Por más comodidades que pueda ofrecer una empresa, trabajar muchas horas en una oficina siempre tiene sus inconvenientes. Uno de los más importantes es la alimentación, ya que al estar tanto tiempo sentado, sumado al estrés y los nervios, termina agarrándote hambre. Aunque muchas veces también consumen comida chatarra en el almuerzo, es en las colaciones donde la mayoría de los trabajadores ingiere golosinas o snacks poco saludables.
Tomás Fuentes Benítez se vio en una encrucijada cuando se dio cuenta de que no quería saciar su hambre entre comidas con alimentos considerados vulgarmente como “porquerías”. Fue allí cuando al abogado se le ocurrió una solución que se convertiría en negocio: apostar por la carne seca o beef jerky, como se la conoce en Estados Unidos, donde es muy consumida.
Fuentes Benítez empezó a desarrollar el producto en la Argentina hace tres años. “Importé un horno especial de Estados Unidos, comencé a investigar y armé una cocina-laboratorio en el quincho de la casa de mis viejos en Necochea”, explicó. Sincero como pocos, el creador de Stokes, nombre con el que bautizó a su emprendimiento, afirmó que las primeras incursiones no fueron nada buenas. “Al único que le gustaba era a mi perro Freud”, aseguró.
Sin embargo, no se dio por vencido. “Para mejorarlo, empecé a aprender de química de alimentos, a probar cientos de recetas y métodos. No era fácil para un abogado como yo. Después de un par de meses así, me acuerdo que un fin de semana dejé una bolsa grande en la alacena de casa y para el lunes ya no quedaba nada. Ahí fue la primera vez que pensé que había creado un producto”.
Fuentes Benítez ya había decidido que quería irse al extranjero a estudiar negocios. Terminó ganando la beca Schwarzman Scholars para cursar un máster en la Universidad Tsinghua, ubicada en Pekín, China. Al recibir la noticia, decidió llevar el producto a China para ver qué ocurría. “Cuando llegué, fui al supermercado y me encontré con góndolas enteras de snacks de carne, pero eran todos de baja calidad, hechos con aceite, mucho azúcar y sal”, recordó. Fue ahí cuando se dio cuenta de que había una oportunidad real para un producto como el suyo.
Así fue como comenzó a producir en secreto en su cuarto de la universidad para que no lo echaran. Una vez que se graduó, alquiló una cocina en un restaurante, adquirió mejores máquinas y puso un stand en el farmers market más importante de Beijing para validar el producto con consumidores del gigante asiático que no supieran de su emprendimiento.
“Después de varios meses de trabajar siete días a la semana y vender cientos de bolsas, tenía un producto en el que creía. Empecé a buscar una fábrica que pudiera producir mi snack y conseguí una perfecta en Shanghai, que no solo tiene tecnología de punta, sino que entiende nuestra visión”, explicó Fuentes Benítez, a la vez que anunció que en las próximas semanas va a estar lanzando el producto en cuatro sabores, con la idea de que se venda en todo el territorio del gigante asiático.
Por último, dejó una reflexión para no pasar por alto: “Dentro de los países que exportan alimentos, Australia, Nueva Zelanda y hasta Chile tienen mejor reputación que nosotros (los argentinos). No es que tengamos mala reputación, sino que no hemos construido ninguna. China es el mercado con la mayor clase media del mundo; esa demanda es y será algo nunca visto. Si queremos aumentar las exportaciones de nuestro país, tenemos que aprovechar esta oportunidad única”.