l principio, costaba colocar la mercadería, ahora los compradores los llaman. Como trabajan tambo, también les ha resultado muy útil en la alimentación del rodeo. De modo que, para ellos, la arveja les ha abierto un abanico de oportunidades, incluido “un buen guiso hecho en casa”.
En apretado resumen, esta es la experiencia de los hermanos Cassi, contada por uno de ellos, Franco.
“Somos tamberos de toda la vida”, nos cuenta Franco. Trabaja en el establecimiento lechero con otros dos hermanos. El establecimiento está situado sobre la Ruta 9, entre James Craik y Tío Pujio.
Hacen tambo y agricultura: a esta, la reparten entre cultivos invernales y maíz para silaje en la temporada estival.
Con anterioridad a incorporar la arveja, en el invierno sólo hacían trigo y en un momento en que el precio estaba muy deprimido, “nos ofrecieron sembrar arveja: nos gustó la propuesta y entonces comenzamos a probarla”.
La propuesta que recibieron en esa ocasión fue de la empresa Samal Agro de Calchín, que se dedica a cultivos especiales. Les proveyeron asesoramiento, packs de insumos y el primer convenio para hacer el cultivo.
Después, en las campañas siguientes, “le fuimos agarrando la mano”. Los 20 quintales que han logrado los colocan cerca de los 25 que se obtienen en otras zonas, como una buena producción por hectárea.
“El cultivo de arveja nos sirve, por ejemplo, para la rotación y hacer un mejor control de malezas o insectos. Aparte es muy buena como fijadora de Nitrógeno. Luego, nos ayuda a tener (en el verano) entre 8.000 y 10.000 kilos adicionales de materia verde. Un año la utilizamos como alimento de los animales, funciona como un recurso energético similar al del maíz y en comparación al pellet de trigo, la arveja tiene el doble de proteína”, reseña Franco.
Y refuerza: “La hemos probado de todas las formas, con resultados satisfactorios, de alguna forma se usa, desde grano hasta alimento para las vacas”.
Al grano, también se lo puede comercializar y entonces, desde el punto de vista económico, se convierte en un recurso extra.
Como se mencionó anteriormente, al principio el mercado no estaba aceitado: “nadie cotizaba, pero eso ha ido cambiando, en esta campaña varios compradores nos llamaron interesados en nuestra mercadería”.
Lo más complicado, por ahora, es la fecha de siembra. “Se siembra tarde, en los primeros días de julio. En nuestro caso corremos con el punto a favor de que contamos con un equipo de riego de pivot central. Este año en la zona no pudo sembrar casi nadie en el otoño-invierno (por la falta de lluvias y humedad en el suelo), pero nosotros sí, por el equipo de riego”.
Se cosecha bastante bien, como si fuera una soja. Al principio la trilla era problemática porque las variedades que usaban hacen un lustro eran muy enmarañadas y se pegaban al suelo. “El primer año nos quedaron varios quintales en el piso. Ahora, hay nuevas variedades que superan ese problema, las plantas quedan erguidas y se le ha tomado la mano a la cosecha, previo secado de los lotes”, relata Franco.
Para la cosecha han contado con la predisposición del equipo de máquinas que contratan, el de Eduardo Ciriacci, y de su operario, David Martínez, que se han puesto a la par de los hermanos Cassi para realizar algunos ajustes que hay que practicar en la cosechadora a la hora de entrar a una parcela con arvejas.
“Sabemos que tenemos mucho más que aprender, pero creemos que nos está yendo bastante bien con el cultivo”, concluye Franco Cassi.
Agroverdad