a investigación estuvo a cargo del Inibioma en Bariloche. Un estudio científico muestra que el aumento del área cultivada con soja en Argentina que se registra desde el inicio del uso de la semilla genéticamente modificada en 1996 está asociado con una caída del 60% en el rendimiento de miel a nivel nacional.
La investigación fue llevada a cabo por integrantes del grupo Ecología de la Polinización, del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), de la Universidad Nacional del Comahue y el Conicet, en Bariloche.
El trabajo también muestra que el rendimiento por colmena tiene una fuerte influencia en la producción total nacional anual de miel. "Esta caída en el rendimiento de miel, y su impacto en la producción, podría poner en riesgo la actividad apícola en el país", plantea la investigación liderada por la licenciada en Biología, Grecia de Groot, becaria doctoral del Conicet, junto a Marcelo Aizen, Agustín Sáez y Carolina Laura Morales.
“Las abejas necesitan acceder a una oferta de polen y néctar diversa y abundante a lo largo del año 2020, para así obtener una nutrición equilibrada y desarrollar poblaciones numerosas y saludables. De esta manera, las colmenas pueden producir cantidades de miel suficiente para que el apicultor pueda cosechar y comercializar", expresó de Groot.
Y continuó: "El monocultivo y las técnicas y tecnologías asociadas, sumado al uso intensivo de agroquímicos, transforman el paisaje rural a gran escala, desplazando a otros cultivos y prácticas agropecuarias, como la ganadería extensiva, y avanzando sobre bosques nativos. Todo esto disminuye la diversidad y oferta de flores e introduce factores de estrés para las abejas”.
En el estudio, los investigadores alertan sobre los efectos que la caída del rendimiento de las colmenas puede provocar sobre el sector apícola, la provisión a mercados locales y regionales, como también al mercado internacional, ya que Argentina es uno de los principales exportadores de miel a nivel mundial.
Concluyeron que la disminución del número de colmenas productivas en los últimos años "puede ser una señal de que la actividad está perdiendo espacio debido a la dificultad creciente para encontrar hábitats propicios con diversidad de flores melíferas y sin exposición a pesticidas para desarrollar la actividad".
La licenciada en Biología, Grecia de Groot, es becaria doctoral del Conicet.
En las cumbres científicas internacionales, como la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), se recomiendan proteger los hábitats nativos que aportan beneficios ecológicos y productivos enormes.
"Este estudio es una alarma para exigir a los responsables de políticas públicas del sector agrícola, medidas urgentes para proteger a otros sectores productivos de enorme importancia para las economías regionales y promover prácticas agrícolas amigables con los polinizadores", resaltaron.
En el trabajo, se recomienda diversificar los cultivos, reducir el uso de herbicidas y plaguicidas, mantener remanentes de hábitat natural y seminatural en el paisaje agrícola, y conservar los bosques y otros hábitats nativos como medidas concretas que promueven la salud de las abejas y su capacidad de producir miel en cantidad y de calidad.
Rio Negro