El mango (Mangifera indica L.) es uno de los frutos de mayor importancia a nivel mundial, ya que ocupa el quinto lugar dentro de los principales productos frutícolas.
El mango es originario de Asia, específicamente del noreste de la India y el norte de Burma, muy cerca del Himalaya. La distribución de su cultivo se extendió en primera instancia por el sureste asiático y más tarde al archipiélago Malayo. Así, los portugueses lo llevaron primero al continente africano y posteriormente a las costas de Brasil, y de ahí se distribuye al resto de América.
Actualmente, el mayor productor de mango es su país de origen, la India, con el 36.2% de la producción total.
Como la mayoría de las frutas, el mango representa una fuente importante de vitaminas, minerales, azúcares naturales, agua y fibra.
No se considera una fuente importante de proteínas ni de grasas, aunque sí las contienen en muy pequeñas cantidades.
Las principales vitaminas que contiene son vitamina A, específicamente betacarotenos y vitamina C. Estas vitaminas actúan en conjunto con otras sustancias y le confieren al mango un papel antioxidante importante, protegiendo así a las células del envejecimiento y diferentes enfermedades.
Estas sustancias se denominan compuestos fenólicos y aunque su cantidad, como la de vitaminas, varía de acuerdo con las condiciones de cultivo, el estado de maduración del fruto, la exposición a la luz, la variedad, todos contienen cantidades considerables.
Por ejemplo, 100 gramos de mango (1 pza. mediana sin hueso) contienen alrededor de 70 mg de vitamina C, suficientes para cubrir la ingesta diaria recomendada de un adulto. De acuerdo con un estudio de Kuskoski et al. (2005) la pulpa de mango presentó una mayor actividad antioxidante y una mayor concentración de compuestos fenólicos totales comparada con la pulpa de uva, guayaba y piña.
El mango también contiene una importante concentración de minerales como potasio y magnesio, que intervienen en la transmisión nerviosa y muscular, así como en la salud cardiovascular al equilibrar los niveles de sodio. También aporta pequeñas cantidades de hierro, fósforo y calcio.
La fibra que contiene la pulpa es principalmente fibra soluble (pectinas), que tiene un papel importante el control de la glucosa, la reducción de colesterol, además de que nos genera una sensación de saciedad (llenado en el estómago), a la vez que nos nutre y ayuda a no consumir calorías en exceso debido a su alto contenido en agua (aprox. 85% de su peso es agua).
En su estudio Robles-Sánchez et al. (2009) reportaron que el consumo de mango en personas redujo los niveles de triglicéridos en sangre.
Finalmente, se ha visto que contiene una sustancia denominada manguiferina que en animales de experimentación parece ejercer una acción antioxidante, antiviral, antitumoral y de fortalecimiento del sistema inmunológico en general (Sánchez et al. 2000).
Como cualquier fruta, fresco y entero (es decir, no en jugos ni procesado).
Si bien su contenido en azúcares naturales puede llegar a ser superior al de otras frutas, si se consume en una cantidad moderada es adecuado incluso para una persona con diabetes. La recomendación, en este caso, es no consumir más de una pieza en un mismo momento y buscar consumir más verduras que frutas.
Por ejemplo, se recomienda consumir como mínimo, tres porciones de verdura y dos de fruta al día. Una pieza de mango cuenta como una porción. Lo que sí se recomienda evitar es combinar el mango con otras fuentes de azúcar como leche condensada o azúcar, o el mango en almíbar.
Aquí, un poco más adelante, te compartimos algunas recetas para incluirlos en tus platillos del día a día.
Si se recolecta demasiado verde, el mango tiene una maduración anormal que provoca arrugamiento del pellejo, sabor, color y aroma pobres.
Vía Orgánica