Si estás buscando realizar un recorrido pleno por algunos de los puntos turísticos más importantes del país, lo mejor es que tomes tu vehículo y te dirijas hacia la Ruta 12, la columna vertebral de la Mesopotamia. A través de un trayecto de más de 1.600 kilómetros pavimentados, se origina paralelamente con las aguas del Río Paraná y atraviesa las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, antes de desembocar en Puerto Iguazú, en la frontera con Brasil.
Tras partir de Buenos Aires y arribar hasta Gualeguay (Entre Ríos), el curso lleva a las localidades de Nogoyá, Diamante y Paraná. Ya en tierras correntinas, cruza Esquina, Goya y Empedrado, previo a arribar a Corrientes. En este lapso, cualquiera de los sitios mencionados merece una parada, sobre todo Goya y Esquina, donde la pesca de surubí y los carnavales festivos son todo un emblema.
Luego de una breve visita a la Basílica de la Virgen de Itatí en el kilómetro 1.090, es fácil acceder a uno de los lugares más visitados de la Argentina: los Esteros del Iberá. Antes de llegar, sobre el kilómetro 1.160 –en las cercanías del pueblo de Berón de Astrada-, se puede ver el despertar del atardecer, con tonos rojizos y amarillentos.
A partir del Portar Cambryretá, hasta la entrada a los Esteros hay un trayecto de alrededor de cuarenta minutos con seis tranqueras, de modo que se recomienda ir acompañado por un guía local.
Por si alguien no lo sabe, los Esteros del Iberá constituyen un enorme humedal formado por cientos de riachos, arroyos, lagunas, bañados y embalsados, que se asientan sobre viejos lechos abandonados por el Río Paraná. Su superficie es de casi un millón de hectáreas, lo que lo convierte en el segundo más grande del mundo, por detrás del Pantanal de Brasil.
Si bien existe una amplia variedad de accesos, el más común es el de Colonia Pellegrini, sobre el margen oriental. De todas maneras, se aconseja tomar el ingreso por Cambryretá, que permite entrar en contacto con el lado más salvaje del humedal, avistando carpinchos y ciervos de los pantanos.
En relación a la fauna de la región, según se dice, habitan más de 360 especies de aves, 85 de mamíferos, 45 de anfibios y 35 de reptiles. El animal más representativo, es el yacaré, propio de las zonas tropicales y subtropicales sudamericanas.
Este caimán –que puede llegar a medir hasta tres metros de largo-, se presenta en el Iberá en dos variedades: negro o blanco. Para verlo, lo mejor es embarcarse en una canoa junto con un guía y salir a navegar entre los embalsados.
Una vez que se pasó por aquí, el viaje sigue por la Ruta 12 hasta llegar a Misiones. Es fácil distinguir cuando se pasa de una provincia a la otra, ya que hay un enorme arco de cemento que señaliza la entrada a Posadas, la capital. Solo unos 60 kilómetros más adelante, se pueden observar las ruinas de San Ignacio Mini, una reducción jesuítica fundada en el siglo XVII para evangelizar a los nativos guaraníes, que tras ser abandonada, fue saqueada e incendiada por tropas paraguayas.
En la actualidad, estas ruinas representan uno de los vestigios más importantes de lo que fueron las reducciones jesuíticas en Latinoamérica y recibe miles de turistas por año.
Sobre el kilómetro 1.437, la ciudad de Jardín América abre las puertas a una bifurcación, de donde sale una ruta que lleva al Parque Provincial Salto Encantado, a seis kilómetros del pueblo de Aristóbulo del Valle. Una vez que se toma este camino lateral, la selva misionera comienza a hacerse presente, con copas de árboles altos que se cruzan en el asfalto. Vale remarcar que aunque hoy en día la selva ocupa más de la tercera parte de la provincia, hace alrededor de 60 años llegaba a cubrir casi todo el territorio. Que esto no se haya mantenido, se debe a la tala indiscriminada de especies de árboles y la irrupción de zonas de cultivo de té, tabaco y yerba mate.
El Parque Provincial Salto Encantado es una reserva de vegetación poderosa, que contiene una gran cantidad de cascadas. La más famosa –la que le da el nombre al Parque-, se hace visible desde los miradores construidos en las cercanías y representa una caída de agua de 64 metros de altura que se precipita encajonada por un oscuro paredón de rocas húmedas.
Alrededor del salto, corren varios pequeños arroyos como el Urú y el Cuña Pirú, que tienen unas aguas cristalinas, que hacen que cualquier la vista adquiera otra perspectiva.
Nuevamente en la Ruta 12, el camino empieza a parecerse a un tobogán, con el asfalto que sube y baja, siguiendo el perfil de sucesivas lomadas. Por este trayecto, se pueden ver carros tirados por bueyes de largos cuernos, que marchan a paso lento con sus cabezas gachas.
Ya en el kilómetro 1.601, se accede a Colonia Wanda, una zona que es reconocida por sus minas de piedras semipreciosas de cristales de cuarzo, amatistas, topacios y yágatas. Desde allí, a tan solo media hora, está Puerto Iguazú y la entrada a sus increíbles Cataratas.
En Iguazú, en cada rincón hay agencias que ofrecen paquetes para visitarlas y vivir una experiencia única, con precios que pueden ser muy diversos, dependiendo la ciudadanía de los clientes. Los misioneros y brasileños abonan menos que otros argentinos, en tanto que estos últimos pagan una tarifa más baja que un europeo o estadounidense. Declaradas como una de las nuevas maravillas del mundo, el conjunto de 275 saltos que conforman las Cataratas, recibe anualmente a más de un millón de personas.