La provincia de Córdoba es un escenario ideal para relajarse y disfrutar de unos días de descanso en contacto con la naturaleza. A lo largo y ancho de los 165.321kilómetros que recorren su superficie, existe un encantador conjunto de sierras, valles, lagos y ríos, que son perfectos para sacarse fotos en familia y practicar actividades de turismo aventura. Además, la capital es súper completa y cosmopolita, de modo que los más jóvenes pueden divertirse en algunos de sus numerosos bares y clubes nocturnos.
Te recomendamos algunos lugares imperdibles:
Si bien el mejor momento para visitar esta zona es durante la primavera, ya que en dicha estación se desarrolla el Oktoberfest –la tradicional Fiesta de la Cerveza que se celebra cada año–, Valle Calamuchita tiene atractivos que se pueden disfrutar en todo momento.
Villa General Belgrano es la síntesis de su atmósfera alpina vistosa, introducida por inmigrantes centroeuropeos. Aquí, se puede apreciar y contemplar la arquitectura del lugar, constituida por pequeñas casas de madera, coronadas con chimeneas y techos de tejas. Además, también se pueden disfrutar jornadas bailando vals, polca u otros ritmos tiroleses y frecuentar alguno de los restaurantes especializados en cerveza artesanal goulasch con spätzle (estofado húngaro con ñoquis alemanes), solomillo de cerdo y embutidos.
Los contornos de Villa General Belgrano y otros pueblos, como Santa Rosa de Calamuchita, Yacanto de Calamuchita, Athos Pampa, Villa Berna, Inti Yaco y Villa Santa Rosa del Río, están dibujados por arroyos y ríos transparentes, que bajan de los cerros y se ramifican sobre el verde de la geografía.
En La Cumbrecita, hay un bosque serrano con pinos y abedules, por el cual se puede realizar trekking, aunque se presenten ciertas dificultades para acceder al Cerro Walk, de 1.715 metros de altura. Asimismo, si se lo recorre por completo, se puede contemplar la increíble piscina natural que se oculta en La Olla. Si alguien se pierde, los pobladores suelen reorientar a los turistas, para que se puedan dirigir sin problemas hacia la panorámica de El Indio, Las Tres Cascadas y el Lago de las Truchas.
A poco más de 30 kilómetros de La Cumbrecita está Los Reartes, donde se localiza la pulpería Segundo Sombra (inaugurada en 1930), la capilla Inmaculada Concepción (construida a orillas del río en 1819) y la escuela Pedro Palacios (considerada una reliquia por los locales desde 1895).
Sobre la traza serpenteante de la Ruta 14, se pueden apreciar todas las bellezas naturales que ofrece Valle de Traslasierra. Desde Villa Cura Brochero, el Camino de las Altas Cumbres apunta hacia el sur, donde invita a atravesar los ríos y arroyos que recorren las sierras. El corredor turístico, que abarca unos 30 kilómetros hasta Villa de las Rosas, incluye Nono, Las Rabonas, Los Hornillos y Los Pozos.
La fachada algo urbana del centro de Nono hace contraste con el paisaje natural que se halla muy cerca de las colinas Los Nonos. Además, aquí se realiza una feria en la plaza del pueblo, que es muy halagada por el público, al igual que las pizzerías locales que ofrecen empanadas y lomito cordobés.
Asimismo, las riberas del río de Los Sauces -que son perfectas para descansar en alguno de los campings, hoteles y cabañas presentes-, cuentan con balnearios protegidos por arboleadas, que frecuentemente son visitadas por cardenales y calandrias.
A menos de cuatro kilómetros de Nono, se puede acceder a las ollas de agua Paso de las Tropas (que se forman en el Río Nono Chico), a través de un bellísimo camino de tierra. Algo similar se puede contemplar en el agua tibia y transparente del balneario Los Remadores, donde en medio de estos silenciosos parajes también se encuentra el edificio de piedra del Museo Polifacético Rocsen, que desde 1961 reúne alrededor de 140 mil objetos de valor.
A lo largo de estas calles –donde viven cerca de 900 personas y miles de zorzales– se pueden descubrir las técnicas de los artesanos de la zona, que son especialistas en madera y dulces caseros. Por otra parte, en Los Hornillos, se realizan piezas exclusivas en cerámica negra, como vasijas, platos, cacerolas y fuentes.
A 30 kilómetros de Nono, una parada obligatoria es Villa de Las Rosas, donde es posible observar jardines que fueron decorados con rosas de distintos colores. Aquí, todos los sábados hay alrededor de 300 puestos ambulantes que ofrecen productos naturales, alimentos orgánicos cerveza, indumentaria y otros productos, para que todos puedan disfrutar del estilo cordobés.
En el extremo norte de Traslatierra, hay un circuito histórico que rescata la obra del pastoral José Gabriel del Rosario Brochero, con un tour que finaliza en Ciudad de Córdoba.
El Camino del Cuadrado, que se desprende de la Ruta E-53, brinda una buena alternativa para adentrarse en este lugar y descubrir los encantos del Río Ceballos. En Villa de Punilla, hay balnearios con asadores y campings, y mansiones de estilo inglés con vista al lago del dique La Quebrada.
Desde la ruta antes mencionada hacia el norte, se encuentran La Falda, Huerta Grande, Villa Giardino, La Cumbre, San Esteban, Los Cocos, Capilla del Monte y Marcos Sierra, mientras que hacia el sur se localizan Villa Carlos Paz, Tanti y Cosquín.
Villa Carlos Paz, que es uno de los puntos turísticos más visitados por los argentinos durante el verano, ya que ofrece propuestas de todo tipo: desde espectáculos de primer nivel, hasta vistas panorámicas del Lago San Roque, que pueden ser apreciadas desde la costa o a través de un paseo en catamarán. Además, aquí también está el Cerro de la Cruz –al que se accede con una aerosilla o por un sendero escalonado de 2.200 metros–, que supera el alto de siete colinas.
En el extremo norte de Punilla, Capilla del Monte es un lugar ideal para los aventureros que deseen practicar trekking, debido a que abundan las formaciones naturales y cuevas. Además, aquí están las cascadas de Los Terrones y la ladera del Cerro Uritorco, que son perfectas para disfrutar de un momento agradable en familia o con amigos.
A unos 26 kilómetros de Capilla, la aldea de San Marcos Sierra ofrece un recorrido por sus sitios históricos, que arranca en la iglesia de piedra y adobe construida en el siglo XVII.
En uno de los vértices de la Plaza San Martín, arranca uno de los paseos guiados más recomendables para recorrer el circuito religioso e histórico de Córdoba Capital, a través de un mirador localizado en el undécimo piso del Hotel Sussex –que cuenta con una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad–. Aquí, se puede apreciar en primer plano la fachada de la Catedral y los campanarios de sus dos torres de estilo barroco.
Como hacia el sur del centro se extiende la Manzana Jesuítica, conviene seguir la caminata por la calle Obispo Trejo y así conocer los orígenes de la iglesia Compañía de Jesús o el Colegio Monserrat, que conserva su techo de adobe del siglo XVII, así como pupitres de hierro y madera del siglo XIX y celdas de castigo. Por otra parte, una pieza suelta del patrimonio jesuítico se encuentra oculta debajo del pavimento del Patio Mayor, en el cruce de Colón y Rivera Indarte, conocida como la Cripta, obra de pobladores originarios comechingones, que fue descubierta en 1988.
Hacia otro punto, el Mercado Norte (ubicado en Estrada y Buenos Aires) es un lugar ideal para comprar productos típicos como salames, quesos, aceitunas y alfajores, que luego pueden ser utilizados en un picnic en el Parque Sarmiento.
Además, en Córdoba Capital la vida nocturna es muy animada, con numerosos pubs y restaurantes en Plaza Alta Córdoba o modernos boliches en los barrios Chateau y Nueva Córdoba.
En el barrio Güemes, cruzando Duarte Quiroz hacia el sur por Marcelo T. de Alvear, aparecen Pueblo Nuevo y El Abrojal, que son reconocidos por ser de las primeras expresiones urbanas cordobesas, con almacenes, boliches y casas de arquitectura de vanguardia, que se mezclan con el paisaje que ofrece el pastizal.
Otros puntos de interés se pueden admirar desde la terraza del micro Bristol, fabricado en Inglaterra en 1964, que recorre un trayecto urbano de una hora y media, transitando el Monasterio de Santa Catalina de Siena, el Museo de Arte Religioso Juan de Tejeda, el Monasterio de Carmelitas Descalzas de San José, el Jockey Club y el Teatro San Martín.
Paravachasca es una zona que se envuelve sobre las siluetas de las Sierras Chicas y Grandes, cuyo principal destino de interés es el Valle de Paravachasca, que significa “Valle de vegetación enmarañada”, según la expresión de los pobladores primitivos comechingones.
Desde ciudad de Córdoba, se accede a Alta Gracia por medio de la Ruta 5, que además conduce a los otros poblados turísticos de la región, como Anisacate, Villa La Bolsa, La Paisanita, Los Aromos y Potrero de Garay. Sobre estos remansos de aire puro y poca urbanización se pueden realizar cabalgatas, caminatas, paseos en bicicleta o visitas guiadas al Parque Nacional Quebrada del Condorito, donde habitan más de 70 especies de cóndores andinos. Asimismo, el Río Anisacate y el embalse Los Molinos, son sitios ideales para practicar deportes náuticos –como windsurf, esquí acuático o paseos en balsa– o pescar.
El patrimonio histórico y arquitectónico más valioso de la zona, se concentra en Alta Gracia, donde hay construcciones que se realizaron a mediados del siglo XIX. Además, en la Estancia Jesuítica funciona el Museo Casa del Virrey Liniers, que está compuesto por una iglesia y el Tajamar. La obra de los sacerdotes de la orden jesuita forma parte del circuito de museos del lugar, junto con el chalet Los Espinillos y Villa Nydia, que fue la casa donde vivió la familia Guevara Lynch cuando Ernesto –que por ese entonces no era el Ché– tenía cuatro años.
El chalet Los Espinillos fue la residencia del músico español Manuel de Falla desde que arribó a la Argentina en 1942, hasta su muerte, en 1946. Según se dice, el artista visitaba frecuentemente el Sierras Hotel, que en su época dorada albergó a personalidades como Albert Einstein, el príncipe de Gales, Arturo Illia y Arturo Frondizi.
A poco más de diez kilómetros, también se pueden visitar los balnearios con arena clara y piletas naturales de Los Aromos, La Bolsa, La Serranita, La Paisanita, La Isla y La Rancherita, donde usualmente se realizan campamentos y asados.
Sobre la Ruta 17, al noreste de la provincia, cerca del límite con Santa Fe, se localizan una serie de pequeños pueblitos rurales que se alternan con campos extensos cubiertos de soja. Una vez que se atraviesa La Para, hacia la izquierda, aparece la laguna Mar Chiquita, también conocida como Mar de Ansenusa, de 450 mil hectáreas. Aquí, la propuesta es admirar su color celeste y contemplar la bella estación de tren que está en desuso, además de parques públicos y máquinas cosechadoras de última generación.
A pocos kilómetros de la laguna, se encuentra la villa turística Miramar, ya recuperada de la gran inundación que se desarrolló entre 1977 y 198, que destruyó cuatro manzanas de la localidad. Durante su mejor época, entre las décadas del 40 y 60, este lugar atraía a visitantes de toda la Argentina y el exterior, por causa de las propiedades terapéuticas del barro y el agua salada de su laguna. En este período, también fue el tiempo de esplendor del Gran Hotel Viena, que recientemente fue recuperado y convertido en museo.