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as picadoras de forraje autopropulsadas, junto con la aplicación de procesos de buenas prácticas de confección que están en permanente evolución, fueron desde mediados de la década 1990 hasta la actualidad las impulsoras del logro de calidad de picado en Argentina.
Si analizamos las estadísticas de ventas en Argentina, en los últimos 10 años se comercializaron en total 675 unidades autopropulsadas, con un promedio de ventas de 85 picadoras/año en el periodo 2010-2014, aseguran a través de un informe los especialistas en conservación de forrajes Pablo Cattani y Federico Sánchez.
Para los asesores técnicos, ese período coincidente con una época en la que el silaje crecía en superficie en forma exponencial y había una necesidad de desarrollar el parque de picadoras en forma constante.
En los últimos tres años, según datos de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros (CAF), la superficie está estabilizada en alrededor de dos millones de hectáreas. Esta situación "ha frenado el ritmo vertiginoso de ventas de picadoras y se ha estabilizado alrededor de 41 máquinas/año, si tomamos el promedio de venta anual de la segunda mitad de la década. A lo que se sumó el aumento en las capacidades de trabajo de todo el parque de maquinaria en su conjunto", precisa el informe.
Si bien existen múltiples factores que influyen en estas variaciones en la demanda de este mercado, ambos especialistas mencionan como principales causas a la estabilización de la superficie y la saturación del parque activo de picadoras: 759 máquinas con una edad promedio de 7,76 años. "Las ventas hoy se limitan al recambio de unidades de los picadores existentes, surgiendo pocas empresas nuevas de picado que hagan incrementar el parque", sostiene el informe de coyuntura.
Un hecho que destaca es que las picadoras nuevas que ingresan al parque poseen mayor capacidad de trabajo. Son modelos equipados con más potencia de motor acompañados por el crecimiento de los anchos de cabezal, los cual permiten trabajar con anchos de corte de hasta nueve metros y hacer más hectáreas con la misma cantidad de máquinas.
En este escenario, 2019 fue el año de menos unidades comercializadas en los últimos 15 años, sostiene el informe. Un ejercicio que estuvo marcado “por la falta de créditos que son la herramienta clave para la renovación de equipos de picado en el 95 por ciento de las unidades comercializadas”.
La buena noticia es que durante el presente año cambio la tendencia. Cattani y Sánchez precisan que el mercado se está desarrollando con un crecimiento de más del 40 por ciento en el volumen total del negocio, con un número de unidades comercializadas similar al promedio de ventas de las últimas seis campañas.
La otra buena noticia que destaca el informe es que la tecnología se viene emparejando y, si bien hay modelos ultra potentes, la oferta se abre a todo tipo de necesidades y de capacidades. "Los sistemas y tipos de partidores de granos también se van diversificando y haciendo cada vez más específicos de acuerdo a cultivo y tipos de silajes o destinos del mismo, lo que marca una solución para cada demanda. Como así también los sistemas de aplicación de insumos (inoculantes) de manera variable además de la posibilidad de mapear lotes en el caso que se lo requiere", fundamenta.
Si bien este mercado pasó por una época de recesión de ventas en el 2019, queda claro que las condiciones hacen que la demanda se sostenga y crezca, pero no sólo con mayor oferta en volumen de máquinas, sino también una mayor variedad de alternativas con todo el paquete tecnológico disponible a nivel mundial.
"Seguramente, las condiciones de reactivación de la ganadería, principalmente para la producción de carne en algunas zonas del norte del país que están en desarrollo, derramará un mayor crecimiento de la superficie de picado y por ende impactará positivamente en este mercado. Al igual que los proyectos de bionergía a partir de silaje que puedan surgir y consolidarse en distintas partes del país", destaca el informe.
AgroVoz