Hace algunos años, la vida de Silvina Beltrán dio un giro de 180 grados cuando, interesada por llevar una alimentación más saludable, se anotó en un curso sobre cultivos hidropónicos que se desarrolló en la Escuela Vivero Villa Mónica de Tigre. Apasionada por la práctica, en 2012 inauguró Hidroflora, su propia pyme de productos de estas características, que actualmente está ubicada sobre la Avenida Bustillo, a la altura del kilómetro 6, en San Carlos de Bariloche (Río Negro).
“Entré en tema con el curso que hice con los pioneros de la hidroponía en la Argentina en el Delta del Tigre, y más tarde fui a capacitarme a México y al Laboratorio de Hidroponía de la Universidad Federal de Santa Catarina en Brasil. Elegimos asentarnos en Bariloche con la estructura de un invernáculo geodésico porque nos resultó atractivo, moderno y funcional. Aquí es donde recibimos a nuestros clientes y amigos, siempre con un brunch de por medio”, comenta Beltrán, quien inició el proyecto junto a su marido, Diego Mingorance.
Los cultivos hidropónicos se caracterizan por utilizar solamente el 30% del agua que se consume en los sistemas tradicionales. Al recibir de forma periódica nutrientes regulados y equilibrados, las plantas tienden a crecer más rápido, incluso en invernaderos, donde tanto la humedad como la temperatura y la radiación solar están controladas.
Dentro del invernáculo de Hidroflora, lo primero que llama la atención son los cultivos de varias especies ubicados en una especie de estantes de caño sobre la sala, que también funciona como showroom. Vale recordar que el grueso de la producción en realidad se lleva a cabo en otros dos invernaderos, que tienen una capacidad total para 6.500 plantas a lo largo de 115 metros cuadrados.
Beltrán comenzó innovando con lechugas, aromáticas, tomates, berenjenas, pepinos, pimientos, azafrán y amaranto, con los que fue estudiando su evolución y desarrollo para adaptar la experiencia a otras especies. Dentro de su labor, siempre se manejó bajo la premisa de trabajar de manera 100% orgánica, sin utilizar agrotóxicos ni hormonas.
En la actualidad, el cultivo es mayoritariamente de variedades gourmet, como hojas asiáticas (shiso púrpura, tatsoi, pak coi o mizuma), kales, portaluca, coleus y acederas. Sin embargo, el producto más solicitado por los chefs son los comestibles como la borraja, el nasturtium, el clavel de moro o el oxalis. También se comercializan finas hierbas y aromáticas, entre las que sobresale la menta jaspeada.
“Nuestros clientes son restaurantes, hoteles, salones de eventos, convenciones, cervecerías y casas de té. Las entregas que realizamos dentro de Bariloche y Villa La Angostura las hacemos en forma personal como parte de un proceso de calidad que nos gusta imprimir en nuestro trabajo. Para las entregas a pedido, se les consulta a los chefs sobre el inicio de cada temporada cuáles son sus preferencias para ir planificando la siembra en relación a las mismas. Los productos se entregan seleccionados por tamaño, en bandejas herméticas que cuidan su calidad y frescura”, detalla la emprendedora.
Asimismo, Hidroflora brinda servicios de asesoramiento y puesta en marcha de sistemas hidropónicos para otros particulares que se interesan en la metodología, como lo hizo con el chef Víctor García, quien cultiva hojas, tomates y flores comestibles y aromáticas en su terraza de Buenos Aires.
Entre los reconocimientos recibidos, en 2015 Hidroflora se llevó el Premio CAME Nacional por Impacto Empresarial de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa 2015 y fue invitada a disertar en el Encuentro Brasileño de Hidroponía organizado por la Universidad de Santa Catarina. Con este panorama, Beltrán y Mingorance siguen afianzándose con el objetivo de expandir sus conocimientos en escuelas y comedores comunitarios, para encontrarle una solución a los problemas alimenticios que dominan la escena actual.
“El proyecto que tenemos tiene como meta ubicarse en los polos gastronómicos más importantes del país y brindar un producto de alta calidad, fresco y saludable”, concluye Beltrán.