l número de granjas intensivas a gran escala crece en el Reino Unido. Los productores informan cifras promedio de 40.000 aves, 2.000 cerdos y más de 2.000 granjas en todo el país. La lucha de las organizaciones por los riesgos medioambientales y el bienestar animal, y las nuevas oportunidades para una agricultura post Brexit.
El crecimiento es un hecho. El número de unidades de cerdos y aves de corral de tamaño industrial en el Reino Unido ha aumentado un 7%, pasando de 1.669 en 2017 a 1.786 en lo que va del año. Solo en Inglaterra, según datos de 2020 obtenidos por The Guardian y Bureau of Investigative Journalism, el número de instalaciones ganaderas intensivas permitidas en Inglaterra ha aumentado un 7% desde 2017, a 1.313 hasta febrero de este año. De éstas, 1.092 son aves de corral y 221 son unidades de cerdos.
El fenómeno genera preocupación. Las proyecciones indican que tanto el Brexit como los nuevos acuerdos comerciales podrían impulsar aún más la intensificación si los agricultores se ven obligados a seguir siendo competitivos frente a las importaciones baratas y de bajo bienestar. Bajo estas condiciones, el sistema podría colapsar, además de que traería consecuencias negativas para el medioambiente y la salud animal.
Se entiende como intensivas a las granjas que poseen una capacidad para albergar hasta 40.000 aves de corral. Por el lado de las granjas de cerdos, para ser consideradas dentro de esta categoría deben tener hasta 2.000 cerdos criados para carne o 750 cerdas reproductoras.
Impulsado en parte por la presión de los supermercados para mantener los precios bajos y por la demanda de carne barata por parte de los consumidores, el crecimiento de la agricultura industrial genera polémicas.
Las granjas intensivas de cerdos y aves de corral se relacionan con el daño a la biodiversidad debido a las emisiones de amoníaco y a los efectos perjudiciales en las comunidades locales. Entre sus efectos negativos se encuentra la contaminación acústica, el aumento del tráfico y las bacterias, la generación de virus y contaminantes del aire potencialmente dañinos. También es visto como un impulsor de la deforestación en América del Sur, a través de su dependencia de cultivos ricos en proteínas como la soja para alimento en la dieta de los animales.
Mientras el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales destaca los estándares del Reino Unido en términos ambientales y de bienestar animal, organizaciones benéficas y protectoras indican lo contrario. Philip Lymbery, director ejecutivo de Compassion in World Farming, alerta sobre el 70% de los animales de granja del país (más de mil millones de animales por año) que se mantienen en unidades interiores intensivas. “Es la mayor causa de crueldad animal en Gran Bretaña hoy en día”, expresa.
El pollo es, por lejos, carne más popular dentro del Reino Unido. El sector avícola registra 20 millones de aves sacrificadas semanalmente y ocupa el 86% de las granjas industriales del país que albergan a más de 1 millón de aves.
Lamentablemente, los métodos a gran escala e intensivos para la cría de aves de corral presentan altas densidades de población y se relacionan con un “dudoso” bienestar animal. Los pollos son criados para crecer cuatro veces más rápido, demorando entre 35 y 45 días en alcanzar un peso objetivo de sacrificio de 2 a 2,5 kilogramos.
Como consecuencia de esto, se estima que, al menos, un tercio de los pollos de engorde criados intensivamente en el Reino Unido desarrollan problemas cardíacos y pulmonares, más de la mitad tienen graves problemas para caminar, y muchos sufren lesiones en sus miembros inferiores al sentarse en sus propios desechos.
Ante las acusaciones, la Unión Nacional de Agricultores se defiende argumentando que el tamaño de la granja no es el factor crítico para dictar el bienestar de las aves. “Es crucial que reconozcamos que la cría de animales y la ganadería son los factores más importantes que determinan la salud y el bienestar de los animales, no el tamaño de la granja o el sistema de producción”, dijo su principal asesor avícola, Gary Ford.
El sector posee 252 unidades interiores industriales en el Reino Unido, presentando un aumento del 5% desde 2017 y albergando a más de 23.000 cerdos. El 60% de la cría porcina en el Reino Unido es intensiva, con animales mantenidos en corrales de concreto o tablillas y con solo un metro cuadrado de espacio cada uno.
El bienestar animal dentro de estas unidades es complejo. Se presentan comportamientos anormales como mordeduras de cola (muy común en las unidades de cerdos intensivos debido al estrés) y partos en jaulas. En este sentido, el gobierno rechazó recientemente los intentos de prohibir el uso de parideras a pesar de su impacto adverso en la salud de las cerdas.
A pesar de las críticas, la Asociación Nacional de Cerdos afirma que “el sistema de producción no dicta el bienestar animal y es el tratamiento individual lo que determina el bienestar de los animales. El propósito principal de la jaula de parto es evitar que la cerda ruede y aplaste a sus lechones. La jaula también permite a los ganaderos trabajar de manera fácil y segura alrededor de la cerda y sus lechones, en un momento en que las cerdas pueden ser particularmente agresivas”.
Desde la organización Compassion in World Farming, esperan que el Brexit conduzca a una nueva dirección con el apoyo de la opinión pública. “Estamos en una encrucijada y tenemos la oportunidad de reinventar la alimentación y la agricultura británica. Podemos avanzar hacia un campo próspero donde los animales de granja son restaurados a la tierra”, concluyen.