La cerveza Grimbergen es comercializada en todas partes del mundo por multinacionales. Ahora, a más de doscientos años del saqueo y la demolición de la cervecería de la abadía, los monjes belgas volverán a construir una nueva fábrica en el complejo monástico de Grimbergen, al norte de Bruselas, la capital de Bélgica, y retomarán la producción.
Fundada en 1128, la abadía ha estado relacionada a cerveceros comerciales desde la década del cincuenta, cuando el cervecero local Maes le solicitó a los monjes que utilizaran el nombre y el emblema de Grimbergen, que es un ave fénix, en su cerveza de abadía.
Actualmente, se generan cerca de 1,5 millones de hectolitros de esa marca a nivel mundial, con la unidad de Heineken Alken-Maes elaborándola y comercializándola en Bélgica, mientras que Carlsberg la fábrica en gran parte en Francia para otros mercados.
Karel Stautemas, uno de los once monjes que viven en la abadía, expresó: “Para nosotros es importante conservar el patrimonio, la tradición de elaborar cerveza, porque siempre estuvo aquí”. Tras un curso en la Escuela escandinava de elaboración de cerveza en Copenhague que empezó este año, el padre Stautemas se transformará en uno de los cinco o seis trabajadores de la nueva fábrica de cerveza.
Marc-Antoine Sochon, quien será el responsable de la producción, explicó que la planta tendrá una capacidad de producción de diez mil hectolitros y elaborará ediciones limitadas de la cerveza ya vendida a nivel comercial. “Conservaremos la misma levadura, que aportará el sabor afrutado y picante, y empezaremos a buscar más innovaciones, como el envejecimiento en barrica y el dry-hopping –proceso que consiste en el agregado de lúpulos secos a la cerveza una vez que ésta ya fermentó–”, indicó.