarse en el fondo del lago, llamado leche glaciaria.
Otro lago imperdible es el Roca, que cuenta con camping y restaurante para quienes quieran pasar el rato. Aquí, las actividades que se proponen son la pesca deportiva, cabalgatas hasta el Glaciar Perito Moreno, caminatas, paseos en bicicleta, trekking y avistaje de aves, como el cóndor, el águila mora, el choique, la cachaña, el carancho, el cauquén, el carpintero patagónico, la gaviota capucho, el chingolo, el pitio y el rayadito. Además, se pueden visitar las estancias cercanas para pasar un día de campo, comiendo asado y presenciando la esquila de ovejas.
En el centro de la ciudad se pueden hacer compras en la Aldea de los Gnomos, el Puerto de Frutos, el Paseo de Los Artesanos, Arte Indio, Tribus del Sur, la tienda de indumentaria local Vellón Negro, y degustar las exquisitas frutillas de la Chacra Las Moras. También se aconseja pasar por el Borges y Álvarez Libro Bar, que es una confitería devenida en un espacio cultural dedicado a la literatura, que cuenta con montones de libros para que los clientes lean mientras disfrutan de una buena merienda.
El Museo de Hielo Glaciarium, un moderno centro de concientización ambiental que se dedica a divulgar el hielo patagónico y sus glaciares, es otra visita obligada. En este sitio, que está abierto todos los días de 9 a 20 en temporada, se presentan contenidos de manera artística, con exhibiciones llenas de efectos escénicos, lumínicos y presentaciones audiovisuales, multimedia y 3D. Tiene una cafetería y un Ecoshop, para quien quiera llevarse un recuerdo a su casa. Se puede acceder en auto o en un transfer que sale desde la Secretaría de Turismo Provincial a cada hora.
Si bien los contenidos del museo podrían dejar boquiabiertos a muchos, lo que lo hace realmente único e impresionante es el Glaciobar Branca, el primer bar de hielo argentino, con el que cuenta el establecimiento. Con una capacidad para 25 personas, este lugar ofrece una experiencia bajo cero, de un tiempo máximo de 20 minutos, donde el personal del local le entrega guantes, capas y botas a los asistentes para que resistan las bajas temperaturas.
Por la Ruta Provincial 11 hay un cartel que indica la entrada a las Cuevas de Walichu, un sendero colmado de arte en colores rojos, ocre, amarillo, negro y blanco, donde se muestra la concepción de la vida que tenían los pueblos originarios, y el mensaje que le querían dejar a las generaciones posteriores.
La mejor época para viajar a El Calafate es el verano, ya que se permite disfrutar del paisaje y las excursiones, sin estar expuestos a temperaturas muy bajas. El clima es frío y seco todo el año: entre enero y febrero la temperatura promedio es de 13 grados, mientras que entre junio y agosto es de -2 grados.
Por causa de las grandes distancias que separan a esta ciudad de los principales puntos del país, se aconseja acceder por vía área. Otra opción es combinar un avión hasta Río Gallegos y de ahí recorrer la Ruta Provincial Número 5 hasta El Calafate en un transcurso de aproximadamente cuatro horas. Para los osados que quieran ir en auto, pueden transitar por la Ruta Nacional 3 hasta Río Gallegos, y luego por la Ruta Provincial 5.
Como es un centro de atracción para turistas que llegan de todas partes del mundo, El Calafate cuenta con el Aeropuerto Internacional Comandante Armando Tola, ubicado a 23 kilómetros del centro. Posee una amplia pista y una terminal, diseñada por el arquitecto uruguayo nacionalizado canadiense, Carlos Ott, que recibe vuelos que parten de Buenos Aires, Bariloche, Comodoro Rivadavia, Córdoba, Río Gallegos, Rosario, Trelew, Usuahia y Chile.
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Para admirar la belleza de los glaciares en su máxima expresión, una visita por el Parque Nacional Los Glaciares no puede faltar. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1981, tiene una superficie de 7.269 kilómetros cuadrados, que comprende un escenario de montañas lagos y bosques, cubierto de hielo, que incluye una proporción de la Cordillera de los Andes.
Fue creado en 1937 para proteger la región de los glaciares, el bosque subantártico nativo y un número considerable de especies de animales y plantas. Aquí, se pueden observar las espectaculares rupturas, que si bien no ocurren todos los días, en cualquier momento se puede ver como pedazos más chicos de los frentes de hielo que caen sobre el Lago Argentino. La manera más común de contemplar este fenómeno es a través de las pasarelas y miradores, aunque también se realizan navegaciones de una hora por el Brazo Rico, que arriban bastante cerca de los bloques. Además, los amantes del turismo aventura pueden realizar caminatas sobre los campos de hielo, una actividad exigente e intensa.
La mayoría de los glaciares (en total son 356), que tienen su origen a 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar –lo que permite su acceso y visualización-, se originan en el Campo de Hielo Patagónico, el manto de hielo más grande del mundo tras la Antártida. Como consecuencia del deshielo, se originan los lagos Argentino y Viedma, que nutren al Océano Atlántico, cruzando toda la provincia a través del río Santa Cruz.
El glaciar más famoso es el Perito Moreno, que se encuentra en la zona sur del Parque y debe su popularidad a su continuo movimiento, que produce un fenómeno cíclico de avance y retroceso con desprendimientos en su frente de hielo. Su nombre es en homenaje al explorador y director del Museo de la Sociedad Científica Argentina, Francisco Moreno.
La forma más fácil de acceder es por vía área, aunque también se puede llegar vía terrestre por la Ruta Provincial 11.
Al otro extremo del Perito Moreno están los picos más altos: el Monte Fitz Roy, de 3.405 metros, que se halla cerca de la localidad de El Chaltén, otro lugar indispensable para alpinistas y practicantes del trekking; y el Cerro Torre, de 3.102 metros.
El Glaciobar Branca, que está en el subsuelo del Museo Glaciarium, es una réplica de los bares de hielo que se pueden visitar en París, Estocolmo, Barcelona, Melbourne o Ámsterdam. Está diseñado con paredes de hielo y hielo glacial para el mobiliario. Los vasos, barras, mesas y sillones están fabricados en un 100% con hielo de glaciar.
Antes de bajar, el personal del local abastece con guantes y una capa especial a los visitantes, para que resistan las bajas temperaturas, que rondan los diez grados bajo cero. Se aconseja, además, asistir con ropa abrigada, ya que el frío es polar. Se puede permanecer solo 30 minutos, tiempo suficiente para degustar los tragos del barman.
La entrada general cuesta $300 y la de menores de 16 años, $150. El ticket incluye consumición libre de bebidas blancas, aperitivos, licores y bebidas sin alcohol.
Big Ice o minitrekking, es la actividad más exigente que se puede hacer en El Calafate. Solo pueden realizarla personas entre 18 y 50 años en buen estado físico.
La caminata comienza por la morena sur del Glaciar Perito Moreno y en poco más de una hora se llega a un mirador, donde se toma el primer contacto con el hielo. En ese momento, los guías le entregan crampones y arneses a los valientes que quieran iniciar esta travesía, que una vez equipados, se sienten en el centro del glaciar, rodeados de lagunas azules, grietas, sumideros y cuevas.
Además de ser instruidos en el mundo del hielo por especialistas, contarán de media hora para almorzar sobre el manto blanco y admirar la belleza del lugar. El tiempo de duración de la actividad es de tres horas.
Se recomienda llevar campera impermeable, ropa cómoda, abrigada, impermeable y térmica, botas de trekking, lentes de sol, protector solar, guantes y gorro.
De diciembre a marzo se realizan expediciones de un día, que duran desde las 7 hasta las 19. El costo con traslado es de $4.500, y sin traslado es de $3.600.
Para contemplar de cerca los gigantescos glaciares Upsala o Spegazzini, la empresa de cruceros MarPat propone expediciones a bordo de sus cruceros Santa Cruz y Santa María Turquesa.
En el Santa Cruz, se desarrolla “El Espíritu de los Glaciares”, un recorrido por el Parque Nacional Los Glaciares, con sus bosques, lagos y hielos. Es un viaje que se adentra en la naturaleza y en la esencia de la Patagonia, que ofrece 20 cabinas dobles exteriores, con baño privado, pensión completa con bebidas alcohólicas para las comidas, bebidas no alcohólicas e infusiones durante la navegación, actividades con guía bilingüe, restaurante y biblioteca. Se puede contratar el servicio por dos noches y tres días, o por una noche y dos días. La capacidad del crucero es de 40 pasajeros. Las tarifas van desde los U$S1.840 a los U$S4.290 por persona, dependiendo de lo que se contrate.
El paseo por el Crucero María Turquesa es diferente, ya que en éste se realiza una experiencia gourmet de un día de duración, para que además de admirar el paisaje, el turista pueda disfrutar de una gastronomía memorable. El barco embarca a las 9, desembarca a las 18 y ofrece el servicio en sala clásica o premium, con precios que oscilan entre los $3.600 y $6.100.