lamas del Yokavil es la parte dedicada a la cría, cuidado y adiestramiento de llamas para brindar la experiencia de contacto con este animal ancestral a visitantes y turistas. “Nuestra familia está integrada por Ana Sofia la hija mayor, estudiante de Ciencias Económicas; Facundo que es chef; Faustino estudiante de secundaria; y Máximo, alumno de primaria. Ellos dos son una parte fundamental de la propuesta puesto que son quienes muchas veces cuentan a los que nos visitan, sobre el día a día con las llamas y la atención de la finca. Además, estamos Mamá Carolina, que es profe de inglés y yo, que soy docente en un colegio para adultos”, describe Joel Lagoria.
La extensión de la finca es de 2 hectáreas y está dedicada a la producción de nueces criollas en un marco de plantación de 15 por 15 metros, en un sistema de riego tradicional por manto, ya que en el lugar es muy difícil tener acceso a otro tipo de sistemas, por el costo y otras dificultades geográficas (al agua para riego y consumo proviene de deshielo y no es permanente). Una porción de la tierra se destina a la producción de pasturas para alimentar a las llamas.
“Nuestra finca quizás sea uno de esos lugares donde se evidencian las diferencias productivas del país, el minifundio, la baja escala productiva y la escasa o nula capitalización de los sujetos agrarios, que son la resultante de muchos años de ausencia de políticas productivas diferenciales para pequeños productores. En nuestro caso depositamos las esperanzas en el turismo a través del cual pretendemos obtener ingresos extra-prediales que permitan lograr una unidad productiva sustentable y sostenible”.
Desde el punto de vista turístico, el emprendimiento tiene una ubicación estratégica regional, ya que se ubica a 32 kilómetros hacia el sur del departamento Santa María, que a su vez está a sólo 80 kilómetros de Cafayate, en Salta. También está muy cerca de lugares emblemáticos de Tucumán, como la ciudad Sagrada de Quilmes, el Museo Pachama en Amaicha Del Valle y Tafí Del Valle. Otro punto de interés es dentro de la misma provincia de Catamarca, ya que está a 180 kilómetros de Belén, donde se encuentra el Shincal de Londres, que es la última ciudad Inca.
“Nuestra esperanza está puesta en el turismo y por eso desarrollamos distintas alternativas de visitas, unas de las cuales tiene que ver con pasar el día en la finca, caminar por las calles del pueblo y visitar sus lugares escondidos, como el Cardón más grande de la Argentina, y vivir la experiencia de hacer todo esto acompañado de una llama, sobre la cual durante la visita le contamos sobre su historia, comportamiento, morfología y su importancia para nosotros los pobladores de esta región”, destaca Joel.
El emprendimiento también tiene una propuesta distinta, de campamento familiar. Nació con el objetivo de fortalecer y nutrir los lazos familiares. “Esto lo vemos desde el primer momento en que llegan nuestros visitantes, ya con la experiencia de armar una carpa, entre padres e hijos, que da la posibilidad de tener aprendizajes conjuntos y de redescubrirnos como padres”, reflexiona Joel.
“Nos permite estar disponibles y presentes para nuestros hijos y la familia durante unos días, según el tiempo de los visitantes, y compartir momentos como los desayunos, almuerzos, meriendas y cenas, que se transforman en experiencias e historias familiares que nunca se olvidarán, junto al fogón a la noche y mirando las estrellas”.
Los visitantes que llegan buscan el encontrarse con la naturaleza, aprender sobre las llamas, interactuar con ellas y sacarse unas lindas fotos. Una de las excursiones preferidas es el trekking al Gran Cardón acompañados, por supuesto, de las llamas que hacen que el paseo sea muy distinto a cualquier otro. Otro de los atractivos, como es de imaginar, son los productos dulces elaborados a base de nuez, como los alfajores, bombones y galletas de Huala, el emprendimiento de una vecina de Joel.
Con respecto al Covid, Joel cuenta que, como a todo, al principio tuvieron un poco de miedo y que luego fueron aprendiendo los protocolos, cómo cuidarse y que ahora lo toman con seriedad y conciencia, y que esperan poder volver a recibir turistas en la temporada de verano.
“Lo mejor que tenemos es la posibilidad de que el turista descubra una provincia llena de encantos y una variante en el corredor del Norte argentino. En Aldalhuala nos sentimos la puerta de entrada a Catamarca para que los visitantes puedan conocer y llegar a lugares como el Shincal, las termas de Fiambalá, la ruta de los Seis Miles, la belleza de Antofagasta de la Sierra y lo asombroso del Campo de Piedras Pómez”, concluye.
Bichos de Campo