Alimentación de bovinos: manejo de los cereales afectados por hongos y sus micotoxinas

l profesional Aníbal Fernández Mayer, técnico de la EEA INTA Bordenave, advierte a los productores ganaderos sobre los efectos de las micotoxinas. El doctor en ciencias veterinarias, especializado en nutrición bovina, comparte estrategias para el manejo de cultivos contaminados y establece cuáles son las principales consecuencias en la salud de los animales.

Las micotoxinas pueden estar presentes en los granos o porotos dañados, como también en subproductos como pellets (harina) y expellers (tortas) originados de esos materiales. Cuando se encuentran en juego tanto la producción como la salud de los animales, es imprescindible analizar en centros de investigación especializados a los porotos de soja y granos de maíz dañados, buscando la presencia o no de hongos y micotoxinas.

Las principales micotoxinas producidas por hongos

En los hongos del campo, algunas micotoxinas como el Desoxinivalenol (DON) pueden afectar productivamente a los animales intoxicados. También llamada vomitoxina, es una micotoxina producida por el Fusarium graminearum que, en los alimentos destinados a la nutrición de rumiantes, puede causar efectos no deseados en la producción de carne y leche.

Las especies animales más afectadas son los cerdos, las aves, los bovinos y los ovinos, mientras que las categorías más aquejadas son las más jóvenes y mayor exigidas en términos productivos, como terneros, vacas de alta producción y recién paridas.

Respecto a los síntomas, en los animales se nota la falta de apetito o la reducción en el consumo de alimentos, una menor ganancia de peso o producción de leche, baja en las defensas y vómitos.

Otras micotoxinas como la Zearalenona (ZEA) pueden alterar el comportamiento sexual y reproductivo de las hembras. En este caso, se trata de una micotoxina producida por el F. graminearum y por otras especies del género Fusarium. Las especies animales más afectadas son los cerdos, ovinos, aves y bovinos. En porcinos, el mayor daño se produce en el comportamiento reproductivo, causando problemas de infertilidad a través de la ausencia de celos, baja de líbido, inflamación de la vulva, prolapso rectal y de vulva, abortos e incoordinación de patas traseras.

En los hongos de transporte y almacenamiento también pueden encontrarse micotoxinas generadas por “mohos y verdines”, entre las cuales se encuentran las Aflatoxinas (micotoxinas que producen fuertes daños en el metabolismo animal) y la Ocratoxina A, (otro tipo de micotoxina producto de hongos que atacan a los granos almacenados). En este último caso, afectan a los monogástricos como aves y cerdos, ya que los rumiantes la metabolizan en el rumen.

Cuatro alternativas estratégicas para reducir los efectos

Previo al suministro de una ración o forraje sospechoso, es necesario extremar las medidas preventivas a través del análisis para determinar la presencia y el nivel de micotoxinas. De esta forma, es posible preparar la mejor estrategia de aprovechamiento de los alimentos.

La presencia de micotoxinas crece exponencialmente a medida que se acerca el final del ciclo del cultivo y del hongo. Esto ocurre porque los metabolitos fúngicos son un mecanismo de defensa territorial del hongo que, antes de desaparecer, “marca” su territorio. Por este motivo, la cosecha anticipada del grano o forraje es muy importante. “Hay que tener en cuenta que la simple presencia de hongos, de cualquier tipo, no significa que sí o sí haya micotoxinas. Incluso, pueden haber altos niveles de micotoxinas sin la presencia visible de hongos en el grano, subproducto o forraje”, aclara el técnico.

Alternativas para el uso y manejo de alimentos o forrajes sospechosos:

1) Ante la presencia de plantas/forrajes frescos o rastrojos (plantas con hongos visibles y riesgos de micotoxinas) pueden aplicarse tres tipos de reservas de forraje: henificar el forraje peligroso (el destino de dichos henos –rollos o fardos– debe ser la categoría vacuna más tolerante como la vaca de cría sin ternero al pie); el ensilaje de planta entera (el picado de forraje más grano puede ser una buena fuente para diluir el grano dañado por hongos con el forraje sano); y el henolaje (enrollado y empaquetado del forraje con 45-50% de humedad).

2) En los granos secos con hongos y riesgos de micotoxinas debe evaluarse la proporción de micotoxinas que tienen a través de análisis de muestras. En caso de que los granos afectados sean inferiores al 10% y el resto estén libres, pueden mezclarse (granos afectados y sanos) y usarse para la alimentación animal. En el caso del silaje de grano húmedo, también puede emplearse la misma opción, siempre y cuando los niveles de contaminación con micotoxinas sean bajos.

3) Los secuestrantes son agentes que, por diversos motivos, bajan la toxicidad de un alimento contaminado. En general, los principios más importantes en su uso involucran la adsorción y biotransformación de los compuestos tóxicos. “La adsorción se basa generalmente en el comportamiento polar de algunas micotoxinas y la capacidad de algunos compuestos de adsorberlas en forma preferente respecto de la pared intestinal del animal suplementado. De esta forma, la micotoxina no desaparece ni es alterada, pero se hace menos disponible para la pared intestinal y la misma se concentra y excreta por las heces (bosta)”, detalla Mayer.

4) Cuando se eleva el pH (>7,5) del alimento disminuye la concentración de las toxinas. El agregado de urea en el entorno al 5% hace que el amonio provoque una alcalinización con una baja del nivel de toxinas. En este sentido, la conservación de granos húmedos con urea se presenta como una alternativa a tener en cuenta.