al como señala el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), la rabia paresiante es una enfermedad epidémica, regional, recurrente, cíclica y mortal causada por el virus rábico Rhabdovirus, del género Lisavirus, que es transmitida por el vampiro común (Desmodus rotundus) y afecta principalmente a los bovinos, equinos, especies domésticas y algunos animales silvestres. Además, la rabia paresiante es una zoonosis y puede ser transmitida de los animales al hombre.
La patología se observó por primera vez en la Argentina en 1928, y su área endémica abarca la totalidad de las provincias de Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa y Santiago del Estero, y parte de las de Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Córdoba, La Rioja y Santa Fe.
Los primeros síntomas observados en los animales son inquietud, falta de apetito, tendencia a aislarse y frecuentes vocalizaciones con un tono de voz diferente al habitual. Luego, se observa depresión, deshidratación con dificultad postural y ambulatoria y, finalmente, la muerte.
Desde el Senasa, a través del Plan de Rabia Paresiante, se desarrollan diferentes acciones en aquellos lugares donde apareció la enfermedad. En La Rioja, en 2018, esta enfermedad se manifestó en el ganado de manera repentina con una alta tasa de mortalidad inicial que fue disminuyendo con el tiempo.
En el mes de marzo de 2018 se informó sobre la aparición de animales bovinos con sintomatología nerviosa, en una zona que geográficamente y políticamente pertenece a La Rioja y Córdoba.
Ante esta situación, acudió personal del INTA y del área de producción del Municipio del departamento General Ocampo, para confirmar lo informado por un productor. Una vez que el Senasa arrojó los resultados, se conformó una mesa interinstitucional e interdisciplinaria para afrontar la situación sanitaria. Participaron el INTA AER Milagro, el Municipio General Ocampo, la Comisión Provincial de Sanidad Animal (Coprosa), la Sociedad Rural de General Ocampo, la Universidad Nacional de La Rioja, el Consejo Deliberante del Municipio General Ocampo, la Secretaría de Ganadería de La Rioja, el Ministerio de Salud de la Provincia y el Senasa.
Las acciones se llevaron adelante en los diferentes brotes de aparición de la enfermedad, y en un radio de 10 a 20 km de cada caso índice. Además, se realizó la búsqueda y reconocimiento de refugios de vampiros, con el correspondiente tratamiento de los mismos, y se efectuaron charlas y reuniones de concientización para los productores y demás personal involucrado. También se puso en marcha la inmunización del personal; se procedió a la vacunación de las diferentes especies animales –bovino, caprino, equino, cerdos y animales domésticos (perros y gatos)–; y se realizó el bloqueo, vigilancia epidemiológica y control de movimientos de especies antes mencionadas, por un plazo de 30 a 60 días en cada uno de los brotes.
Según datos recolectados de otros trabajos realizados en la zona, la población de vampiros superaba los 1.500 ejemplares, los que debían alimentarse diariamente. Si hacemos el cálculo según los datos antes enunciados, la población ganadera estaba perdiendo entre 50 y 60 litros de sangre por noche, lo que equivale a la sangre de un animal adulto. Si esto lo multiplicamos por 365 días del año, nos damos cuenta que las pérdidas son mayores que la ocurrida por el brote de la enfermedad.
Ante este escenario, el INTA viene trabajando en el combate al vampiro y la vigilancia epidemiológica, con la correspondiente toma de muestras y su remisión para el laboratorio de diagnóstico del Senasa.
Asimismo, recomiendan que toda persona que haya estado en contacto con un animal con rabia paresiante o presuntamente con la enfermedad se realice la vacunación de posexposición.
En aquel entonces, en cada brote se estableció, en forma obligatoria, la vacunación y la revacunación entre los 20 y los 30 días posteriores a la primera dosis. Además, se debe revacunar al año.