s simple, pero mágico: con un trozo de tallo, agua, tierra y un poco de paciencia tendrás una planta nueva. Las cuentas salen: puedes comprar un poto colgante por unos diez euros o pagar 20 euros por una monstera. O puedes obtenerlas totalmente gratis a partir de un pedazo que te regale alguien.
Hormonas, como las auxinas, están de tu parte: una vez que recortas un trozo de planta, y lo separas de sus raíces, este fragmento lucha por volver a agarrarse al suelo. Es decir, crea raíces. Justo lo que queremos para obtener toda una planta nueva. Todo lo que necesitas es un darle una oportunidad.
Muchas plantas de interior echan fácilmente raíces en agua. Es el caso de las suculentas y los cactus, pero también de muchas aráceas, una familia que incluye a las populares (y algunas muy cotizadas) monsteras. Y lo mismo ocurre con los filodendros, las begonias y muchas trepadoras, como la hiedra.
Como regla general, los cortes, técnicamente esquejes, deben medir entre 10 y 15 centímetros (cm). Aunque los trozos más largos también pueden proliferar, suelen dar plantas más débiles. Y, mejor escoger los extremos más nuevos, que han crecido este año, ya que estarán más activos.
Utiliza un cuchillo o una tijera de podar, y corta justo debajo del punto donde las hojas se unen al tallo, conocido como nudo. Si dejas un trozo de tallo por debajo, acabará por pudrirse. Al igual que pellizcar y retirar las hojas de la parte inferior del fragmento, puedes necesitar quitar alguna más; basta con dejar las dos o tres superiores.
En general, todas las partes que queden en contacto con el agua deberían estar despojadas de hojas, ya que se pudrirían. Y el agua fétida no es el mejor lugar para que nuestra pequeña planta empiece a crecer. También conviene retirar las flores para que no produzcan semillas, un proceso que robaría mucha de la energía que necesita para desarrollar unas raíces fuertes.
Ya lo tienes: solo falta meterlo en un jarrón o frasco de cristal con agua. Si el cuello del recipiente es ancho, mejor poner un tope (por ejemplo, con una red) o colocar varios cortes dentro: así, evitas que caigan al agua y acaben por pudrirse. Una triquiñuela: escoge un frasco más pequeño de lo que imaginas.
Los fragmentos liberarán hormonas (auxinas) que lo ayudan a enraizar; y un volumen abundante de agua diluirá su efecto. [Hace unos días te contamos los trucos para escoger las plantas más sanas de la floristería o del vivero, sin que nos engañen.]
Las raíces suelen aparecer en tres o cuatro semanas, aunque hay algunas, como las begonias o las pileas (como la Pilea peperomioides o planta china del dinero, una de las reinas de Instagram), a las que les lleva un poco más. No desesperes, pero vigila que el agua esté limpia para evitar que el fragmento se pudra.
Mantén tus cortes en un sitio caliente y luminoso y ármate de paciencia. Aunque los brotes crecen antes en verano y primavera, los fragmentos verdes en la ventana ya nos ofrecen algo interesante que contemplar durante estos meses de frío y restricciones. Una vez que tenga numerosas raíces de entre dos y cinco centímetros, tu planta estará lista para pasar a una maceta con tierra de compost húmedo. [Si aún no lo has probado, hace un tiempo te contamos cómo transformar un hueso de aguacate en una planta.]
Otro truco: si la planta ha crecido en el frasco (y muchas lo hacen), puede resultar una buena idea podarla un poco antes de llevarla a la maceta: así se fortalece desde la base y favorecemos que la planta crezca más frondosa.
Algunos vegetales, como las cintas o la planta araña (Chlorophytum sp.), producen hijos, o plantas bebés, de forma natural mientras crecen. Para multiplicarlas gratis, basta con esperar a produzca una miniplanta completa, con cinco o más hojas, y trasplantarla directamente a una maceta. ¡Ya la tienes! [Hace un tiempo te contamos cómo fabricar macetas con cosas que tienes por casa.]
Aunque, seguramente, el modo más rápido y sencillo de conseguir una planta nueva sin pagar es dividir una maceta en varias. Muchos jardineros venden macetas con varias plantas pequeñas, en lugar de una sola, para que parezca más frondosa y sana de lo que es en realidad.
Pues bien, podemos usar este truco tan dudoso a nuestro favor, porque significa que muchas de las macetas que compramos (como las begonias, los helechos, las bonitas fitonias y el ficus), en realidad no son una planta, sino varias. Lo mismo sucede con la albahaca del súper; que ya te contamos cómo dividirla y hacerla eterna.
Es fácil: saca toda la maceta y, con cuidado, separa cada una de esas pequeñas plantas que crecen estrujadas y mete cada una en su propia maceta. No solo tendrás de repente dos o tres plantas (cuando no más) al precio de una; además, les estarás dando mucho más espacio para alimentarse y respirar; por lo que crecerán mucho más fuertes.
Un grupo creciente de estudios sugiere que las plantas pueden reducir nuestra ansiedad y liberarnos del estrés. Puede que llenar nuestras casas de verde se haya convertido en algo más que una distracción; y que nos proporcione, en esta era de restricciones, un muy necesario sentimiento positivo, de crecimiento y nueva vida. Y si, además, podemos conseguirlo gratis, mejor que mejor.
El Diario